Mientras las autoridades adelantan operativos en diferentes sectores de Cali para combatir el “microtráfico”, que deja hasta el momento 3.512 personas capturadas por traficar con alucinógenos, el consumo en la ciudad de drogas ilegales como la marihuana y la cocaína, están por encima de los indicadores nacionales.
El más reciente informe del Observatorio Social de la Secretaría de Salud Pública Municipal, establece que la Cannabis (marihuana) es la droga con el nivel más alto de consumo en Cali. En la Capital del Valle el 10,6 de cada cien personas habría consumido marihuana alguna vez en la vida. Este porcentaje es 32 por ciento mayor que el observado en Colombia (8%) y 29 por ciento mayor que el observado en el Departamento del Valle del Cauca (8,2%).
En Cali, el 3,9% de los caleños ha consumido marihuana en el último año. Este porcentaje es 69% más alto que el observado en Colombia (2,3%), y 44% mayor que el observado en el Valle del Cauca (2,7%).
Contrastando los datos de Cali con resultados de encuestas comparables con otros países de la región, se encuentra que supera las tasas presentadas en Ecuador y Perú (inferior al 1% en cada caso) y es inferior a las de Bolivia (4,3%) y Argentina, Chile y Uruguay (entre 6 y 7,5%).
En general 12,1% de cada cien caleños habría consumido alguna sustancia ilegal en algún momento de la vida.
En el caso de la cocaína, el porcentaje de consumo en Cali es del 28 por ciento, mayor que en el total de Colombia.
Información adicional proveniente de una encuesta realizada por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en Cali, en niños y niñas hasta los 17 años, en situación de calle, se pudo establecer que el 38% consume marihuana, por encima de Bogotá con 25% y por debajo de Medellín en donde se encontró que el 56% consume Cannabis.
El 8% de los menores de 17 años en situación de calle consume bazuco, el 23% consume cocaína y un 15% consume otros tipos de sustancias psicoactivas.
Cabe anotar que el consumo de estas drogas ilegales se concentra en la población mayor de 11 años.
El Observatorio Social de la Secretaría de Salud Pública Municipal, luego de analizar estas cifras, estableció que en la ciudad de Cali el consumo de sustancias psicoactivas ilegales se presenta como un problema prioritario de salud pública, sobrepasando los índices nacionales.
La cocaína se constituye en la droga de mayor relevancia, aunque también preocupan las cifras de intoxicaciones por heroína; los bajos precios, el fácil acceso y la mala calidad de estas drogas, son algunas de las probables causas de los altos índices de consumo y de intoxicaciones.
Se estableció que los habitantes de la Comuna 16, son quienes posiblemente, presentan un riesgo incrementado de consumo en relación al resto de comunas de la ciudad de Cali.
Capital del Valle y ubicada al Sur de Colombia, Cali es una ciudad en donde se mezclan culturas y etnias que la hacen única en el mundo. Cuna de los mejores bailarines de salsa del mundo, las mujeres más hermosas de Colombia y el único lugar de la tierra en donde se come pandebono, chontaduro con sal y miel, cholado y champús, vive paralelamente una violencia desmedida que retrato en el Blog.
sábado, 4 de diciembre de 2010
lunes, 29 de noviembre de 2010
Cali, primer lugar en desaparecidos en Colombia. Una persona desaparece por día en la ciudad
Mientras en el 2009, un total de 407 personas desaparecieron en Cali, por diferentes causas, a un mes de finalizar el 2010, la cifra ya es de 405. Lo que significa que al finalizar el presente año, las personas desaparecidas en Cali sobrepasarán la cifra del año anterior.
“Eso es aberrante. A uno no le cabe en la cabeza que en pleno siglo XXI subsistan este tipo de delitos, además porque la desaparición forzada sigue siendo un delito muy grave y de lesa humanidad”.
Así se refirió al tema Manuel Torres, Personero Municipal de Cali al revelar las cifras de personas que desaparecen en la tercera ciudad más importante de Colombia. Y no es para menos. Diariamente en la ciudad se desaparece una persona y mensualmente cerca de 40.
Entre Enero y Noviembre de 2010, los meses de presentaron el mayor número de desaparecidos fueron: Junio con 47, seguido de Marzo, Abril y Septiembre con 44, Enero con 41 y Octubre con 39.
Según la Dirección Operativa de Ministerio Público, Promoción y Defensa de los Derechos Humanos, de la Personería de Cali, a Noviembre de 2010 se han desaparecido 246 hombres, de los cuales, 196 son adultos, 37 adolescentes y 13 menores de edad. Con relación a las mujeres, 158 son mujeres (84 adultas, 63 adolescentes y 11 menores).
Para el Personero de Cali, el 70 y 80 por ciento de las desapariciones en Cali obedece al tema de vendettas y delincuencia común, sobre todo relacionados con el narcotráfico.
Los hombres son los que más desaparecen, entre los 25 y 33 años. El otro 30 por ciento son personas que voluntariamente se van, sobre todo las niñas y los jóvenes aburridos que buscan otros espacios, así como también las personas que tienen deudas.
“Hay que llamar la atención de las niñas entre los 18 y 25 años que se prestan para que las induzcan a la prostitución. De ellas, son las que más tenemos informes de desapariciones, lo cual tiene que ver con la trata de blancas en la ciudad”, recalcó Manuel Torres.
El año 2009 desaparecieron en total 270 hombres (233 adultos, 29 adolescentes y 8 menores) y en mujeres 137 (57 adultas, 70 adolescentes y 10 menores). De ese total aparecieron con vida 114 (59 hombres y 55 mujeres).
Hasta el Noviembre de 2010 han regresado a sus hogares en Cali un total de 98 personas (54 hombres y 41 mujeres).
“Los desaparecidos se han vuelto un elemento más de la guerra. De los grupos irregulares no solo en Cali, sino en Colombia. Ahora no solamente matan, sino que también desaparecen y eso genera un mayor dolor a las familias, ya que no saben qué pasó con su ser querido y siempre albergan la esperanza de que hoy aparezcan”, sostiene el Personero de Cali.
El funcionario del Ministerio Público, reveló que todas las personerías del país, incluyendo la de Cali, trabajan para poner en marcha un Protocolo que hace menos de un mes, el Senado de la República, ratifico a través de un Convenio Internacional de Naciones Unidas, donde Colombia es el país número 20 que lo pondrá en operación en defensa de los desaparecidos y sus familias.
El Personero Municipal de Cali, se mostró preocupado, porque en muchos casos se denuncian las desapariciones una semana o un mes después del hecho, lo que imposibilita a las autoridades a hacer una buena labor de investigación.
“Proporcionalmente con el número de habitantes de Bogotá y Medellín, Cali es la ciudad que más desaparecidos tiene hoy en Colombia, seguida del Puerto de Buenaventura que tiene mucho más de 400 desaparecidos hasta el momento. Es decir, Cali tendría el primer lugar en desaparecidos”, puntualizó Manuel Torres, Personero Municipal.
“Eso es aberrante. A uno no le cabe en la cabeza que en pleno siglo XXI subsistan este tipo de delitos, además porque la desaparición forzada sigue siendo un delito muy grave y de lesa humanidad”.
Así se refirió al tema Manuel Torres, Personero Municipal de Cali al revelar las cifras de personas que desaparecen en la tercera ciudad más importante de Colombia. Y no es para menos. Diariamente en la ciudad se desaparece una persona y mensualmente cerca de 40.
Entre Enero y Noviembre de 2010, los meses de presentaron el mayor número de desaparecidos fueron: Junio con 47, seguido de Marzo, Abril y Septiembre con 44, Enero con 41 y Octubre con 39.
Según la Dirección Operativa de Ministerio Público, Promoción y Defensa de los Derechos Humanos, de la Personería de Cali, a Noviembre de 2010 se han desaparecido 246 hombres, de los cuales, 196 son adultos, 37 adolescentes y 13 menores de edad. Con relación a las mujeres, 158 son mujeres (84 adultas, 63 adolescentes y 11 menores).
Para el Personero de Cali, el 70 y 80 por ciento de las desapariciones en Cali obedece al tema de vendettas y delincuencia común, sobre todo relacionados con el narcotráfico.
Los hombres son los que más desaparecen, entre los 25 y 33 años. El otro 30 por ciento son personas que voluntariamente se van, sobre todo las niñas y los jóvenes aburridos que buscan otros espacios, así como también las personas que tienen deudas.
“Hay que llamar la atención de las niñas entre los 18 y 25 años que se prestan para que las induzcan a la prostitución. De ellas, son las que más tenemos informes de desapariciones, lo cual tiene que ver con la trata de blancas en la ciudad”, recalcó Manuel Torres.
El año 2009 desaparecieron en total 270 hombres (233 adultos, 29 adolescentes y 8 menores) y en mujeres 137 (57 adultas, 70 adolescentes y 10 menores). De ese total aparecieron con vida 114 (59 hombres y 55 mujeres).
Hasta el Noviembre de 2010 han regresado a sus hogares en Cali un total de 98 personas (54 hombres y 41 mujeres).
“Los desaparecidos se han vuelto un elemento más de la guerra. De los grupos irregulares no solo en Cali, sino en Colombia. Ahora no solamente matan, sino que también desaparecen y eso genera un mayor dolor a las familias, ya que no saben qué pasó con su ser querido y siempre albergan la esperanza de que hoy aparezcan”, sostiene el Personero de Cali.
El funcionario del Ministerio Público, reveló que todas las personerías del país, incluyendo la de Cali, trabajan para poner en marcha un Protocolo que hace menos de un mes, el Senado de la República, ratifico a través de un Convenio Internacional de Naciones Unidas, donde Colombia es el país número 20 que lo pondrá en operación en defensa de los desaparecidos y sus familias.
El Personero Municipal de Cali, se mostró preocupado, porque en muchos casos se denuncian las desapariciones una semana o un mes después del hecho, lo que imposibilita a las autoridades a hacer una buena labor de investigación.
“Proporcionalmente con el número de habitantes de Bogotá y Medellín, Cali es la ciudad que más desaparecidos tiene hoy en Colombia, seguida del Puerto de Buenaventura que tiene mucho más de 400 desaparecidos hasta el momento. Es decir, Cali tendría el primer lugar en desaparecidos”, puntualizó Manuel Torres, Personero Municipal.
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Entre 7 y 8 personas se suicidan por mes en Cali. La mayoría se ahorcan
Ahorcándose, es como la mayoría de los personas se han suicidado en el 2010 en Cali, la tercera ciudad más importante de Colombia.
Mientras en el resto del país la tasa de suicidios en los últimos trece años promedia el 5.2 por cien mil habitantes, en el Departamento del Valle del Cauca y Cali, el índice es de 6.7.
La capital del Valle alcanzó el mayor número de homicidios en el 2000 (6,4) y el más bajo en el 2005 y 2009 (4).
En promedio en Cali se presentan 7,7 suicidios por mes.
Desde 1998 hasta el 2010, se han registrado en la ciudad de Cali, 1.587 casos de suicidio, especialmente entre personas entre los 15 y 44 años, seguido del grupo entre 45 a 64 años.
Comparando el periodo Enero-Agosto de 2009 con el mismo de 2010, se encuentra que hubo un aumento del 12% para el presente año, al pasar de 54 casos en el 2009 a 61 en el 2010.
Cali, en el contexto del Valle del Cauca, aporta la gran mayoría de los suicidios con 61 casos, mientras que Tuluá y Palmira ocupan el segundo y tercer lugar con 11 y 9 casos respectivamente.
El Observatorio de violencia de Cali, de la Secretaría de Salud Municipal, estableció que en el 2010, el 87 por ciento de los casos que se han presentado han ocurrido en hombres (se han presentado tres casos en menores de edad (dos casos de adolescentes de 15 años y una joven de 17) y el 85% entre los 18 y 54 años.
El 52% de los suicidios involucra a personas entre los 18 y 34 años, en el grupo de 25 a 29 años todos son hombres y en el grupo de 40 a 44 años solo se han presentado tres casos en el 2010.
Métodos para suicidarse en Cali
Las 1.587 personas que se han suicidado este año (61%), lo han hecho ahorcándose, seguido de las armas de fuego (18%) y la intoxicación (10%). Cabe anotar, que las armas de fuego solo son usadas por los hombres.
Los suicidios de mujeres en Cali, en su mayoría son por ahorcamiento, intoxicación y quemaduras.
Causas de suicidios en Cali
Los trastornos mentales son en su mayoría (33%) las razones por las cuales las personas se suicidan en Cali en el 2010. Le sigue la situaciones pasionales (27%) y la situación económica. En el 2008 y 2009 el dinero ocupo el primer lugar en las causas de los suicidios en Cali.
Otros datos
Según un informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud, OMS, unas tres mil personas se suicidan al día en el mundo, es decir, una cada 30 segundos.
Cuba, ocupa el primer lugar en América Latina con el mayor número de suicidios, seguido de Brasil y Colombia en un tercer lugar.
Mientras en el resto del país la tasa de suicidios en los últimos trece años promedia el 5.2 por cien mil habitantes, en el Departamento del Valle del Cauca y Cali, el índice es de 6.7.
La capital del Valle alcanzó el mayor número de homicidios en el 2000 (6,4) y el más bajo en el 2005 y 2009 (4).
En promedio en Cali se presentan 7,7 suicidios por mes.
Desde 1998 hasta el 2010, se han registrado en la ciudad de Cali, 1.587 casos de suicidio, especialmente entre personas entre los 15 y 44 años, seguido del grupo entre 45 a 64 años.
Comparando el periodo Enero-Agosto de 2009 con el mismo de 2010, se encuentra que hubo un aumento del 12% para el presente año, al pasar de 54 casos en el 2009 a 61 en el 2010.
Cali, en el contexto del Valle del Cauca, aporta la gran mayoría de los suicidios con 61 casos, mientras que Tuluá y Palmira ocupan el segundo y tercer lugar con 11 y 9 casos respectivamente.
El Observatorio de violencia de Cali, de la Secretaría de Salud Municipal, estableció que en el 2010, el 87 por ciento de los casos que se han presentado han ocurrido en hombres (se han presentado tres casos en menores de edad (dos casos de adolescentes de 15 años y una joven de 17) y el 85% entre los 18 y 54 años.
El 52% de los suicidios involucra a personas entre los 18 y 34 años, en el grupo de 25 a 29 años todos son hombres y en el grupo de 40 a 44 años solo se han presentado tres casos en el 2010.
Métodos para suicidarse en Cali
Las 1.587 personas que se han suicidado este año (61%), lo han hecho ahorcándose, seguido de las armas de fuego (18%) y la intoxicación (10%). Cabe anotar, que las armas de fuego solo son usadas por los hombres.
Los suicidios de mujeres en Cali, en su mayoría son por ahorcamiento, intoxicación y quemaduras.
Causas de suicidios en Cali
Los trastornos mentales son en su mayoría (33%) las razones por las cuales las personas se suicidan en Cali en el 2010. Le sigue la situaciones pasionales (27%) y la situación económica. En el 2008 y 2009 el dinero ocupo el primer lugar en las causas de los suicidios en Cali.
Otros datos
Según un informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud, OMS, unas tres mil personas se suicidan al día en el mundo, es decir, una cada 30 segundos.
Cuba, ocupa el primer lugar en América Latina con el mayor número de suicidios, seguido de Brasil y Colombia en un tercer lugar.
martes, 19 de octubre de 2010
“Yo los vi morir a esos siete hombres con estos ojos y con esta lengua lo confieso”
Muchas han sido las mujeres que a lo largo de esta violencia que vive Colombia, han logrado recuperar el cuerpo de su ser querido asesinado o desaparecido por grupos al margen de la Ley, pero pocas son las mujeres que han vivido en carne propia y han podido contar, la barbarie con que se cometen las masacres.
Este es el caso de Carmen Rosa Aramburo García, una afrodescendiente de 68 años, que vio con sus propios ojos como tres hombres del Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, mataron -hace diez años- siete hombres, entre ellos a su hijo, luego de un culto evangélico en su casa del Barrio Las Palmas, en Buenaventura.
Esta mujer, que describe dramáticamente paso a paso como acribillaron en el piso y de espaldas a los siete hombres, asegura que puede contar la trágica historia, porque no le pusieron bala.
“Sucede que a mi, el 6 de Septiembre del 2000 mataron a siete de mis familiares en mi casa de Las Palmas, donde terminábamos un culto evangélico y cuando llegaron unos señores y le dijeron a mi familia que al piso, pero ellos se pararon pensaron que era una requisa y hay cogieron y con ametralladora mataron la gente. A mi no me pusieron bala”.
Doña Carmen, una anciana que a lo largo de estos diez años no deja de contar la historia con lágrimas en sus ojos, fue maltrata físicamente por los paramilitares al tratar de evitar que fueran asesinados.
“Últimamente cuando me mataron a los seis de la familia, el que quedó parado fue mi hijo y cuando dije mijo no, me tiraron por la ventana y caí en el muro de la casa. Cuando yo me levante como pude, subí a la casa ya mi hijo estaba tirado ahí. Lo vi sacar sangre de la boca y ahí vi que la bala le entregó por el cuello”.
Carmen Rosa Aramburo García, reitera que todo se lo deja a Dios.
“Los momentos han sido muy difíciles. Ya diez años. Es algo inolvidable para la vida. Nosotros decimos que los paramilitares fueron los que me mató a mis familiares. Y me voy a la tierra diciendo eso. Todo lo dejo para Dios”.
Aún, diez años después, Carmen no sabe porque las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, asesinó a sus familiares.
“Ese momento fue muy difícil porqué yo preguntaba qué que habían hecho los muchachos y ellos me trataban como a los animales. Yo caía al piso y mi cabeza iba a la pared. Pero esa historia que yo viví en el 2000, yo quisiera que nadie más lo viviera mijo porque es muy duro ver morir. Muchas mujeres recibieron su paciente muerto o en tal parte esta tú hijo muerto anda recógelo y yo los vi morir a esos siete hombres con estos ojos y con esta lengua lo confieso”.
Carmen lamenta que no pudo salvarle la vida a ninguno de los siete hombres asesinados.
“Eran tres ametralladoras dentro de mi casa que tenían tres hombres. No conocía a nadie, porque en un susto uno no conoce a nadie y recordar esa historia es muy dolorosa. No pude salvarle la vida a nadie. Todos quedaron ahí. El primero que mataron fue Luis Albino García, el segundo se llamaba Tulio Enrique Valencia Valencia, el tercero Luis Alfonso Aramburo, el cuarto Decio García, el quinto Agustín García, el sexto Benjamín López y el séptimo Eleuterio Angulo, este que yo cargo aquí en la camiseta. Mi hijo estaba estudiando, ya para recibir mi grado y ahí quedo todo, en la nada”.
Diez años después de la masacre, no ha pasado nada, como lo asegura Doña Carmen.
“No ha pasado nada porque aquí estamos. Mire como estamos. Mira que esos tiene hombres dejaron 24 hijos huérfanos y mujeres en embarazo, y el Estado no ha dado nada. Madre pasando mucho trabajo por criar a sus hijos. Eso es una cosa triste y dolorosa. Todo el tiempo nos reunimos como familia y contamos la historia. Muchos no quieren contar su historia. El medico me dijo que después de esto yo había quedado sufriendo del corazón. Pero no se ha hecho nada. Simplemente la denuncia a la Fiscalía. Ellos vinieron hacer el levantamiento y ahí quedo todo. Allí ha quedado todo”
En la casa de Las Palmas, situada en una loma a la cual se llega por unas escaleras y en cuya puerta esta la foto de su hijo asesinado junto seis hombres más y sus ventanas están tapadas con tejas de zinc, Carmen Rosa Aramburo canta con voz entre cortada, el himno que cantaban ese 6 de Septiembre del año 2000, cuando llegaron los paramilitares y cometieron la masacre.
“De esta tierra somos. Aquí están nuestros muertos. Aquí viven y vivirá en la memoria de nuestras generaciones. Entonamos en nuestros cantos y en nuestras poesías la vida, el amor, la esperanza, pero también la denuncia y construimos la historia”.
Con este mensaje, finalizó la Caravana por la Vida y la Memoria a lo largo de la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura, en donde fueron colocadas 14 cruces, en donde los familiares recordaron que hace diez años, las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, masacraron y desaparecieron más de 50 personas. Crímenes que aún siguen en la impunidad.
Este es el caso de Carmen Rosa Aramburo García, una afrodescendiente de 68 años, que vio con sus propios ojos como tres hombres del Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, mataron -hace diez años- siete hombres, entre ellos a su hijo, luego de un culto evangélico en su casa del Barrio Las Palmas, en Buenaventura.
Esta mujer, que describe dramáticamente paso a paso como acribillaron en el piso y de espaldas a los siete hombres, asegura que puede contar la trágica historia, porque no le pusieron bala.
“Sucede que a mi, el 6 de Septiembre del 2000 mataron a siete de mis familiares en mi casa de Las Palmas, donde terminábamos un culto evangélico y cuando llegaron unos señores y le dijeron a mi familia que al piso, pero ellos se pararon pensaron que era una requisa y hay cogieron y con ametralladora mataron la gente. A mi no me pusieron bala”.
Doña Carmen, una anciana que a lo largo de estos diez años no deja de contar la historia con lágrimas en sus ojos, fue maltrata físicamente por los paramilitares al tratar de evitar que fueran asesinados.
“Últimamente cuando me mataron a los seis de la familia, el que quedó parado fue mi hijo y cuando dije mijo no, me tiraron por la ventana y caí en el muro de la casa. Cuando yo me levante como pude, subí a la casa ya mi hijo estaba tirado ahí. Lo vi sacar sangre de la boca y ahí vi que la bala le entregó por el cuello”.
Carmen Rosa Aramburo García, reitera que todo se lo deja a Dios.
“Los momentos han sido muy difíciles. Ya diez años. Es algo inolvidable para la vida. Nosotros decimos que los paramilitares fueron los que me mató a mis familiares. Y me voy a la tierra diciendo eso. Todo lo dejo para Dios”.
Aún, diez años después, Carmen no sabe porque las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, asesinó a sus familiares.
“Ese momento fue muy difícil porqué yo preguntaba qué que habían hecho los muchachos y ellos me trataban como a los animales. Yo caía al piso y mi cabeza iba a la pared. Pero esa historia que yo viví en el 2000, yo quisiera que nadie más lo viviera mijo porque es muy duro ver morir. Muchas mujeres recibieron su paciente muerto o en tal parte esta tú hijo muerto anda recógelo y yo los vi morir a esos siete hombres con estos ojos y con esta lengua lo confieso”.
Carmen lamenta que no pudo salvarle la vida a ninguno de los siete hombres asesinados.
“Eran tres ametralladoras dentro de mi casa que tenían tres hombres. No conocía a nadie, porque en un susto uno no conoce a nadie y recordar esa historia es muy dolorosa. No pude salvarle la vida a nadie. Todos quedaron ahí. El primero que mataron fue Luis Albino García, el segundo se llamaba Tulio Enrique Valencia Valencia, el tercero Luis Alfonso Aramburo, el cuarto Decio García, el quinto Agustín García, el sexto Benjamín López y el séptimo Eleuterio Angulo, este que yo cargo aquí en la camiseta. Mi hijo estaba estudiando, ya para recibir mi grado y ahí quedo todo, en la nada”.
Diez años después de la masacre, no ha pasado nada, como lo asegura Doña Carmen.
“No ha pasado nada porque aquí estamos. Mire como estamos. Mira que esos tiene hombres dejaron 24 hijos huérfanos y mujeres en embarazo, y el Estado no ha dado nada. Madre pasando mucho trabajo por criar a sus hijos. Eso es una cosa triste y dolorosa. Todo el tiempo nos reunimos como familia y contamos la historia. Muchos no quieren contar su historia. El medico me dijo que después de esto yo había quedado sufriendo del corazón. Pero no se ha hecho nada. Simplemente la denuncia a la Fiscalía. Ellos vinieron hacer el levantamiento y ahí quedo todo. Allí ha quedado todo”
En la casa de Las Palmas, situada en una loma a la cual se llega por unas escaleras y en cuya puerta esta la foto de su hijo asesinado junto seis hombres más y sus ventanas están tapadas con tejas de zinc, Carmen Rosa Aramburo canta con voz entre cortada, el himno que cantaban ese 6 de Septiembre del año 2000, cuando llegaron los paramilitares y cometieron la masacre.
“De esta tierra somos. Aquí están nuestros muertos. Aquí viven y vivirá en la memoria de nuestras generaciones. Entonamos en nuestros cantos y en nuestras poesías la vida, el amor, la esperanza, pero también la denuncia y construimos la historia”.
Con este mensaje, finalizó la Caravana por la Vida y la Memoria a lo largo de la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura, en donde fueron colocadas 14 cruces, en donde los familiares recordaron que hace diez años, las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, masacraron y desaparecieron más de 50 personas. Crímenes que aún siguen en la impunidad.
“Lo bajaron en un caballo y lo vinieron a votar allí, al pie de ese poste”
Hablar sobre los crímenes que cometieron las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, en la vía Cali - Buenaventura, no es nada fácil para muchas de los familiares de las víctimas.
Pese a ese temor, Yaneth Ibarguen, sin pensarlo dos veces, relato como su hijo, Joan Andrés Gómez, de tan solo 15 años, fue asesinado por otro menor con la ayuda de los paramilitares.
Para esta madre, el caso de su hijo brilla por la impunidad.
“Un mucho que era amigo de él le disparó en una casa vecina que queda por allá en el fondo y cuando calcularon que todo el mundo se había dormido, lo bajaron en un caballo y lo vinieron a votar allí al pie de ese poste que esta allí”.
Yaneth, como la mayoría de las madres a quién los paramilitares mataron a sus hijos en la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura hace diez años, no sabe porqué mataron a su hijo.
“La verdad no sé porqué. Él era un muchacho buen estudiante. No se metía con nadie y no tenía problemas con nadie. Yo no me explicó porque hicieron eso con él”.
Desde esa fecha hasta ahora, es uno de los crímenes que –como siempre- brilla por la impunidad.
“Los responsables anda bien tranquilos como si no hubiera hecho nada. Solamente lo llaman a uno a unas audiencias de imposición de sanción y no pasa nada, porque no lo pillaron en flagrancia, pese a que el confesó que se le había disparado el arma accidentalmente y ni siquiera le han imputado cargos por porte ilegal de armas, ni por el hecho de haber movido el cuerpo y de haber alterado la escena del crimen. Y cuando se sabe que el crimen él no lo cometió solo, porque él tuvo ayuda de los paras. Los papas de él le colaboraron en todo. Eso es una verdad que todo el mundo la sabe, pero lo qué pasa es que la gente le da miedo hablar, pero eso fue así. Ante la justicia ellos no están implicados, solamente el muchacho, pero como es menor de edad, y hoy en día el Código del Menor es toda una alcahuetería, entonces el niño anda por ahí libre como si no hubiera hecho nada”.
El Cafetal, el Puente de Zaragoza y Córdoba, fueron otros tres de los sitios sobre la vía Cali-Buenaventura, en donde se colocaron cruces en donde las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, asesinaron hace diez años a más de diez personas.
Para el Movimiento de Víctimas de Crímenes del Estado, Movice, Capitulo Valle, se necesitaban ejecutar a esas personas para justificar el megaproyecto que es la vía al Puerto de Buenaventura, sobre el mar Pacífico.
“Como vemos esta cruz, significa memoria. No podemos olvidar a nuestros muertos y tampoco a la historia de lo que pasó por esta carretera. En el año 98 ingresaron los paramilitares al Valle del Cauca y en el 2000 empezaron a ejecutar mucha gente. Hombres, jóvenes que no tenían nada que ver. Pero solamente necesitaban ejecutar a esas personas para justificar un megaproyecto, como ustedes ven esta carretera. Aquí muchas personas quedaron tiradas en los ríos”.
Pese a ese temor, Yaneth Ibarguen, sin pensarlo dos veces, relato como su hijo, Joan Andrés Gómez, de tan solo 15 años, fue asesinado por otro menor con la ayuda de los paramilitares.
Para esta madre, el caso de su hijo brilla por la impunidad.
“Un mucho que era amigo de él le disparó en una casa vecina que queda por allá en el fondo y cuando calcularon que todo el mundo se había dormido, lo bajaron en un caballo y lo vinieron a votar allí al pie de ese poste que esta allí”.
Yaneth, como la mayoría de las madres a quién los paramilitares mataron a sus hijos en la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura hace diez años, no sabe porqué mataron a su hijo.
“La verdad no sé porqué. Él era un muchacho buen estudiante. No se metía con nadie y no tenía problemas con nadie. Yo no me explicó porque hicieron eso con él”.
Desde esa fecha hasta ahora, es uno de los crímenes que –como siempre- brilla por la impunidad.
“Los responsables anda bien tranquilos como si no hubiera hecho nada. Solamente lo llaman a uno a unas audiencias de imposición de sanción y no pasa nada, porque no lo pillaron en flagrancia, pese a que el confesó que se le había disparado el arma accidentalmente y ni siquiera le han imputado cargos por porte ilegal de armas, ni por el hecho de haber movido el cuerpo y de haber alterado la escena del crimen. Y cuando se sabe que el crimen él no lo cometió solo, porque él tuvo ayuda de los paras. Los papas de él le colaboraron en todo. Eso es una verdad que todo el mundo la sabe, pero lo qué pasa es que la gente le da miedo hablar, pero eso fue así. Ante la justicia ellos no están implicados, solamente el muchacho, pero como es menor de edad, y hoy en día el Código del Menor es toda una alcahuetería, entonces el niño anda por ahí libre como si no hubiera hecho nada”.
El Cafetal, el Puente de Zaragoza y Córdoba, fueron otros tres de los sitios sobre la vía Cali-Buenaventura, en donde se colocaron cruces en donde las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, asesinaron hace diez años a más de diez personas.
Para el Movimiento de Víctimas de Crímenes del Estado, Movice, Capitulo Valle, se necesitaban ejecutar a esas personas para justificar el megaproyecto que es la vía al Puerto de Buenaventura, sobre el mar Pacífico.
“Como vemos esta cruz, significa memoria. No podemos olvidar a nuestros muertos y tampoco a la historia de lo que pasó por esta carretera. En el año 98 ingresaron los paramilitares al Valle del Cauca y en el 2000 empezaron a ejecutar mucha gente. Hombres, jóvenes que no tenían nada que ver. Pero solamente necesitaban ejecutar a esas personas para justificar un megaproyecto, como ustedes ven esta carretera. Aquí muchas personas quedaron tiradas en los ríos”.
“No sé porqué lo mataron, si él era un muchacho inválido de un brazo”
Dos días después de llegar al Municipio de Buenaventura para visitar a su madre, luego de llevar 15 días trabajando en la Vereda Las Bendiciones, sobre la vía que comunica a Cali con el mar Pacífico, Rubén Darío Riascos Riascos, un joven de 22 años y quién era invalido de un brazo, fue hallado asesinado en el Barrio Cabal Pombo, el primero de Septiembre del año 2002.
Su madre, vistiendo un turbante blanco y negro en la cabeza, así como una camiseta blanca con la foto de su hijo, María Amparo Riascos Riascos, se sigue preguntando -ocho años después- porqué le mataron a su hijo si era un joven decente y no era vicioso.
Para esta madre, que al colocar una cruz para recordar su muerte, refleja en su rostro aún el sufriendo por su desaparición, asegura que su hijo fue asesinado por los paramilitares.
“Yo vivía en la vereda Bendiciones. A raíz del desplazamiento me fui para Buenaventura. Y al año de haberme trasladado para el puerto, me mataron el hijo. El bajo un día a visitarme. Hacía 15 días se había venido para la vereda. Llego a la casa y salió para las Palmas a visitar a una tía, y no llegó. Al otro día por la mañana me vinieron avisar que fuera a reconocer un muerto que había en el Barrio Cabal Pombo. Y era él”.
El joven, que tenía 22 años, su madre no sabe porqué lo mataron.
“No sé porque lo mataron, si el era un muchacho inválido de un brazo. En ese barrio permanecían muchos los paras. A mi me dijeron que lo habían matado los paras”.
Para esta mujer, que sigue con su sufrimiento, la única pregunta que se sigue haciendo es ¿porqué me lo mataron a él?
“El era un mucho muy respetuoso. No era un mucho vicioso. Mejor dicho”.
Amparo sostiene que luego de diez años del asesinato de su hijo, no ha pasado nada todavía.
Durante la Caravana por la Vida y la Memoria, los familiares de los más de 50 personas masacradas y desaparecidas hace diez años, al colocar las cruces a lo largo de la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura, son personas que se niegan olvidar a sus seres queridos y a ser olvidados.
Su madre, vistiendo un turbante blanco y negro en la cabeza, así como una camiseta blanca con la foto de su hijo, María Amparo Riascos Riascos, se sigue preguntando -ocho años después- porqué le mataron a su hijo si era un joven decente y no era vicioso.
Para esta madre, que al colocar una cruz para recordar su muerte, refleja en su rostro aún el sufriendo por su desaparición, asegura que su hijo fue asesinado por los paramilitares.
“Yo vivía en la vereda Bendiciones. A raíz del desplazamiento me fui para Buenaventura. Y al año de haberme trasladado para el puerto, me mataron el hijo. El bajo un día a visitarme. Hacía 15 días se había venido para la vereda. Llego a la casa y salió para las Palmas a visitar a una tía, y no llegó. Al otro día por la mañana me vinieron avisar que fuera a reconocer un muerto que había en el Barrio Cabal Pombo. Y era él”.
El joven, que tenía 22 años, su madre no sabe porqué lo mataron.
“No sé porque lo mataron, si el era un muchacho inválido de un brazo. En ese barrio permanecían muchos los paras. A mi me dijeron que lo habían matado los paras”.
Para esta mujer, que sigue con su sufrimiento, la única pregunta que se sigue haciendo es ¿porqué me lo mataron a él?
“El era un mucho muy respetuoso. No era un mucho vicioso. Mejor dicho”.
Amparo sostiene que luego de diez años del asesinato de su hijo, no ha pasado nada todavía.
Durante la Caravana por la Vida y la Memoria, los familiares de los más de 50 personas masacradas y desaparecidas hace diez años, al colocar las cruces a lo largo de la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura, son personas que se niegan olvidar a sus seres queridos y a ser olvidados.
miércoles, 13 de octubre de 2010
“No sabemos las razones. El caso fue que los mataron. Fueron las AUC. Sin ninguna razón”
A las 10 de la noche del sábado 26 de Agosto del año 2000, la caseta Los Faraones, en la Vereda Triana -kilómetro 43 de la carretera entre Cali y Buenaventura- todo era diversión.
Luego de un fin de semana de mucho trabajo, los hombres y mujeres de este sector de la carretera al mar pacífico se encontraban para bailar, tomar y hablar.
De un momento a otro, esa alegría se torno en tragedia. La Caseta Los Faraones dejó de ser un sitio de rumba, para convertirse en el lugar de muerte, luego de que el Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, llegaran al sitio y masacraran a tres hombres indefensos: Pedro Celestino Viafara, Orlando Ángulo y Héctor Fabio Ortíz Holguín.
Fue allí hasta donde llegó la Caravana por la Vida y la Memoria, en donde colocó otra cruz a pocos metros de la caseta -a la cual se llega cruzando un puente colgante de madera- para recordaron diez años de la masacre, así como la muerte ese mismo día en otro sector de la vía, de Raúl Riascos, Jairo Ibarguen y Alicia Aguiño.
Señalando la caseta, Nidia Ortíz, hermana de Héctor Fabio Ortíz, relata como fue la masacre, de ese Sábado que nunca olvidaran.
“Era un Sábado, el 26 de Agosto. Estábamos nosotros bailando cuando llegó esa gente. Se bajaron del carro y nos llevaron para el otro lado y allá empezó todo. Primero mataron el esposo de doña Victoria, don Pedro; después siguió Orlando, el esposo de otra compañera y de ahí mi hermano. No pues, no sabemos las razones. El caso fue que los mataron. Fueron las AUC. Ellos dejaron letreros en las casas. Sin ninguna razón”.
La hermana de Héctor Fabio Ortíz, sostiene que por más plata que le den dentro de la Ley de Justicia y Paz que actualmente juzga a los paramilitares desmovilizados, eso no recompensa nada.
“El proceso de Justicia y Paz, no, porque si le van a pagar a uno algo, eso no recompensa la vida de los seres que mataron ese día ahí. De ninguno de los que han matado. Por más plata que le den a uno, eso no recompensa nada”.
Pero las masacres, al parecer tuvieron un motivo. Una mujer habitante de este sector asegura que luego de cometer la masacre ese 26 de Agosto del año 2000 en la Vereda Triana, los paramilitares pintaron en varias casas de la vereda Triana la frase: “muerte a ratas, sapos y guerrilleros”.
“Ahí donde esta esa caseta que se llama Faraón, ahí fue la masacre. Cuentan los que estaban acá, que cuadraron la camioneta vino tinto. Allá había una casa y sacaron al señor de allá y aquí había una tienda y sacaron a los muchachos que estaban ahí. Los pasaron a todos a ese lado y cuentan los que estaban allá que había un encapuchado entero y una voz de mando que les decía que sí, que era vicio de la gente de aquí de estar quemando las mulas y de estar rompiendo el tubo. Que dejaran eso. Llegaron hasta la entrada del puente, entonces el que estaba de negro le dijo algo al oído al que tenía la voz de mando y se regresaron otra vez para el billar y ahí empezaron a masacrar a nuestros seres queridos. Primero fue Pedro Celestino Viafara, el segundo fue Orlando Ángulo y el tercero fue Héctor Fabio Ortíz. De ahí lo otros los mataron en Zaragoza y ahí completaron las siete personas, porque cada vez que hacían las masacres las hacían de siete en siete. Nosotros sabemos que fueron los paramilitares porque quedaron hay escritos las AUC en esas casas de allá y dejaron escrito muerte a ratos, sapos y guerrilleros. Cuando HH se entrego dijo que el se hacía cargo de las masacres de Cisneros hasta Buenaventura”.
Este relato, fue complementado con una frase con la cual se termino de colocar otra cruz en la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura, en donde hace diez años el Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, masacraron y desaparecieron más de 50 personas, entre adolescentes, hombres y mujeres.
“Somos semilla, somos memoria. Somos el sol que renace ante la impunidad”.
Luego de un fin de semana de mucho trabajo, los hombres y mujeres de este sector de la carretera al mar pacífico se encontraban para bailar, tomar y hablar.
De un momento a otro, esa alegría se torno en tragedia. La Caseta Los Faraones dejó de ser un sitio de rumba, para convertirse en el lugar de muerte, luego de que el Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, llegaran al sitio y masacraran a tres hombres indefensos: Pedro Celestino Viafara, Orlando Ángulo y Héctor Fabio Ortíz Holguín.
Fue allí hasta donde llegó la Caravana por la Vida y la Memoria, en donde colocó otra cruz a pocos metros de la caseta -a la cual se llega cruzando un puente colgante de madera- para recordaron diez años de la masacre, así como la muerte ese mismo día en otro sector de la vía, de Raúl Riascos, Jairo Ibarguen y Alicia Aguiño.
Señalando la caseta, Nidia Ortíz, hermana de Héctor Fabio Ortíz, relata como fue la masacre, de ese Sábado que nunca olvidaran.
“Era un Sábado, el 26 de Agosto. Estábamos nosotros bailando cuando llegó esa gente. Se bajaron del carro y nos llevaron para el otro lado y allá empezó todo. Primero mataron el esposo de doña Victoria, don Pedro; después siguió Orlando, el esposo de otra compañera y de ahí mi hermano. No pues, no sabemos las razones. El caso fue que los mataron. Fueron las AUC. Ellos dejaron letreros en las casas. Sin ninguna razón”.
La hermana de Héctor Fabio Ortíz, sostiene que por más plata que le den dentro de la Ley de Justicia y Paz que actualmente juzga a los paramilitares desmovilizados, eso no recompensa nada.
“El proceso de Justicia y Paz, no, porque si le van a pagar a uno algo, eso no recompensa la vida de los seres que mataron ese día ahí. De ninguno de los que han matado. Por más plata que le den a uno, eso no recompensa nada”.
Pero las masacres, al parecer tuvieron un motivo. Una mujer habitante de este sector asegura que luego de cometer la masacre ese 26 de Agosto del año 2000 en la Vereda Triana, los paramilitares pintaron en varias casas de la vereda Triana la frase: “muerte a ratas, sapos y guerrilleros”.
“Ahí donde esta esa caseta que se llama Faraón, ahí fue la masacre. Cuentan los que estaban acá, que cuadraron la camioneta vino tinto. Allá había una casa y sacaron al señor de allá y aquí había una tienda y sacaron a los muchachos que estaban ahí. Los pasaron a todos a ese lado y cuentan los que estaban allá que había un encapuchado entero y una voz de mando que les decía que sí, que era vicio de la gente de aquí de estar quemando las mulas y de estar rompiendo el tubo. Que dejaran eso. Llegaron hasta la entrada del puente, entonces el que estaba de negro le dijo algo al oído al que tenía la voz de mando y se regresaron otra vez para el billar y ahí empezaron a masacrar a nuestros seres queridos. Primero fue Pedro Celestino Viafara, el segundo fue Orlando Ángulo y el tercero fue Héctor Fabio Ortíz. De ahí lo otros los mataron en Zaragoza y ahí completaron las siete personas, porque cada vez que hacían las masacres las hacían de siete en siete. Nosotros sabemos que fueron los paramilitares porque quedaron hay escritos las AUC en esas casas de allá y dejaron escrito muerte a ratos, sapos y guerrilleros. Cuando HH se entrego dijo que el se hacía cargo de las masacres de Cisneros hasta Buenaventura”.
Este relato, fue complementado con una frase con la cual se termino de colocar otra cruz en la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura, en donde hace diez años el Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, masacraron y desaparecieron más de 50 personas, entre adolescentes, hombres y mujeres.
“Somos semilla, somos memoria. Somos el sol que renace ante la impunidad”.
“Por lo general los paramilitares asesinaban de siete personas”
Una noche del 29 de Septiembre del año 2000, Héctor Julio Contreras, fue sacado de su casa, en la vereda La Machaca, kilómetro 40 sobre la vía Cali-Buenaventura, por hombres armados que se lo llevaron con rumbo desconocido.
Desde esa época, a la fecha, el paradero de Héctor es aún incierto. Su esposa, Erminsa Caicedo, quién lo buscó con las cuñadas sin encontrarlo, atribuye su desaparición a integrantes del Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC.
En este sitio, en donde hace diez años se llevaron a Héctor Julio Contreras, se colocó otra cruz por la Vida y la Memoria, de este hombre que junto con otros nueve, hacen parte de los 10 hombres que fueron desaparecidos por los paramilitares en la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura.
“A él lo desaparecieron así y a otros. Lo sacaron de su casa por la noche y no volvimos a saber nada de él. Ya hace diez años. Dicen que fueron los paras que lo desaparecieron. No volvimos a saber nunca más nada de él”.
Erminsa no se explica como desaparecen a alguien y no lo vuelven a entregar, así sea muerto.
“Que puede pensar uno. Que el más avispado vive de los pobres. Uno no ve porque desaparecen a alguien y no volver a dejar ver. Lo matan, tirarlo a la orilla de la carretera que uno le de cristiana sepultura”.
Una de los hechos que llama aún la atención durante el recorrido de muerte que hicieron los paramilitares en la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura, hace diez años, era que seleccionaban de siete personas para cometer las masacres o desapariciones. Así lo explicó una de las integrantes del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado, Movice, Capítulo Valle.
“Por lo general los paramilitares asesinaban de siete personas. Las razones no las sabemos. Esa es una de las verdades que HH no alcanzó a confesar en las audiencias. Nunca las esposas y hermanas de aquí de Triana, alcanzaron a saber porqué razón de mataban y se victimizaban siete personas. Esa fue una de las verdades que se llevo cuando fue extraditado a los Estados Unidos y que los familiares de las víctimas de Triana todavía quieren saber”.
Como Erminsa Caicedo, que sigue buscando a su esposo Héctor Julio Contreras, son muchas las mujeres que esperan que los paramilitares acogidos a la Ley de Justicia y Paz, cuenten que hicieron y en dónde están sus seres queridos.
Desde esa época, a la fecha, el paradero de Héctor es aún incierto. Su esposa, Erminsa Caicedo, quién lo buscó con las cuñadas sin encontrarlo, atribuye su desaparición a integrantes del Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC.
En este sitio, en donde hace diez años se llevaron a Héctor Julio Contreras, se colocó otra cruz por la Vida y la Memoria, de este hombre que junto con otros nueve, hacen parte de los 10 hombres que fueron desaparecidos por los paramilitares en la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura.
“A él lo desaparecieron así y a otros. Lo sacaron de su casa por la noche y no volvimos a saber nada de él. Ya hace diez años. Dicen que fueron los paras que lo desaparecieron. No volvimos a saber nunca más nada de él”.
Erminsa no se explica como desaparecen a alguien y no lo vuelven a entregar, así sea muerto.
“Que puede pensar uno. Que el más avispado vive de los pobres. Uno no ve porque desaparecen a alguien y no volver a dejar ver. Lo matan, tirarlo a la orilla de la carretera que uno le de cristiana sepultura”.
Una de los hechos que llama aún la atención durante el recorrido de muerte que hicieron los paramilitares en la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura, hace diez años, era que seleccionaban de siete personas para cometer las masacres o desapariciones. Así lo explicó una de las integrantes del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado, Movice, Capítulo Valle.
“Por lo general los paramilitares asesinaban de siete personas. Las razones no las sabemos. Esa es una de las verdades que HH no alcanzó a confesar en las audiencias. Nunca las esposas y hermanas de aquí de Triana, alcanzaron a saber porqué razón de mataban y se victimizaban siete personas. Esa fue una de las verdades que se llevo cuando fue extraditado a los Estados Unidos y que los familiares de las víctimas de Triana todavía quieren saber”.
Como Erminsa Caicedo, que sigue buscando a su esposo Héctor Julio Contreras, son muchas las mujeres que esperan que los paramilitares acogidos a la Ley de Justicia y Paz, cuenten que hicieron y en dónde están sus seres queridos.
domingo, 10 de octubre de 2010
"Aquí en Colombia no hay Ley, sino para los de arriba. Nosotros los pobres no tenemos nada"
En medio de una lluvia y luego de recorrer Cisneros, Playa Larga, La Delfina, El Salto, Katanga y Yanaconas, la Caravana por la Vida y la Memoria llega a la Vereda La Invasión, sobre la vía que une a Cali con Buenaventura, sobre el mar pacífico.
En este sitio, otra cruz conmemora la masacre de siete personas, ocurrida en el Corregimiento de Zaragoza y que fueron arrojados en La Invasión, el 26 de agosto del año 2000 por el Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC.
María Doralba Álvarez, una mujer afrodescendiente, recuerda como hace diez años su hijo, Ricardo Álvarez, que ese día estaba cumpliendo años, se encontraba en una fiesta cuando llegaron los paramilitares y los formaron en fila para asesinarlos.
“Estaban en una fiesta y llegaron los paramilitares y los pusieron en fila y al que le caían le daban. Mataron ocho personas ese día. Entre ellos cayó mi hijo. Ese día estaban en una fiesta que estaba cumpliendo 16 años. Ahora el 26 de agosto cumplió diez años.”
Para esta mujer, desde el asesinato de su hijo, todo esta en la impunidad.
“Nunca nos han dicho el porqué. Simplemente, como todos los muertos de aquí de nuestra vereda, en la impunidad”.
Al preguntarle porqué los paramilitares mataban a los jóvenes, Doralba Álvarez, da varias hipótesis.
“Por la razón de que decían que eran guerrilleros, que eran atracadores de las mulas (camiones con carga), que eran auxiliadores de la guerrilla. Bueno, por todo nos mantenían la vida azotada. Más que todo a los jóvenes de aquí de la vereda”.
Doralba Álvarez, quién asegura que la Ley de Justicia y Paz no sirve para nada, espera que la Ley Dios sea la que aplique justicia.
“Para mi no sirve para nada, porque, sinceramente, a nuestras familias no valen eso, y nuestros hijos tampoco. Además mi hijo estaba estudiando, era menor de edad, estaba empezando la vida, y venir a quitársela tan tristemente no es justo. Aquí en Colombia no hay Ley, sino para los de arriba. Nosotros los pobres no tenemos nada. Solamente la Ley de Justicia de Dios no más. Es la única que nos cubre a nosotros, porque la otra no nos ha ayudado para nada”.
Pero mientras los familiares de las víctimas de los paramilitares de la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura- siguen -diez años después- pidiendo Verdad, Justicia y Reparación Integral, para el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes del Estado, Movice, Capítulo Valle, estas muertes tienen tintes políticos.
“Hay una connotación política por estos asesinatos. Por eso los paramilitares en 1998entraron fuertemente por la vía Buenaventura. Por esa entraron por la carretera vieja. Hicieron varias masacres y siguieron haciendo desapariciones y continúan haciéndolas y amanezando. De tal manera que este es un acto simbólico, pero sobre todo un acto de resistencia. Por esa razón se valora, se mantiene el acompañamiento bastante o poquito, pero que es significativo para todas las comunidades”.
El 26 de agosto del año 2000, fueron asesinados junto al joven Ricardo Álvarez, que ese día estaba cumpliendo 16 años, José Azael Sinisterra Hurtado, César Augusto Arboleda, Orlando Angulo, Héctor Fabio Ortiz y Pedro Viafara.
En este sitio, otra cruz conmemora la masacre de siete personas, ocurrida en el Corregimiento de Zaragoza y que fueron arrojados en La Invasión, el 26 de agosto del año 2000 por el Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC.
María Doralba Álvarez, una mujer afrodescendiente, recuerda como hace diez años su hijo, Ricardo Álvarez, que ese día estaba cumpliendo años, se encontraba en una fiesta cuando llegaron los paramilitares y los formaron en fila para asesinarlos.
“Estaban en una fiesta y llegaron los paramilitares y los pusieron en fila y al que le caían le daban. Mataron ocho personas ese día. Entre ellos cayó mi hijo. Ese día estaban en una fiesta que estaba cumpliendo 16 años. Ahora el 26 de agosto cumplió diez años.”
Para esta mujer, desde el asesinato de su hijo, todo esta en la impunidad.
“Nunca nos han dicho el porqué. Simplemente, como todos los muertos de aquí de nuestra vereda, en la impunidad”.
Al preguntarle porqué los paramilitares mataban a los jóvenes, Doralba Álvarez, da varias hipótesis.
“Por la razón de que decían que eran guerrilleros, que eran atracadores de las mulas (camiones con carga), que eran auxiliadores de la guerrilla. Bueno, por todo nos mantenían la vida azotada. Más que todo a los jóvenes de aquí de la vereda”.
Doralba Álvarez, quién asegura que la Ley de Justicia y Paz no sirve para nada, espera que la Ley Dios sea la que aplique justicia.
“Para mi no sirve para nada, porque, sinceramente, a nuestras familias no valen eso, y nuestros hijos tampoco. Además mi hijo estaba estudiando, era menor de edad, estaba empezando la vida, y venir a quitársela tan tristemente no es justo. Aquí en Colombia no hay Ley, sino para los de arriba. Nosotros los pobres no tenemos nada. Solamente la Ley de Justicia de Dios no más. Es la única que nos cubre a nosotros, porque la otra no nos ha ayudado para nada”.
Pero mientras los familiares de las víctimas de los paramilitares de la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura- siguen -diez años después- pidiendo Verdad, Justicia y Reparación Integral, para el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes del Estado, Movice, Capítulo Valle, estas muertes tienen tintes políticos.
“Hay una connotación política por estos asesinatos. Por eso los paramilitares en 1998entraron fuertemente por la vía Buenaventura. Por esa entraron por la carretera vieja. Hicieron varias masacres y siguieron haciendo desapariciones y continúan haciéndolas y amanezando. De tal manera que este es un acto simbólico, pero sobre todo un acto de resistencia. Por esa razón se valora, se mantiene el acompañamiento bastante o poquito, pero que es significativo para todas las comunidades”.
El 26 de agosto del año 2000, fueron asesinados junto al joven Ricardo Álvarez, que ese día estaba cumpliendo 16 años, José Azael Sinisterra Hurtado, César Augusto Arboleda, Orlando Angulo, Héctor Fabio Ortiz y Pedro Viafara.
viernes, 8 de octubre de 2010
"No me quisieron matar, pero delante de mi me mataron cuatro hijos”
Pedro, Javier, Carlos y William, fueron los cuatro hijos que vio morir Jonas Andrade, un padre a quién las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, le perdonaron la vida, hace diez años en el sector de Los Tubos, en la vía que comunica a Cali con el Puerto de Buenaventura.
Estos cuatro hermanos, junto con Erminso, Jesús y Jaime Riascos, fueron recordados en la quinta cruz con la cual se conmemoraron las más de 50 personas que en el 2000 los paramilitares masacraron, en muchas ocasiones en presencia de sus seres queridos.
Jonas Andrade, quién cuenta la historia de la muerte de sus hijos, como si hubiera ocurrido hace poco, asegura que las Autodefensas poco tiempo después de asesinar a sus cuatro hijos, llegaron a decirle que se habían equivocado y que le dijera al Gobierno Nacional que se los pagara.
“Aquí hace diez años, aparecieron un 10 de junio unos señores, tipo 12 una de la mañana. Me rodearon la casa, me tocaron la puerta y me dijeron que abriera o si no que le echaban explosivos. Salí y les dije que se les ocurre, entonces se me entraron, buscaron en toda la casa a los hijos y me los sacaron y… pues… empezaron hacer lo que iban hacer, a matarlos. No me quisieron matar, pero delante de mi me mataron cuatro hijos”.
Este hombre, que refleja en su rostro, la angustia que vivió en esos momentos, asegura que los paramilitares no le dijeron porque los mataron.
“Nada. En absoluto. No me dijeron nada. Después, pasó el tiempo, organice lo de los hijos, los enterré y todo eso, y después vinieron y me dijeron que si era lo que yo les decía: qué porqué ellos no tenían nada que ver, que se habían equivocado y que le dijera al Gobierno que se los pagara. Vinieron como a las dos de la mañana y me dijeron eso”.
Jonas, asegura que desde esa fecha ha seguido solo sufriendo las consecuencias.
“Que se va hacer. En Colombia a toda hora pasa esto”.
Para el padre de estos cuatro jóvenes masacrados por el Bloque Calima de las AUC, hace diez, la Ley de Justicia y Paz es un legado que dejó el mejor Presidente que ha tenido Colombia.
“Pues le digo que sería una cosa muy buena, y es un legado que nos ha dado el mejor Presidente que ha tenido Colombia (Álvaro Uribe Vélez). Vamos a ver si sigue así. De modo que ya toca esperar”.
Historias como las de Jonas Andrade, que presenció el asesinato de sus cuatro hijos, de 13, 15, 24 y 27 años, es una de las muchas masacres que hace diez años, el Bloque Calima de las AUC, cometieron en la vía entre Cisneros y Buenaventura y que aun siguen en la completa impunidad.
Estos cuatro hermanos, junto con Erminso, Jesús y Jaime Riascos, fueron recordados en la quinta cruz con la cual se conmemoraron las más de 50 personas que en el 2000 los paramilitares masacraron, en muchas ocasiones en presencia de sus seres queridos.
Jonas Andrade, quién cuenta la historia de la muerte de sus hijos, como si hubiera ocurrido hace poco, asegura que las Autodefensas poco tiempo después de asesinar a sus cuatro hijos, llegaron a decirle que se habían equivocado y que le dijera al Gobierno Nacional que se los pagara.
“Aquí hace diez años, aparecieron un 10 de junio unos señores, tipo 12 una de la mañana. Me rodearon la casa, me tocaron la puerta y me dijeron que abriera o si no que le echaban explosivos. Salí y les dije que se les ocurre, entonces se me entraron, buscaron en toda la casa a los hijos y me los sacaron y… pues… empezaron hacer lo que iban hacer, a matarlos. No me quisieron matar, pero delante de mi me mataron cuatro hijos”.
Este hombre, que refleja en su rostro, la angustia que vivió en esos momentos, asegura que los paramilitares no le dijeron porque los mataron.
“Nada. En absoluto. No me dijeron nada. Después, pasó el tiempo, organice lo de los hijos, los enterré y todo eso, y después vinieron y me dijeron que si era lo que yo les decía: qué porqué ellos no tenían nada que ver, que se habían equivocado y que le dijera al Gobierno que se los pagara. Vinieron como a las dos de la mañana y me dijeron eso”.
Jonas, asegura que desde esa fecha ha seguido solo sufriendo las consecuencias.
“Que se va hacer. En Colombia a toda hora pasa esto”.
Para el padre de estos cuatro jóvenes masacrados por el Bloque Calima de las AUC, hace diez, la Ley de Justicia y Paz es un legado que dejó el mejor Presidente que ha tenido Colombia.
“Pues le digo que sería una cosa muy buena, y es un legado que nos ha dado el mejor Presidente que ha tenido Colombia (Álvaro Uribe Vélez). Vamos a ver si sigue así. De modo que ya toca esperar”.
Historias como las de Jonas Andrade, que presenció el asesinato de sus cuatro hijos, de 13, 15, 24 y 27 años, es una de las muchas masacres que hace diez años, el Bloque Calima de las AUC, cometieron en la vía entre Cisneros y Buenaventura y que aun siguen en la completa impunidad.
"Ellos estaban en Buenaventura tomando una gaseosa con otros muleros y llegaron ahí y los mataron"
El cielo se oscurece más. Una pequeña lluvia acompaña a la Caravana por la Vida y la Memoria que va rumbo a la quinta cruz con la cual se conmemoran diez años de las masacres que cometieron las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, en la vía entre el Corregimiento de Cisneros y el Municipio de Buenaventura, sobre el mar pacífico.
El sitio es la Vereda Katanga, en donde se recordará la muerte de dos de los siete hombres que fueron asesinados por integrantes del Bloque Calima, cuando tomaban gaseosa en el Puerto. Se trata de Yan Dile Adrada Gómez, un joven de 25 años y Gildardo Flórez.
“Ellos estaban en Buenaventura tomando una gaseosa con otros muleros (conductores de tractomulas) y llegaron ahí y los mataron. Mataron siete ese día. Mataron el papá de ella y a mi hijo”.
A pesar de que todos aseguran que fueron los paramilitares, para esta madre, diez años después de los crímenes, no sabe quién los asesinó.
“Pa saber. El problema que uno no sabe quién los mato ni nada”. Ellos dejaron cuatro hijos. Ya me toco ponerme a criar esos nietos. Dos de mi hijo y las dos del yerno”.
Para Enoy Adrada Gómez, madre de Yan Dile, el Proceso de Justicia y Paz es bueno para conocer quienes los mataron.
“Pues yo no sé qué pensar… que es bueno. A lo menos están removiendo, a lo menos pensando que los mataron y no se sabe porque ni nada”.
Para el Movice, Movimiento Nacional de Víctimas de crímenes de Estado, Capitulo Valle, el único pecado de las personas asesinadas en la vía al mar, es haber estado en un sitio estratégico como es la carretera al Puerto de Buenaventura.
“Por esta vía que estamos transitando es una de las causas estructurales de estos crímenes. Pues el único pecado o el único error de estas víctimas es haber estado ubicado en un sector estratégico por dónde iba a pasar esta gran carretera que tiene muchísimos intereses. La memoria de nuestras víctimas es necesaria recuperarla en el sentido de que eran seres humanos, eran campesinos, tenían sus familias, eran pescadores y agricultores. Que nosotros conozcamos que esas personas hacían, hace que la saquemos de ser una cifra más, un nombre más, una fecha más y que sean recuperadas sus memorias, las convierte en seres humanos valiosos, que tenían una historia, una familia, que tenían unos proyectos de vida que fueron trocados, por unas políticas de crímenes de Estado, por unas políticas económicas que van por encima de los seres humanos y por unas políticas de eliminar al que esta en contra de nuestros proyectos y nuestros intereses. En ese sentido es importante la memoria y debemos seguir recuperando la memoria histórica de nuestras víctimas para que no le demos el gusto al olvido y la impunidad que es lo que quiere el Estado”.
El Bloque 'Calima' de las AUC inicialmente tuvo varios comandantes, entre ellos estaban 'Rafa Putumayo', quien tuvo que huir de la región y posteriormente sería uno de los comandantes del Bloque 'Sur Putumayo'; alias “Román” – sargento retirado del Ejército-, quien sería asesinado en julio de 2000 y alias “José”, un mayor retirado del ejercito quién sería el encargado de delegarle el mando a 'HH'.
El sitio es la Vereda Katanga, en donde se recordará la muerte de dos de los siete hombres que fueron asesinados por integrantes del Bloque Calima, cuando tomaban gaseosa en el Puerto. Se trata de Yan Dile Adrada Gómez, un joven de 25 años y Gildardo Flórez.
“Ellos estaban en Buenaventura tomando una gaseosa con otros muleros (conductores de tractomulas) y llegaron ahí y los mataron. Mataron siete ese día. Mataron el papá de ella y a mi hijo”.
A pesar de que todos aseguran que fueron los paramilitares, para esta madre, diez años después de los crímenes, no sabe quién los asesinó.
“Pa saber. El problema que uno no sabe quién los mato ni nada”. Ellos dejaron cuatro hijos. Ya me toco ponerme a criar esos nietos. Dos de mi hijo y las dos del yerno”.
Para Enoy Adrada Gómez, madre de Yan Dile, el Proceso de Justicia y Paz es bueno para conocer quienes los mataron.
“Pues yo no sé qué pensar… que es bueno. A lo menos están removiendo, a lo menos pensando que los mataron y no se sabe porque ni nada”.
Para el Movice, Movimiento Nacional de Víctimas de crímenes de Estado, Capitulo Valle, el único pecado de las personas asesinadas en la vía al mar, es haber estado en un sitio estratégico como es la carretera al Puerto de Buenaventura.
“Por esta vía que estamos transitando es una de las causas estructurales de estos crímenes. Pues el único pecado o el único error de estas víctimas es haber estado ubicado en un sector estratégico por dónde iba a pasar esta gran carretera que tiene muchísimos intereses. La memoria de nuestras víctimas es necesaria recuperarla en el sentido de que eran seres humanos, eran campesinos, tenían sus familias, eran pescadores y agricultores. Que nosotros conozcamos que esas personas hacían, hace que la saquemos de ser una cifra más, un nombre más, una fecha más y que sean recuperadas sus memorias, las convierte en seres humanos valiosos, que tenían una historia, una familia, que tenían unos proyectos de vida que fueron trocados, por unas políticas de crímenes de Estado, por unas políticas económicas que van por encima de los seres humanos y por unas políticas de eliminar al que esta en contra de nuestros proyectos y nuestros intereses. En ese sentido es importante la memoria y debemos seguir recuperando la memoria histórica de nuestras víctimas para que no le demos el gusto al olvido y la impunidad que es lo que quiere el Estado”.
El Bloque 'Calima' de las AUC inicialmente tuvo varios comandantes, entre ellos estaban 'Rafa Putumayo', quien tuvo que huir de la región y posteriormente sería uno de los comandantes del Bloque 'Sur Putumayo'; alias “Román” – sargento retirado del Ejército-, quien sería asesinado en julio de 2000 y alias “José”, un mayor retirado del ejercito quién sería el encargado de delegarle el mando a 'HH'.
"A mi hijo me lo mataron. Tiene que ser los paras"
Luego de recorrer el corregimiento de Cisneros y la Vereda Playa Larga, en la vía en la vía que de la Capital del Valle conduce a Buenaventura, colocando cruces en donde las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, masacraron a más de 50 personas hace diez años, se llega a la Vereda La Delfina, en donde por las obras de la doble calzada no se puede colocar la tercera cruz, para recordar a tres hombres asesinados.
De allí nos trasladamos a La Vereda El Salto para clavar la cuarta cruz al lado de una casa de la ladrillo en donde se encuentra María Dolores Moreno, otra afrodescendiente a quién los paramilitares del Bloque Calima, asesinaron a su hijo Jesús María Moreno, cuando se encontraba con un amigo.
“A mi hijo me lo mataron. Tiene que ser los paras. Uno como madre no se da cuenta de las cosas. El andaba tomando ese día y le habían dicho que no se montara en una moto con un muchacho que andaban persiguiendo, y él como era amigo de él, pues se monto. Primero le dieron al muchacho de la moto y cuando mi hijo empezó a gritar: auxilio, auxilio, me mataron a mi compañero, entonces regresaron y le dieron a él”, relata María Dolores.
Esta mujer, como muchas que vivieron en carne propia la muerte de sus seres queridos, el dolor lo expresan con “alabaos” para recordar a sus seres queridos.
“El mío si lo encontraron y lo enterré en Cisneros. Eso fue el 13 de Octubre del 2002Dios tiene que proveer por todo lo que esta pasando. Que el meta sus brazos”.
Como en cada parada, antes o después de colocar una cruz, una persona de la Caravana habla sobre la importancia de recordar a las víctimas.
“Esta cruz es símbolo de muerte, pero también de memoria. Con esta cruz construimos memoria. Traemos al presente las vejaciones que se cometieron en el pasado contra el pueblo de la vía Alejandro Cabal Pombo - Dagua – Buenaventura, para recordar lo que sucede en nuestro país, que nos están matando nuestros campesinos, indígenas, obreros y nuestros estudiantes, para decir no más. Para no dejar en el sinsentido, el sentido de lo que somos. Para reivindicar la vida, para no olvidar, para recordar que el Estado Colombiano patrocina estos actos con la impunidad que suscitan, con la injusticia que promueve, con los crímenes que comete, con los crímenes que permite, con la consigna que fomenta y defiende, hay que olvidar lo que nos hace sentir vergüenza, para todo esto aquí estamos, rememorando nuestra historia. Presente, presente, presente.”
Entre el año 2000 y su desmovilización en 2005 las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, realizaron al menos 70 masacres, dejaron centenares de víctimas, produjo el desplazamiento de más de 20 mil personas, asesinó de manera selectiva a 400 líderes sindicales, cívicos, docentes y campesinos, y en la actualidad se cree que existen más de 400 fosas comunes con víctimas del Bloque.
De allí nos trasladamos a La Vereda El Salto para clavar la cuarta cruz al lado de una casa de la ladrillo en donde se encuentra María Dolores Moreno, otra afrodescendiente a quién los paramilitares del Bloque Calima, asesinaron a su hijo Jesús María Moreno, cuando se encontraba con un amigo.
“A mi hijo me lo mataron. Tiene que ser los paras. Uno como madre no se da cuenta de las cosas. El andaba tomando ese día y le habían dicho que no se montara en una moto con un muchacho que andaban persiguiendo, y él como era amigo de él, pues se monto. Primero le dieron al muchacho de la moto y cuando mi hijo empezó a gritar: auxilio, auxilio, me mataron a mi compañero, entonces regresaron y le dieron a él”, relata María Dolores.
Esta mujer, como muchas que vivieron en carne propia la muerte de sus seres queridos, el dolor lo expresan con “alabaos” para recordar a sus seres queridos.
“El mío si lo encontraron y lo enterré en Cisneros. Eso fue el 13 de Octubre del 2002Dios tiene que proveer por todo lo que esta pasando. Que el meta sus brazos”.
Como en cada parada, antes o después de colocar una cruz, una persona de la Caravana habla sobre la importancia de recordar a las víctimas.
“Esta cruz es símbolo de muerte, pero también de memoria. Con esta cruz construimos memoria. Traemos al presente las vejaciones que se cometieron en el pasado contra el pueblo de la vía Alejandro Cabal Pombo - Dagua – Buenaventura, para recordar lo que sucede en nuestro país, que nos están matando nuestros campesinos, indígenas, obreros y nuestros estudiantes, para decir no más. Para no dejar en el sinsentido, el sentido de lo que somos. Para reivindicar la vida, para no olvidar, para recordar que el Estado Colombiano patrocina estos actos con la impunidad que suscitan, con la injusticia que promueve, con los crímenes que comete, con los crímenes que permite, con la consigna que fomenta y defiende, hay que olvidar lo que nos hace sentir vergüenza, para todo esto aquí estamos, rememorando nuestra historia. Presente, presente, presente.”
Entre el año 2000 y su desmovilización en 2005 las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, realizaron al menos 70 masacres, dejaron centenares de víctimas, produjo el desplazamiento de más de 20 mil personas, asesinó de manera selectiva a 400 líderes sindicales, cívicos, docentes y campesinos, y en la actualidad se cree que existen más de 400 fosas comunes con víctimas del Bloque.
martes, 5 de octubre de 2010
"Cuando oímos los tiros, y ahí estaba tiradito junto con otro señor"
Es una mañana gris y nublada. Es un Domingo día de mercado. A pocos metros del Corregimiento de Cisneros, sobre la vía que comunica a Cali con el Puerto de Buenaventura, se llega a una humilde vivienda de la Vereda Playa Larga, en donde una mujer -con un machete en la mano- espera la caravana por la vida y la memoria.
Se trata de Cristina Bejarano, una mujer a quién el Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia, le mató a su hijo Jesús Elides Córdoba, junto con tres hombres más el 17 de Diciembre del año 2000.
Al lado de la casa, de color verde y a 200 metros del Río Dagua, se encuentra lista la segunda cruz, con un jarrón con dalias color naranja y tapada con un mantel blanco.
Doña Cristina, que sigue con el machete en la mano, señala a lo lejos el sitio en donde fue asesinado su hijo.
“Allá en la curvita, en los Tres Chorros murió mi hijo. Cuando oímos los tiros, el primerito que salió fue el papá y la hermana, y ahí estaba tiradito junto con otro señor y un herido que posteriormente murió en Cali”, relata Cristina.
Al preguntar porqué las AUC mataron a su hijo, Doña Cristina asegura que cree que fue por envidia.
“Mi hijo era un hombre que le gustaba trabajar. No le gustaban los problemas. Yo digo que fue por envidia porque el no era guerrero o que tenía enemigos con la gente no. Sino por envidia”, recalco.
Como grave, calificó doña Cristina, la muerte de su hijo y de las otras personas a manos de los paramilitares.
“Yo veo esto como grave. Porque gente que no tenga culpa, no tenga enemigos y como ellos bajaban haciendo tiros y mataban, pues ahí pasó eso. Mataron muchos jóvenes, ese día”, reveló.
Cristina, asegura que le tocado criar los tres niños que él dejo. Una niña y dos niños barones.
“Yo los he criado dándole escuela. Llevo cuatro años guerreando sola. Mi hijo tenía un negocio de comida y venta de licor, con el que sostenía a los niños y a mí. Mi esposo lo mató un carro hace 4 años. Yo estoy enferma. No me puedo agachar porque el especialista me dijo que tenía la columna desgastada y si se me reventaba quedaba en silla de ruedas o me moría, pero tengo que trabajar”.
Según relatan los pobladores de este sector de la Vereda Playa Larga, vía al Puerto de Buenaventura, el 17 de diciembre de 2000, los paramilitares pasaron en una camioneta matando a quién se encontraba, entre ellos Jesús Elides Córdoba, junto con Didier Leiva, Martín Alonso Echavarría y Roberto Riascos.
Hoy, diez años después, las cuatro muertes siguen impunes.
Se trata de Cristina Bejarano, una mujer a quién el Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia, le mató a su hijo Jesús Elides Córdoba, junto con tres hombres más el 17 de Diciembre del año 2000.
Al lado de la casa, de color verde y a 200 metros del Río Dagua, se encuentra lista la segunda cruz, con un jarrón con dalias color naranja y tapada con un mantel blanco.
Doña Cristina, que sigue con el machete en la mano, señala a lo lejos el sitio en donde fue asesinado su hijo.
“Allá en la curvita, en los Tres Chorros murió mi hijo. Cuando oímos los tiros, el primerito que salió fue el papá y la hermana, y ahí estaba tiradito junto con otro señor y un herido que posteriormente murió en Cali”, relata Cristina.
Al preguntar porqué las AUC mataron a su hijo, Doña Cristina asegura que cree que fue por envidia.
“Mi hijo era un hombre que le gustaba trabajar. No le gustaban los problemas. Yo digo que fue por envidia porque el no era guerrero o que tenía enemigos con la gente no. Sino por envidia”, recalco.
Como grave, calificó doña Cristina, la muerte de su hijo y de las otras personas a manos de los paramilitares.
“Yo veo esto como grave. Porque gente que no tenga culpa, no tenga enemigos y como ellos bajaban haciendo tiros y mataban, pues ahí pasó eso. Mataron muchos jóvenes, ese día”, reveló.
Cristina, asegura que le tocado criar los tres niños que él dejo. Una niña y dos niños barones.
“Yo los he criado dándole escuela. Llevo cuatro años guerreando sola. Mi hijo tenía un negocio de comida y venta de licor, con el que sostenía a los niños y a mí. Mi esposo lo mató un carro hace 4 años. Yo estoy enferma. No me puedo agachar porque el especialista me dijo que tenía la columna desgastada y si se me reventaba quedaba en silla de ruedas o me moría, pero tengo que trabajar”.
Según relatan los pobladores de este sector de la Vereda Playa Larga, vía al Puerto de Buenaventura, el 17 de diciembre de 2000, los paramilitares pasaron en una camioneta matando a quién se encontraba, entre ellos Jesús Elides Córdoba, junto con Didier Leiva, Martín Alonso Echavarría y Roberto Riascos.
Hoy, diez años después, las cuatro muertes siguen impunes.
viernes, 1 de octubre de 2010
"Ahí esta la pregunta del millón. ¿Por qué los mataron?"
“Saludos compañeros y compañeras. Compañeros de lucha, de sufrimiento. Víctimas igual que nosotros.
Hoy estamos aquí en conmemoración de los diez años de la masacre ocurrida en esta zona. Diez años de impunidad, diez años con sabor a inmunidad. Diez años de impotencia, diez años de agonía, pero no olvidamos, pero no perdonamos, porque esto fue una barbarie estos crímenes a campesinos trabajadores que sólo querían vivir. Porque esto es duro, cuando te desaparecen tú hijo. Es duro cuando te masacran a tú marido, es duro cuando tú hijo aparece asesinado en la calle, amarrado y torturado. Es duro cuando te masacran los papas de tus hijos, cuando trabajan aserrando y todos son masacrados a machete y bala. Es duro cuando tú, como padre, ves matar a sus hijos. Y la impunidad presente, ella nos ve, ella se ríe, ella goza, se siente feliz. Pero nosotras las víctimas tenemos la esperanza que por medio de Dios, algún día se hará justicia, aunque ella sea ciega, sorda y muda. Tenemos la esperanza de que la verdad brillara. Son diez años de impunidad, ¿cuántos faltan? Gracias”
Con estas palabras, leídas con voz entrecortada por María Victoria Plazas en el Corregimiento de Cisneros, sobre la carretera que comunica a Cali (Capital del Valle del Cauca), con el Puerto sobre el mar pacífico colombiano, se inició la Caravana por la Vida y la Memoria, para conmemorar los diez años de las masacres cometidas por las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, en la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura.
La marcha, liderada por el Grupo de Mujeres de Triana (Vereda) - luciendo en sus cabezas turbantes blancos y negros y camisetas con fotos de sus seres queridos asesinados - y el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado, Movice, recorrió 14 sitios a los largo de la vía, colocando igual número de cruces para recordar a las víctimas y hacer un llamado para que los crímenes no sigan impunes.
Cisneros, Playa Larga, La Delfina, El Salto, Katanga, Yanaconas, La Invasión, La Machaca, Triana, Bendiciones, El Cafetal, el Puente de Zaragoza, Córdoba y el Barrio Las Palmas, en Buenaventura, fueron los sitios que recorrieron los familiares de más de 50 personas -entre hombres y mujeres- que fueron asesinados en grupos de siete por integrantes del Bloque Calima de las AUC, que lideró José Éver Veloza, alias “HH”, hoy extraditado a los Estados Unidos.
La Caravana, que partió a las nueve de la mañana y culminó a las seis de la tarde, se inició frente a un letrero que dice “Granero San Marino” y al lado de un poste de energía, ubicado en el Corregimiento de Cisneros, en donde fue colocada la primera cruz, de las catorce que se clavaron en la vía, como símbolo de memoria.
Las cruces, tapadas con telas blancas (antes de ser descubiertas), estaban acompañadas con improvisados jarrones con margaritas o dalias y con un letrero que reza: “Por la vida y la memoria de las víctimas de la vía Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura”.
Una vez se llegaba a una cruz, los familiares de las víctimas la descubrían y con una oración y alabaos (cantos corales de alabanza o exaltación religiosa ofrendados a los santos) se iniciaba el rito que no duraba más de diez 20 minutos.
Pedro Celestino Viafará, un maestro de construcción, fue uno de los cinco hombres asesinados en un recorrido de muerte que llevaron a cabo los paramilitares el 26 de agosto de 2000. Su esposa, María Victoria Plaza, diez años después se sigue preguntando porqué lo mataron.
“Ahí esta la pregunta del millón. ¿Por qué los mataron? Así como pasó desde el principio, así estamos hoy. Desde aquí (Cisneros) hasta Buenaventura HH masacró a todo mundo. No se sabe a ciencia cierta quién le pago, pero como se fue para Estados Unidos por eso tiene sabor a impunidad”.
Victoria, al preguntarle sobre cuántas personas habría asesinado HH, invoca a Dios
“Hay Dios mío. Yo creo que si fueron cien personas, fue poquito, porque hay unos que no tenemos los datos”.
Para esta mujer, la impunidad por las masacres, sigue a flor de piel.
“No pasa nada con nuestras víctimas. Cuando son familias de pobres”, puntualizó.
Hoy estamos aquí en conmemoración de los diez años de la masacre ocurrida en esta zona. Diez años de impunidad, diez años con sabor a inmunidad. Diez años de impotencia, diez años de agonía, pero no olvidamos, pero no perdonamos, porque esto fue una barbarie estos crímenes a campesinos trabajadores que sólo querían vivir. Porque esto es duro, cuando te desaparecen tú hijo. Es duro cuando te masacran a tú marido, es duro cuando tú hijo aparece asesinado en la calle, amarrado y torturado. Es duro cuando te masacran los papas de tus hijos, cuando trabajan aserrando y todos son masacrados a machete y bala. Es duro cuando tú, como padre, ves matar a sus hijos. Y la impunidad presente, ella nos ve, ella se ríe, ella goza, se siente feliz. Pero nosotras las víctimas tenemos la esperanza que por medio de Dios, algún día se hará justicia, aunque ella sea ciega, sorda y muda. Tenemos la esperanza de que la verdad brillara. Son diez años de impunidad, ¿cuántos faltan? Gracias”
Con estas palabras, leídas con voz entrecortada por María Victoria Plazas en el Corregimiento de Cisneros, sobre la carretera que comunica a Cali (Capital del Valle del Cauca), con el Puerto sobre el mar pacífico colombiano, se inició la Caravana por la Vida y la Memoria, para conmemorar los diez años de las masacres cometidas por las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, en la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura.
La marcha, liderada por el Grupo de Mujeres de Triana (Vereda) - luciendo en sus cabezas turbantes blancos y negros y camisetas con fotos de sus seres queridos asesinados - y el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado, Movice, recorrió 14 sitios a los largo de la vía, colocando igual número de cruces para recordar a las víctimas y hacer un llamado para que los crímenes no sigan impunes.
Cisneros, Playa Larga, La Delfina, El Salto, Katanga, Yanaconas, La Invasión, La Machaca, Triana, Bendiciones, El Cafetal, el Puente de Zaragoza, Córdoba y el Barrio Las Palmas, en Buenaventura, fueron los sitios que recorrieron los familiares de más de 50 personas -entre hombres y mujeres- que fueron asesinados en grupos de siete por integrantes del Bloque Calima de las AUC, que lideró José Éver Veloza, alias “HH”, hoy extraditado a los Estados Unidos.
La Caravana, que partió a las nueve de la mañana y culminó a las seis de la tarde, se inició frente a un letrero que dice “Granero San Marino” y al lado de un poste de energía, ubicado en el Corregimiento de Cisneros, en donde fue colocada la primera cruz, de las catorce que se clavaron en la vía, como símbolo de memoria.
Las cruces, tapadas con telas blancas (antes de ser descubiertas), estaban acompañadas con improvisados jarrones con margaritas o dalias y con un letrero que reza: “Por la vida y la memoria de las víctimas de la vía Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura”.
Una vez se llegaba a una cruz, los familiares de las víctimas la descubrían y con una oración y alabaos (cantos corales de alabanza o exaltación religiosa ofrendados a los santos) se iniciaba el rito que no duraba más de diez 20 minutos.
Pedro Celestino Viafará, un maestro de construcción, fue uno de los cinco hombres asesinados en un recorrido de muerte que llevaron a cabo los paramilitares el 26 de agosto de 2000. Su esposa, María Victoria Plaza, diez años después se sigue preguntando porqué lo mataron.
“Ahí esta la pregunta del millón. ¿Por qué los mataron? Así como pasó desde el principio, así estamos hoy. Desde aquí (Cisneros) hasta Buenaventura HH masacró a todo mundo. No se sabe a ciencia cierta quién le pago, pero como se fue para Estados Unidos por eso tiene sabor a impunidad”.
Victoria, al preguntarle sobre cuántas personas habría asesinado HH, invoca a Dios
“Hay Dios mío. Yo creo que si fueron cien personas, fue poquito, porque hay unos que no tenemos los datos”.
Para esta mujer, la impunidad por las masacres, sigue a flor de piel.
“No pasa nada con nuestras víctimas. Cuando son familias de pobres”, puntualizó.
martes, 28 de septiembre de 2010
"Colombia ha vivido un holocausto", dice autor de obra sobre Masacre de Trujillo
(*) Àlex Cubero
Pese a ser autor de una obra teatral sobre la masacre de Trujillo, donde fueron asesinadas 342 personas a manos de narcotraficantes y paramilitares entre 1986 y 1994, a Humberto Dorado aún se le entrecorta la respiración al hablar sobre un hecho que evidencia que "lo que Colombia ha vivido es un holocausto".
Hace ya tres años que este escritor y actor colombiano empezó a sumergirse a fondo en la historia de la barbarie en aquel municipio campesino del suroeste de Colombia, donde más de tres centenares de personas murieron a manos de narcotraficantes y paramilitares, en connivencia con la Fuerza Pública.
Transcurridas dos décadas, la expectación envuelve el estreno hoy en Bogotá de la obra teatral "El deber de Fenster", escrita por Dorado y Matías Maldonado, y dirigida por Nicolás Montero y Laura Villegas.
En una entrevista, Dorado explicó cómo la violencia ha sacudido de tal modo a su país que es necesario hablar ya de un genocidio, que no obstante la sociedad ha olvidado.
"En este país tenemos que reconocer que uno de los fenómenos más frecuentes y más atroces es la masacre. Tenemos que asumirlo y estudiarlo, y no sólo a través del dolor de las víctimas y la reparación, sino también a través de nosotros mismos", aseveró.
Ese es el proceso que recorre el protagonista principal de la obra, Edel Fenster (Jairo Camargo), un editor ficticio que recibe el encargo de armar un documental sobre aquel horrible episodio.
Metáfora de la sociedad colombiana, Fenster inicia una travesía emocional a través de testimonios reales, notas periodísticas y documentos históricos, vertebrados a partir de la declaración manuscrita de Daniel Arcila (Daniel Castaño), testimonio de aquel suceso que los fiscales invalidaron por supuesta enajenación mental y quien desapareció después, presuntamente asesinado.
Con una copia del manuscrito de Arcila en las manos, Dorado se preguntó: "¿Cómo es posible que una sociedad tolere, azuce, estimule y alimente la violencia? Me parece una enfermedad, siento que estamos hundidos en un fango de mentiras, en un mar de impunidad", lamentó.
A su juicio, la obra relata "la lucha de la palabra contra el infierno", y trata de demostrar cómo la sociedad sobrevive a partir de olvidar casos como el de Trujillo, donde se produjo una serie de desapariciones forzadas, torturas, homicidios selectivos, detenciones arbitrarias y masacres.
Una localidad que padeció la crueldad extrema en forma de asesinatos, violaciones y torturas para amedrentar a la población, cuyo silencio sólo se rompía con el sonido de las motosierras con las que descuartizaban en vida a campesinos sospechosos de colaborar con la guerrilla y cuyos cuerpos mutilados eran arrojados al río Cauca, llamado el "cementerio clandestino"
Aunque el Estado colombiano fue condenado en 1995 por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), lo que obligó al entonces presidente, Ernesto Samper, a pedir excusas públicas, la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) sigue denunciado la impunidad y la ausencia de un fallo condenatorio por esos crímenes.
"La obra -apuntó Dorado- es un tobogán de emociones desde el horror a la vergüenza, la ternura y el dolor" y que, sin entrar en el morbo, pretende "ser fiel a aquel horror".
A su entender, "una sociedad tiene que saber dónde están sus muertos. (...) Aquí tenemos un problema con los muertos, las fosas comunes y los desaparecidos, y el caso de Trujillo tiene todos los componentes que se repitieron durante veinte años y que seguirán repitiéndose si la sociedad no reacciona".
"No queremos herir o hacer daño, pero puede haber gente indignada y puede crear controversias", reconoció Dorado, que sin embargo recordó que es "absolutamente necesario que un pueblo se conozca a sí mismo, aunque esa verdad duela".
(*) Agencia EFE
Pese a ser autor de una obra teatral sobre la masacre de Trujillo, donde fueron asesinadas 342 personas a manos de narcotraficantes y paramilitares entre 1986 y 1994, a Humberto Dorado aún se le entrecorta la respiración al hablar sobre un hecho que evidencia que "lo que Colombia ha vivido es un holocausto".
Hace ya tres años que este escritor y actor colombiano empezó a sumergirse a fondo en la historia de la barbarie en aquel municipio campesino del suroeste de Colombia, donde más de tres centenares de personas murieron a manos de narcotraficantes y paramilitares, en connivencia con la Fuerza Pública.
Transcurridas dos décadas, la expectación envuelve el estreno hoy en Bogotá de la obra teatral "El deber de Fenster", escrita por Dorado y Matías Maldonado, y dirigida por Nicolás Montero y Laura Villegas.
En una entrevista, Dorado explicó cómo la violencia ha sacudido de tal modo a su país que es necesario hablar ya de un genocidio, que no obstante la sociedad ha olvidado.
"En este país tenemos que reconocer que uno de los fenómenos más frecuentes y más atroces es la masacre. Tenemos que asumirlo y estudiarlo, y no sólo a través del dolor de las víctimas y la reparación, sino también a través de nosotros mismos", aseveró.
Ese es el proceso que recorre el protagonista principal de la obra, Edel Fenster (Jairo Camargo), un editor ficticio que recibe el encargo de armar un documental sobre aquel horrible episodio.
Metáfora de la sociedad colombiana, Fenster inicia una travesía emocional a través de testimonios reales, notas periodísticas y documentos históricos, vertebrados a partir de la declaración manuscrita de Daniel Arcila (Daniel Castaño), testimonio de aquel suceso que los fiscales invalidaron por supuesta enajenación mental y quien desapareció después, presuntamente asesinado.
Con una copia del manuscrito de Arcila en las manos, Dorado se preguntó: "¿Cómo es posible que una sociedad tolere, azuce, estimule y alimente la violencia? Me parece una enfermedad, siento que estamos hundidos en un fango de mentiras, en un mar de impunidad", lamentó.
A su juicio, la obra relata "la lucha de la palabra contra el infierno", y trata de demostrar cómo la sociedad sobrevive a partir de olvidar casos como el de Trujillo, donde se produjo una serie de desapariciones forzadas, torturas, homicidios selectivos, detenciones arbitrarias y masacres.
Una localidad que padeció la crueldad extrema en forma de asesinatos, violaciones y torturas para amedrentar a la población, cuyo silencio sólo se rompía con el sonido de las motosierras con las que descuartizaban en vida a campesinos sospechosos de colaborar con la guerrilla y cuyos cuerpos mutilados eran arrojados al río Cauca, llamado el "cementerio clandestino"
Aunque el Estado colombiano fue condenado en 1995 por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), lo que obligó al entonces presidente, Ernesto Samper, a pedir excusas públicas, la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) sigue denunciado la impunidad y la ausencia de un fallo condenatorio por esos crímenes.
"La obra -apuntó Dorado- es un tobogán de emociones desde el horror a la vergüenza, la ternura y el dolor" y que, sin entrar en el morbo, pretende "ser fiel a aquel horror".
A su entender, "una sociedad tiene que saber dónde están sus muertos. (...) Aquí tenemos un problema con los muertos, las fosas comunes y los desaparecidos, y el caso de Trujillo tiene todos los componentes que se repitieron durante veinte años y que seguirán repitiéndose si la sociedad no reacciona".
"No queremos herir o hacer daño, pero puede haber gente indignada y puede crear controversias", reconoció Dorado, que sin embargo recordó que es "absolutamente necesario que un pueblo se conozca a sí mismo, aunque esa verdad duela".
(*) Agencia EFE
miércoles, 15 de septiembre de 2010
De 20 a 30 menores son detenidos mensualmente en Cali por delitos
En medio de la polémica que ha generado el proyecto de la Senadora Gilma Jiménez, que busca que los menores entre los 14 y los 18 años paguen condenas entre los 6 y 15 años por delitos como homicidios, abuso sexual, hurto calificado, extorsiones y secuestros, en Cali, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, reveló que en promedio las autoridades están capturando entre 20 y 30 jóvenes infractores al mes.
El Director Regional de la entidad, John Arley Murillo, reveló que hay días en la ciudad en que se detienen entre cinco y ocho menores, dependiendo de los operativos, capturas y redadas que realizan la Policía Metropolitana de Cali, en diferentes sectores de la Capital del Valle.
La edad de estos jóvenes infractores, en su mayoría son de 15 a 16 años (hay que tener en cuenta que los menores que ingresan al Sistema de Responsabilidad Penal, son mínimo de 14 años como lo establece el Código de Infancia y adolescencia).
“Los delitos que más cometen los jóvenes en Cali son el hurto calificado y hurto simple. Son detenidos también por el porte ilegal de armas y porte ilegal de estupefacientes”, anotó John Arley Murillo.
Actualmente están recluidos en el Centro de Formación Valle del Lili, al sur de la ciudad, 255 menores, de los cuales 14 son niñas. Hay jóvenes que están condenados a seis (6) meses y otros a cuatro (4) o cinco (5) años por diversos delitos.
A estos menores, durante su detención Bienestar Familiar, les adelanta un proceso pedagógico del orden re-educativo. Son vinculados nuevamente al Sistema Educativo Escolar, son objeto de una intervención por parte de sicólogos, vinculados a actividades deportivas y lúdicas, así como a talleres y cursos de formación técnica dictados por el Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena.
“Hemos graduado 46 jóvenes en primaria, bachillerato y en técnicos del Sena. Son jóvenes que salen a la calle con una formación profesional que les permita vincularse al mercado laboral y producir recursos de manera licita”, reveló el Director Regional de Bienestar Familiar.
Menores de 14 años infractores
En Cali es común ver a niños de escasa edad cometiendo todo tipo de delitos. Estos son utilizados en su mayoría por adultos ya que el Código de Infancia y Adolescencia establece que niños menores de 14 años no son imputables penalmente.
Esto ha llevado al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en el Departamento del Valle, a crear un sitio especial para albergar a estos niños infractores.
Se trata del Centro “Agua Clara”, ubicado en zona rural del Municipio de Palmira, en cercanías a la población de Pradera, en donde son remitidos los niños detenidos por cometer hurtos menores y hurto simple.
En esta institución de protección, con una capacidad para 50 niños, actualmente están recluidos 35 niños, a quienes se les adelanta un trámite de restablecimiento de derechos, y no un trámite penal, en donde -dependiendo de la voluntad del padre de estar con su hijo, se adelanta un proceso para poder recuperarlo- a veces los niños son declarados en adaptabilidad y quedan al cuidado de Bienestar Familiar hasta que tenga la mayoría de edad.
Buscan endurecer las penas a menores
La senadora Gilma Jiménez presentó ante el Congreso de la República un proyecto que busca que los menores entre los 14 y los 18 años paguen condenas entre los 6 y 15 años por delitos como homicidios, abuso sexual, hurto calificado, extorsiones y secuestros.
“Estos adolescentes van a tener que pagar esa pena en una cárcel especial, donde la sociedad les ofrezca una oportunidad mediante un proceso de resocialización, pero no vamos a continuar viendo como producto de un discurso bien intencionado pero irresponsable estamos generando un efecto perverso y es que cada vez más con mayor frecuencia nuestros adolescentes están cometiendo delitos muy graves” puntualizó Jiménez.
Según la senadora del Partido Verde, en la actualidad las penas para los menores que cometen graves delitos están determinadas por la edad y no por la gravedad de los delitos.
El Director Regional de la entidad, John Arley Murillo, reveló que hay días en la ciudad en que se detienen entre cinco y ocho menores, dependiendo de los operativos, capturas y redadas que realizan la Policía Metropolitana de Cali, en diferentes sectores de la Capital del Valle.
La edad de estos jóvenes infractores, en su mayoría son de 15 a 16 años (hay que tener en cuenta que los menores que ingresan al Sistema de Responsabilidad Penal, son mínimo de 14 años como lo establece el Código de Infancia y adolescencia).
“Los delitos que más cometen los jóvenes en Cali son el hurto calificado y hurto simple. Son detenidos también por el porte ilegal de armas y porte ilegal de estupefacientes”, anotó John Arley Murillo.
Actualmente están recluidos en el Centro de Formación Valle del Lili, al sur de la ciudad, 255 menores, de los cuales 14 son niñas. Hay jóvenes que están condenados a seis (6) meses y otros a cuatro (4) o cinco (5) años por diversos delitos.
A estos menores, durante su detención Bienestar Familiar, les adelanta un proceso pedagógico del orden re-educativo. Son vinculados nuevamente al Sistema Educativo Escolar, son objeto de una intervención por parte de sicólogos, vinculados a actividades deportivas y lúdicas, así como a talleres y cursos de formación técnica dictados por el Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena.
“Hemos graduado 46 jóvenes en primaria, bachillerato y en técnicos del Sena. Son jóvenes que salen a la calle con una formación profesional que les permita vincularse al mercado laboral y producir recursos de manera licita”, reveló el Director Regional de Bienestar Familiar.
Menores de 14 años infractores
En Cali es común ver a niños de escasa edad cometiendo todo tipo de delitos. Estos son utilizados en su mayoría por adultos ya que el Código de Infancia y Adolescencia establece que niños menores de 14 años no son imputables penalmente.
Esto ha llevado al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en el Departamento del Valle, a crear un sitio especial para albergar a estos niños infractores.
Se trata del Centro “Agua Clara”, ubicado en zona rural del Municipio de Palmira, en cercanías a la población de Pradera, en donde son remitidos los niños detenidos por cometer hurtos menores y hurto simple.
En esta institución de protección, con una capacidad para 50 niños, actualmente están recluidos 35 niños, a quienes se les adelanta un trámite de restablecimiento de derechos, y no un trámite penal, en donde -dependiendo de la voluntad del padre de estar con su hijo, se adelanta un proceso para poder recuperarlo- a veces los niños son declarados en adaptabilidad y quedan al cuidado de Bienestar Familiar hasta que tenga la mayoría de edad.
Buscan endurecer las penas a menores
La senadora Gilma Jiménez presentó ante el Congreso de la República un proyecto que busca que los menores entre los 14 y los 18 años paguen condenas entre los 6 y 15 años por delitos como homicidios, abuso sexual, hurto calificado, extorsiones y secuestros.
“Estos adolescentes van a tener que pagar esa pena en una cárcel especial, donde la sociedad les ofrezca una oportunidad mediante un proceso de resocialización, pero no vamos a continuar viendo como producto de un discurso bien intencionado pero irresponsable estamos generando un efecto perverso y es que cada vez más con mayor frecuencia nuestros adolescentes están cometiendo delitos muy graves” puntualizó Jiménez.
Según la senadora del Partido Verde, en la actualidad las penas para los menores que cometen graves delitos están determinadas por la edad y no por la gravedad de los delitos.
martes, 14 de septiembre de 2010
Por día llegan de cuatro a cinco heridos por arma de fuego a Hospital de Cali
En momentos en que Colombia vive una escalada de ataques de la guerrilla de las Farc, contra agentes de la Policía y el Gobierno del Presidente, Juan Manuel Santos, decidió “tomarse” una de las comunas más violentas de la ciudad de Medellín, la 13, para combatir la violencia que se genera por parte de los llamados “combos”, en Cali, Capital del Valle del Cauca (la tercera ciudad más importante del país, después de Bogotá y Medellín) la situación de violencia sigue su camino.
Para la muestra, un botón. En Hospital Universitario del Valle -uno de los más importantes del sur occidente de Colombia- en los últimos seis (6) meses, se están recibiendo un promedio cada día, de cuatro (4) a cinco (5) heridos por arma de fuego.
La preocupante cifra fue revelada por el Jefe de la Unidad de Trauma y Reanimación del Centro hospitalario, Laureano Quintero, uno de los médicos que conoce de primera mano la violencia que se genera en Cali en todas sus manifestaciones.
Para el galeno, esta cifra no se contemplaba hacía mucho tiempo en Cali, la cual justifica unas medidas de fondo, permanentes y constantes frente a lo que esta pasando en la ciudad.
“Pidiendo respeto por la realidad -porque parece que a la gente de la autoridad le molestará que uno expresara esa cifra- hay verdades inocultables que uno debe manejar a ciencia cierta sobre Cali. Las estadísticas de la violencia y los homicidios en la ciudad, son estadísticas que muestran una situación muy complicada y que no están bajo control ideal”, advirtió el médico.
Laureano Quintero, sostiene que sea cual sea la determinación de la autoridad municipal –de solicitar o no la intervención del Gobierno Nacional, así como lo hizo en Medellín- se debe manejar una Política Integral de Seguridad que cambie el escenario que vive Cali en materia de violencia.
“Las estadísticas oficiales, que se han divulgado repetitivamente, muestran que tenemos una cifra inaceptable de homicidios e inaceptable de personas que están siendo víctimas de heridas por arma de fuego y armas cortopunzante en la ciudad”, recalcó Laureano.
Desde el punto de vista de los grupos que han estado estudiando la situación de violencia en Cali, desde la academia y la realidad hospitalaria, el Jefe de la Unidad de Trauma y Reanimación del Hospital Universitario del Valle, considera que el primer paso es una Política Integral de Seguridad para la ciudad, la cual –en su concepto- no ha existido hasta ahora.
A su juicio, esa política debe ser continúa y seria y no “saltatoria”, es decir no cambiar el horario de *Ley Zanahoria y de porte de armas cada rato, lo cual es –definitivamente- necesario para la ciudad, que maneja un promedio de los fines de semana de diez (10) personas asesinadas por diferentes causas, en su mayoría por armas de fuego.
“En Cali estamos viviendo cifras inaceptables de lesionados por armas de fuego en múltiples circunstancias muchos días de la semana, pero significativamente después de las doce de la noche y las madrugadas y marcadamente los fines de semana, especialmente en situaciones de riñas y asociadas frecuentemente con el efecto del licor”, resalto Laureano Quintero.
Para el médico, a nivel municipal es fundamental que haya una Política Integral pero que no sea reactiva frente a casos como: “si unos travestis mataron un señor, prohibir los travestis o si un señor tumbo un poste, prohibir los postes, sino algo absolutamente integral y que obedezca a todo lo que esta ocurriendo”.
Laureno Quintero puntualizó que ese paquete de medidas integrales y constantes en Cali, es la única garantía de que las cosas puedan cambiar.
Continúa reducción de homicidios, asegura Gobierno caleño
Por su parte, el Gobierno de Cali, asegura que en lo que va corrido de Septiembre del presente año, el número de muertes violentas en la ciudad bajó en un 17 por ciento y siguen siendo los fines de semana los días de mayor ocurrencia de homicidios.
El promedio de muertes violentas diarias en la ciudad este año alcanza los cinco casos, en Septiembre ese promedio bajó a tres. La reducción real de homicidios comparando los primeros 13 días del mes de septiembre de 2009 y 2010, es ocho decesos menos.
(*) Ley Zanahoria es el horario que rige en las discotecas de Cali entre lunes y domingo.
Para la muestra, un botón. En Hospital Universitario del Valle -uno de los más importantes del sur occidente de Colombia- en los últimos seis (6) meses, se están recibiendo un promedio cada día, de cuatro (4) a cinco (5) heridos por arma de fuego.
La preocupante cifra fue revelada por el Jefe de la Unidad de Trauma y Reanimación del Centro hospitalario, Laureano Quintero, uno de los médicos que conoce de primera mano la violencia que se genera en Cali en todas sus manifestaciones.
Para el galeno, esta cifra no se contemplaba hacía mucho tiempo en Cali, la cual justifica unas medidas de fondo, permanentes y constantes frente a lo que esta pasando en la ciudad.
“Pidiendo respeto por la realidad -porque parece que a la gente de la autoridad le molestará que uno expresara esa cifra- hay verdades inocultables que uno debe manejar a ciencia cierta sobre Cali. Las estadísticas de la violencia y los homicidios en la ciudad, son estadísticas que muestran una situación muy complicada y que no están bajo control ideal”, advirtió el médico.
Laureano Quintero, sostiene que sea cual sea la determinación de la autoridad municipal –de solicitar o no la intervención del Gobierno Nacional, así como lo hizo en Medellín- se debe manejar una Política Integral de Seguridad que cambie el escenario que vive Cali en materia de violencia.
“Las estadísticas oficiales, que se han divulgado repetitivamente, muestran que tenemos una cifra inaceptable de homicidios e inaceptable de personas que están siendo víctimas de heridas por arma de fuego y armas cortopunzante en la ciudad”, recalcó Laureano.
Desde el punto de vista de los grupos que han estado estudiando la situación de violencia en Cali, desde la academia y la realidad hospitalaria, el Jefe de la Unidad de Trauma y Reanimación del Hospital Universitario del Valle, considera que el primer paso es una Política Integral de Seguridad para la ciudad, la cual –en su concepto- no ha existido hasta ahora.
A su juicio, esa política debe ser continúa y seria y no “saltatoria”, es decir no cambiar el horario de *Ley Zanahoria y de porte de armas cada rato, lo cual es –definitivamente- necesario para la ciudad, que maneja un promedio de los fines de semana de diez (10) personas asesinadas por diferentes causas, en su mayoría por armas de fuego.
“En Cali estamos viviendo cifras inaceptables de lesionados por armas de fuego en múltiples circunstancias muchos días de la semana, pero significativamente después de las doce de la noche y las madrugadas y marcadamente los fines de semana, especialmente en situaciones de riñas y asociadas frecuentemente con el efecto del licor”, resalto Laureano Quintero.
Para el médico, a nivel municipal es fundamental que haya una Política Integral pero que no sea reactiva frente a casos como: “si unos travestis mataron un señor, prohibir los travestis o si un señor tumbo un poste, prohibir los postes, sino algo absolutamente integral y que obedezca a todo lo que esta ocurriendo”.
Laureno Quintero puntualizó que ese paquete de medidas integrales y constantes en Cali, es la única garantía de que las cosas puedan cambiar.
Continúa reducción de homicidios, asegura Gobierno caleño
Por su parte, el Gobierno de Cali, asegura que en lo que va corrido de Septiembre del presente año, el número de muertes violentas en la ciudad bajó en un 17 por ciento y siguen siendo los fines de semana los días de mayor ocurrencia de homicidios.
El promedio de muertes violentas diarias en la ciudad este año alcanza los cinco casos, en Septiembre ese promedio bajó a tres. La reducción real de homicidios comparando los primeros 13 días del mes de septiembre de 2009 y 2010, es ocho decesos menos.
(*) Ley Zanahoria es el horario que rige en las discotecas de Cali entre lunes y domingo.
viernes, 10 de septiembre de 2010
Crímenes de periodistas de Valle, Antioquia y Tolima, continúan impunes
Durante esta semana se conmemoró el asesinato de los periodistas Javier Darío Arroyave y Lides Renato Batalla, del Departamento del Valle del Cauca; Martín Eduardo Múnera, de Antioquia, y Carlos José Restrepo Rocha, de Tolima. Sus crímenes se mantienen en la impunidad después de varios años de haber ocurrido.
Javier Darío Arroyave
El periodista fue asesinado el cuatro de septiembre de 2007 en la ciudad de Cartago, Valle del Cauca. Arrovaye era conductor de noticias de la emisora ‘Ondas del Valle’ y director del espacio ‘Cómo les parece’, de esa misma radio estación. El comunicador fue encontrado muerto en su residencia con diez puñaladas en el pecho y en el abdomen. Según informaron las autoridades en ese momento, al parecer tres sujetos ingresaron sin violentar la puerta y asesinaron a Arroyave, además de hurtar su computador portátil.
Hasta la fecha, el proceso judicial por el crimen del periodista continúa en etapa preliminar, sin que haya habido ninguna persona sindicada.
Lides Renato Batalla
El 7 de septiembre de 1984 fue asesinado el director y fundador del diario 'La Batalla'. Desconocidos le dispararon en frente de su residencia en la ciudad de Buenaventura, Valle del Cauca. Lides Renato también trabajaba para ‘Radio Buenaventura’ y era gestor de campañas cívicas en el municipio, razón por la cual era una personalidad reconocida y apreciada por los bonaerenses. Su crimen está relacionado con investigaciones que realizaba sobre corrupción administrativa y tráfico de drogas en el puerto de Buenaventura.
No se conocen avances judiciales en la investigación de su homicidio.
Martín Eduardo Múnera
Múnera, locutor de ‘Radio Reloj’, emisora afiliada a la cadena Caracol, fue asesinado en Medellín, Antioquia, el siete de septiembre de 1994. Un sujeto sin identificar le inyectó cianuro en el cuello, en momentos en que viajaba en un bus.
No son claros los motivos del crimen, pero no se descarta que sea por razones de oficio periodístico. Múnera también se desempeñaba como vicepresidente nacional del Sindicato de Trabajadores de Caracol.
El caso continúa en la total impunidad, de hecho, no aparece el archivo de la investigación judicial en la Fiscalía.
Carlos José Restrepo Rocha
El crimen del comunicador ocurrió el siete de septiembre de 2000, en el municipio de San Luis, departamento del Tolima. Fue secuestrado y asesinado por presuntos paramilitares que lo señalaron de tener supuestos vínculos con guerrillas colombianas. Restrepo Rocha era periodista del periódico ‘ElTangente’ y la emisora ‘Señal San Luis’.
En la investigación judicial se dictó resolución de acusación contra el señor Ricaurte Soria Ortiz, como presunto autor material del crimen. No obstante, aún no ha sido proferida su condena y se desconoce la identidad de los autores intelectuales del hecho.
La Fundación para la Libertad de Prensa, Flip, hace un llamado a la Fiscalía General de la Nación y la justicia en general, para que continúe con las investigaciones correspondientes y sean encontrados y castigados los responsables. Para la FLIP es preocupante que, después de tantos años, los crímenes de estos periodistas continúen impunes.
Como lo ha manifestado en otras ocasiones, la Flip ve con preocupación la impunidad que impera en los casos de asesinatos de periodistas en Colombia, cuyo número asciende a 136 casos por razones de oficio en los últimos 33 años (la cifra más alta en Latinoamérica), según cifras de la Flip.
La Flip continuará haciendo seguimiento a los procesos judiciales del caso, con miras a exigir al Estado la pronta condena de los asesinos.
Javier Darío Arroyave
El periodista fue asesinado el cuatro de septiembre de 2007 en la ciudad de Cartago, Valle del Cauca. Arrovaye era conductor de noticias de la emisora ‘Ondas del Valle’ y director del espacio ‘Cómo les parece’, de esa misma radio estación. El comunicador fue encontrado muerto en su residencia con diez puñaladas en el pecho y en el abdomen. Según informaron las autoridades en ese momento, al parecer tres sujetos ingresaron sin violentar la puerta y asesinaron a Arroyave, además de hurtar su computador portátil.
Hasta la fecha, el proceso judicial por el crimen del periodista continúa en etapa preliminar, sin que haya habido ninguna persona sindicada.
Lides Renato Batalla
El 7 de septiembre de 1984 fue asesinado el director y fundador del diario 'La Batalla'. Desconocidos le dispararon en frente de su residencia en la ciudad de Buenaventura, Valle del Cauca. Lides Renato también trabajaba para ‘Radio Buenaventura’ y era gestor de campañas cívicas en el municipio, razón por la cual era una personalidad reconocida y apreciada por los bonaerenses. Su crimen está relacionado con investigaciones que realizaba sobre corrupción administrativa y tráfico de drogas en el puerto de Buenaventura.
No se conocen avances judiciales en la investigación de su homicidio.
Martín Eduardo Múnera
Múnera, locutor de ‘Radio Reloj’, emisora afiliada a la cadena Caracol, fue asesinado en Medellín, Antioquia, el siete de septiembre de 1994. Un sujeto sin identificar le inyectó cianuro en el cuello, en momentos en que viajaba en un bus.
No son claros los motivos del crimen, pero no se descarta que sea por razones de oficio periodístico. Múnera también se desempeñaba como vicepresidente nacional del Sindicato de Trabajadores de Caracol.
El caso continúa en la total impunidad, de hecho, no aparece el archivo de la investigación judicial en la Fiscalía.
Carlos José Restrepo Rocha
El crimen del comunicador ocurrió el siete de septiembre de 2000, en el municipio de San Luis, departamento del Tolima. Fue secuestrado y asesinado por presuntos paramilitares que lo señalaron de tener supuestos vínculos con guerrillas colombianas. Restrepo Rocha era periodista del periódico ‘ElTangente’ y la emisora ‘Señal San Luis’.
En la investigación judicial se dictó resolución de acusación contra el señor Ricaurte Soria Ortiz, como presunto autor material del crimen. No obstante, aún no ha sido proferida su condena y se desconoce la identidad de los autores intelectuales del hecho.
La Fundación para la Libertad de Prensa, Flip, hace un llamado a la Fiscalía General de la Nación y la justicia en general, para que continúe con las investigaciones correspondientes y sean encontrados y castigados los responsables. Para la FLIP es preocupante que, después de tantos años, los crímenes de estos periodistas continúen impunes.
Como lo ha manifestado en otras ocasiones, la Flip ve con preocupación la impunidad que impera en los casos de asesinatos de periodistas en Colombia, cuyo número asciende a 136 casos por razones de oficio en los últimos 33 años (la cifra más alta en Latinoamérica), según cifras de la Flip.
La Flip continuará haciendo seguimiento a los procesos judiciales del caso, con miras a exigir al Estado la pronta condena de los asesinos.
lunes, 5 de julio de 2010
Mafias de inmigrantes en Cali y el Valle cobran de un millón a 15 millones de pesos por crear "falsas" amenazas para asilo
Muchos han sido los caleños y habitantes de varios municipios del Valle del Cauca, que han logrado “coronar” su llegada a un país extranjero en calida de asilado.
Se supone que lo han logrado por estar amenazados por grupos ilegales como las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc o del propio Estado colombiano. Pero no es así. Varios de ellos han utilizado falsas amenazas para salir de Colombia, rumbo a varios países de Europa y América.
Buena parte, de esas ficticias amenazas –quién lo creyera- están siendo realizadas por abogados que operan en la Capital del Valle y el Departamento.
“Organizaciones de abogados privados en Cali están engañando y estafando a la gente, con un eventual asilo o protección internacional en países como España, Suiza y Canadá”, reveló el Defensor Regional del Pueblo, Andrés Santamaría.
“Aquí hay personas que te crean la amenaza y te buscan luego que hacer con ella, para supuestamente buscarte asilo en otros países. Estas mafias cobran entre 500 mil y 15 millones de pesos por crearlas”, aseguró el Defensor.
Pero, bien. ¿Cuántas son las organizaciones de abogados dedicadas a elaborar las falsas amenazas? Andrés Santamaría sostiene que el número de redes no las conoce, pero que si existen y que en el Valle del Cauca son muy complejas.
“Estas mafias han utilizado el nombre de la Defensoría y mi nombre, engañando y estafando con eventuales asilos y creando situaciones y hechos totalmente ficticios. Crean usualmente persecuciones de amenazas de grupos ilegales o incluso de organismos del Estado, pero que no son ciertas”.
Frente a esta situación, la Defensoría ha sido muy rígida en certificar cualquier tipo de amenaza frente a organismos internacionales o gobiernos extranjeros para eventuales asilos.
“Ese negocio lo hemos venido dañando, porque nosotros hemos restringido el proceso y eso ha ocasionado una disminución considerable”.
Para el Defensor del Pueblo, Andrés Santamaría, el Valle del Cauca es el principal Departamento de Colombia con solicitudes emigratorias de asilo en el Mundo, el número uno en tráfico de personas y el principal Departamento en donde funcionan las redes de inmigraciones ilegales y utilización de hechos falsos para buscar asilos”.
“Lograr un proceso de asilo desde Colombia es un trabajo muy complejo y muy demorado. Primero es un proceso automático, independiente y totalmente manejado por los países extranjeros. Nosotros no tenemos ingerencia. Podemos ayudar a certificar los hechos, podemos ayudar a que se evalué y darles a entender que lo que dice la persona es cierto y que esta en un proceso de riesgo”, puntualizó el Defensor Regional del Pueblo en el Valle del Cauca, Andrés Santamaría.
Se supone que lo han logrado por estar amenazados por grupos ilegales como las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc o del propio Estado colombiano. Pero no es así. Varios de ellos han utilizado falsas amenazas para salir de Colombia, rumbo a varios países de Europa y América.
Buena parte, de esas ficticias amenazas –quién lo creyera- están siendo realizadas por abogados que operan en la Capital del Valle y el Departamento.
“Organizaciones de abogados privados en Cali están engañando y estafando a la gente, con un eventual asilo o protección internacional en países como España, Suiza y Canadá”, reveló el Defensor Regional del Pueblo, Andrés Santamaría.
“Aquí hay personas que te crean la amenaza y te buscan luego que hacer con ella, para supuestamente buscarte asilo en otros países. Estas mafias cobran entre 500 mil y 15 millones de pesos por crearlas”, aseguró el Defensor.
Pero, bien. ¿Cuántas son las organizaciones de abogados dedicadas a elaborar las falsas amenazas? Andrés Santamaría sostiene que el número de redes no las conoce, pero que si existen y que en el Valle del Cauca son muy complejas.
“Estas mafias han utilizado el nombre de la Defensoría y mi nombre, engañando y estafando con eventuales asilos y creando situaciones y hechos totalmente ficticios. Crean usualmente persecuciones de amenazas de grupos ilegales o incluso de organismos del Estado, pero que no son ciertas”.
Frente a esta situación, la Defensoría ha sido muy rígida en certificar cualquier tipo de amenaza frente a organismos internacionales o gobiernos extranjeros para eventuales asilos.
“Ese negocio lo hemos venido dañando, porque nosotros hemos restringido el proceso y eso ha ocasionado una disminución considerable”.
Para el Defensor del Pueblo, Andrés Santamaría, el Valle del Cauca es el principal Departamento de Colombia con solicitudes emigratorias de asilo en el Mundo, el número uno en tráfico de personas y el principal Departamento en donde funcionan las redes de inmigraciones ilegales y utilización de hechos falsos para buscar asilos”.
“Lograr un proceso de asilo desde Colombia es un trabajo muy complejo y muy demorado. Primero es un proceso automático, independiente y totalmente manejado por los países extranjeros. Nosotros no tenemos ingerencia. Podemos ayudar a certificar los hechos, podemos ayudar a que se evalué y darles a entender que lo que dice la persona es cierto y que esta en un proceso de riesgo”, puntualizó el Defensor Regional del Pueblo en el Valle del Cauca, Andrés Santamaría.
miércoles, 30 de junio de 2010
Los perros en la mira de los secuestradores
La historia que quiero contar hoy es ésta. Hace unos años, cuando trabajaba como periodista para el portal terra.com.co en Cali, recibí una llamada a la redacción -que en esa época quedaba en el Periódico El País- de una señora, que angustiada, me contó que su perrito –que había recogido de la calle, pero que lo quería como hijo bobo- se lo habían robado y que posteriormente se lo entregaron luego de dar una gruesa suma de dinero.
Increíble, pero cierto. Le secuestraron el perro y pidieron rescate por el “chandoso” ese.
Todavía recuerdo la reacción de mi jefe en Bogotá, cuando le conté que tenía una historia de no creer: “En Cali están secuestrando perros”.
De inmediato me aprobó la nota y me puse a la tarea de indagar sobre el curioso hecho. Fue así como hice la noticia, la cual fue publicada en Actualidad, en una sección llamada: El Mundo al revés, del Portal de terra.com.co el martes 2 de enero de 2001.
El relato que conmovió a muchos lectores fue el siguiente, aclarando que los nombres fueron cambiados por seguridad de las personas implicadas y del perro.
Lo que faltaba en Cali. Los perros en la mira de los secuestradores
En una cinematográfica acción, delincuentes en dos carros secuestraron en pleno centro de Cali a un perro de nombre “Morocho”, y exigieron la suma de cien mil pesos a su dueña.
Lo que faltaba. Además de secuestrar a niños, mujeres, ancianos, jóvenes, estudiantes y empresarios, ahora resulta que plagiar animales se volvió un negocio lucrativo en Cali.
Si, aunque usted no lo crea. Un perro de nombre “Morocho”, de raza “chan doberman” –como se les dice a los perros de poca monta- fue secuestrado en una cinematográfica acción, ante la mirada atónita de su ama.
Alrededor de las 5 de la tarde, doña “Rosinda” y “Morocho” salieron a dar su paseo diario en el Parque del Barrio Obrero –en pleno centro de Cali- cuando un taxi sin placas y con sus vidrios polarizados, se acerco raudamente hasta donde se encontraban los dos. Del vehículo descendieron dos hombres de color, quienes en forma sorpresiva le arrebataron el perro a doña Rosinda, quién atónita observó como se llevaban a su perro.
“Morocho”, que apenas acababa de salir de su encierro, en el que permanecía por miedo a ser robado, solo pudo gruñir ante la rápida acción de los secuestradores.
“Fue horrible. Por un momento pensé que era la perrera municipal, pero no fue así. Esos hombres casi me tumban por arrebatarme a mi “Morocho”. Me quedé de una sola pieza”, manifestó doña Rosinda.
Pero, trascurridas solamente unas horas y cuando los vecinos se arremolinaban en la casa en donde vivía “Morocho”, para enterarse de lo sucedido, los secuestradores comenzaron con las exigencias para su liberación.
Vía telefónica los delincuentes pidieron cien mil pesos por el rescate de “Morocho”. Dinero que en un principio no fue aceptado por la dueña del animal.
Doña Rosinda, desesperada al ver que no podía conseguir el dinero, les propuso a los maleantes pagarles solamente 40 mil pesos por su liberación. En ese momento la familia de “Morocho” sintió lo que padecen los familiares de las 2.754 personas que han sido secuestradas en este año en Colombia.
Doña Rosinda no dio aviso a las autoridades. “Me daba pánico que le pasara algo si la Policía o el Gaula intentaran rescatarlo”, comento la desesperada dama.
Al ver que no había otra opción, los secuestradores aceptaron el pago, pero lo exigieron que tenía que pagar la carrera del taxi en el cual sería transportado “Morocho”.
Para la entrega del dinero, doña Rosinda le pidió el favor a su mejor amigo, el lechero Erminson Calero para que la acompañara hasta el Parque, en donde se haría la negociación. Allí –cerca de la iglesia Jesús Obrero- impaciente con el collar en la mano, esperaba la llegada del taxi.
Un Daewoo modelo 97, se acercó lentamente al lugar donde se encontraba Rosinda y Erminson. En una de las ventanas del vehículo dejo ver la trompa “Morocho”, quien al ver a su ama, ladro incesantemente, como si no la hubiera visto durante mucho tiempo.
Doña Rosinda, nerviosamente se acercó a la ventana del taxi y sin mediar palabra estiró la mano con el dinero, el cual fue recibido por uno de los secuestradores, quienes de inmediato abrieron la puerta y dejaron libre a “Morocho”.
Sin pensarlo dos veces, el animal se abalanzó en cima de doña Rosinda, que no vacilo en abrazarlo y decirle cosas como si se tratara de un ser humano.
Mientras eso ocurría, en la casa de doña Rosinda, se preparaba una recepción como nunca se había hecho. Para “Morocho” se compro un menú compuesto por cinco latas de purina, tres huesos de carne y una tasa de agua. Además, su antigua cama, compuesta por un trapo viejo, fue cambiada por una cama pequeña de algodón y trasladada del frío patio a la pieza de Rosinda.
Así, el secuestro de “Morocho” se convirtió en un suceso en el Barrio Obrero y ya se habla de construirle un monumento en su nombre, por convertirse en el primer perro en Cali en ser secuestrado y liberado sano y salvo.
Increíble, pero cierto. Le secuestraron el perro y pidieron rescate por el “chandoso” ese.
Todavía recuerdo la reacción de mi jefe en Bogotá, cuando le conté que tenía una historia de no creer: “En Cali están secuestrando perros”.
De inmediato me aprobó la nota y me puse a la tarea de indagar sobre el curioso hecho. Fue así como hice la noticia, la cual fue publicada en Actualidad, en una sección llamada: El Mundo al revés, del Portal de terra.com.co el martes 2 de enero de 2001.
El relato que conmovió a muchos lectores fue el siguiente, aclarando que los nombres fueron cambiados por seguridad de las personas implicadas y del perro.
Lo que faltaba en Cali. Los perros en la mira de los secuestradores
En una cinematográfica acción, delincuentes en dos carros secuestraron en pleno centro de Cali a un perro de nombre “Morocho”, y exigieron la suma de cien mil pesos a su dueña.
Lo que faltaba. Además de secuestrar a niños, mujeres, ancianos, jóvenes, estudiantes y empresarios, ahora resulta que plagiar animales se volvió un negocio lucrativo en Cali.
Si, aunque usted no lo crea. Un perro de nombre “Morocho”, de raza “chan doberman” –como se les dice a los perros de poca monta- fue secuestrado en una cinematográfica acción, ante la mirada atónita de su ama.
Alrededor de las 5 de la tarde, doña “Rosinda” y “Morocho” salieron a dar su paseo diario en el Parque del Barrio Obrero –en pleno centro de Cali- cuando un taxi sin placas y con sus vidrios polarizados, se acerco raudamente hasta donde se encontraban los dos. Del vehículo descendieron dos hombres de color, quienes en forma sorpresiva le arrebataron el perro a doña Rosinda, quién atónita observó como se llevaban a su perro.
“Morocho”, que apenas acababa de salir de su encierro, en el que permanecía por miedo a ser robado, solo pudo gruñir ante la rápida acción de los secuestradores.
“Fue horrible. Por un momento pensé que era la perrera municipal, pero no fue así. Esos hombres casi me tumban por arrebatarme a mi “Morocho”. Me quedé de una sola pieza”, manifestó doña Rosinda.
Pero, trascurridas solamente unas horas y cuando los vecinos se arremolinaban en la casa en donde vivía “Morocho”, para enterarse de lo sucedido, los secuestradores comenzaron con las exigencias para su liberación.
Vía telefónica los delincuentes pidieron cien mil pesos por el rescate de “Morocho”. Dinero que en un principio no fue aceptado por la dueña del animal.
Doña Rosinda, desesperada al ver que no podía conseguir el dinero, les propuso a los maleantes pagarles solamente 40 mil pesos por su liberación. En ese momento la familia de “Morocho” sintió lo que padecen los familiares de las 2.754 personas que han sido secuestradas en este año en Colombia.
Doña Rosinda no dio aviso a las autoridades. “Me daba pánico que le pasara algo si la Policía o el Gaula intentaran rescatarlo”, comento la desesperada dama.
Al ver que no había otra opción, los secuestradores aceptaron el pago, pero lo exigieron que tenía que pagar la carrera del taxi en el cual sería transportado “Morocho”.
Para la entrega del dinero, doña Rosinda le pidió el favor a su mejor amigo, el lechero Erminson Calero para que la acompañara hasta el Parque, en donde se haría la negociación. Allí –cerca de la iglesia Jesús Obrero- impaciente con el collar en la mano, esperaba la llegada del taxi.
Un Daewoo modelo 97, se acercó lentamente al lugar donde se encontraba Rosinda y Erminson. En una de las ventanas del vehículo dejo ver la trompa “Morocho”, quien al ver a su ama, ladro incesantemente, como si no la hubiera visto durante mucho tiempo.
Doña Rosinda, nerviosamente se acercó a la ventana del taxi y sin mediar palabra estiró la mano con el dinero, el cual fue recibido por uno de los secuestradores, quienes de inmediato abrieron la puerta y dejaron libre a “Morocho”.
Sin pensarlo dos veces, el animal se abalanzó en cima de doña Rosinda, que no vacilo en abrazarlo y decirle cosas como si se tratara de un ser humano.
Mientras eso ocurría, en la casa de doña Rosinda, se preparaba una recepción como nunca se había hecho. Para “Morocho” se compro un menú compuesto por cinco latas de purina, tres huesos de carne y una tasa de agua. Además, su antigua cama, compuesta por un trapo viejo, fue cambiada por una cama pequeña de algodón y trasladada del frío patio a la pieza de Rosinda.
Así, el secuestro de “Morocho” se convirtió en un suceso en el Barrio Obrero y ya se habla de construirle un monumento en su nombre, por convertirse en el primer perro en Cali en ser secuestrado y liberado sano y salvo.
lunes, 21 de junio de 2010
Varios extranjeros llegan a Cali en busca de niñas “unidad sellada”, es decir, vírgenes
Es una noche fría. Por esta época del año (junio) Cali, la Capital del Valle, vive días de lluvia y sol. Abordo un taxi. Son las 10:05 de la noche. Estoy al Oeste de la ciudad.
Le digo al conductor que me lleve a mi apartamento, ubicado al Norte y que utilice la Avenida Sexta, para evitar el desvió ubicado en la Carrera Primera con Calle 21, por parte de la Policía, que trata de evitar un nuevo atentado terrorista de las milicias de las Farc, contra la sede del Comando de la Policía Metropolitana de Cali, que años atrás un carro bomba destruyó.
Durante el trayecto, el radio teléfono no deja de sonar. La voz de una mujer lee rápidamente direcciones que en segundo son atendidas por otros conductores que con claves -que solo ellos conocen- aseguran la carrera, es decir, el servicio.
El conductor, un hombre de pelo indio, blanco, bigote y un rostro que dibuja las largas jornadas de trabajo, me mira por el espejo retrovisor, adornado por varios escapularios, y me pregunta: ¿Sale de trabajar? “Si. Un día relativamente tranquilo, pero con mucho trabajo”. Le contesto. ¿Y qué tal el trabajo hoy? Le pregunto. “Ha estado bueno. Con el pago de la prima la gente esta saliendo. Hay movimiento”. Me contesta.
La luz roja de un semáforo nos impide seguir el camino. Estamos en una de las esquinas de rumba en Cali. La Avenida Sexta. La música se escucha por lado y lado. Salsa, vallenato y merengue sale de pintorescos sitios en donde los meseros –vestidos de negro- salen a los andenes a motivar a las mujeres, hombres o parejas que transitan por este sector, a que ingresen a “rumbear”, como se dice en Cali y conocida en Colombia y el mundo como la “Capital de la Salsa”.
Mientras esperamos que el semáforo cambie a verde, se cruza frente a nosotros una joven -no mayor de 18 años- vistiendo una blusa blanca y Jean azul descaderado, que deja ver su ombligo, una pequeña cintura y un hilo blanco, de lo que parece ser su diminuta ropa interior.
Al cruzar, llega donde un vendedor ambulante, compra un cigarrillo, lo prende y se queda allí, observando a cada uno de los vehículos que espera el cambio de luz, como esperando a que alguien la llame.
Ya en camino, el conductor me dice que esas son “niñas” que salen a las calles de “rebusque” de clientes en especial con carro o extranjeros.
¿De extranjeros. Cómo así? Le pregunto. “En este medio en que trabajo uno ve, escucha y le pregunta muchas cosas. A uno le sale gente: Ve, vos no sabes de una parte en donde podamos conseguir niñas más que todo. Sardinitas. Un pasajero me ofreció 500 mil pesos si le conseguía una niña `Unidad Sellada´, es decir Señorita o Virgen. Yo no sé, pero tengo quién se la consigue. Le dije”.
Como si se tratará de algo muy normal, el taxista me cuenta que tiene unos clientes españoles e italianos que cada vez que viene a Cali lo ubican y él llama la persona que ubica las niñas, de 14, 15 y 16 años, y salen con ellos, se ganan su billete y él se gana su platica.
“Aquí en Cali hay sitios en donde trabajan niñas, sardinitas. Hay casas de negocios que son reservados. Usted queda sano. Entra sin problemas y listo”.
En otra luz roja de un semáforo, ubicado esta vez al frente de la Avenida Tercera con 44, ya en el Norte, el conductor del taxi me hablo de un caso de varias niñas de un colegio.
Ya en marcha me cuenta.
“Hace dos meses en el Ingenio, que es un sector de estrato alto al sur de Cali, cinco niñas con uniforme de colegio me colocaron la mano a eso de las 3 y 30 de la tarde, luego de bajar de un bus. Una vez en el taxi me pidieron que si podían cambiarse de ropa. A lo cual dije que no había problema. La niña que iba en el puesto al lado mío se bajo la falta, me mostró los “cucos” y con esa ropa taparon las ventanas. Una vez cambiadas le sonó el celular a una de ellas y concretaron un servicio con unos italianos, que según ellas, pagaban buena plata”.
Pero ahí no para la historia. Ya casi llegando a mi apartamento el conductor me dijo que luego de la llamada del italiano, a una de las “colegialas” la llamo un americano.
“La que recibió la llamada dijo. Este paga en dólares. Vamos mejor para allá. Las lleve y cuando llegue el tipo me pago 100 mil pesos por la carrera. Me pidieron que las recogiera en dos horas. A las dos horas volví, pero al americano bajo y me dijo: tú esperar ahí. Y me regalo 50 mil pesos. Luego las recogí como a las 9 de la noche”. Una venía con 1.300 dólares y la que menos traía tenía 800 dólares. Imagínese pues”.
Al preguntarle que si Cali se podría catalogar como una ciudad utilizada para turismo sexual infantil, el taxista me dijo: “le voy a decir una cosa. Cali de día es una ciudad, de noche una Metrópoli. Usted ve de noche cosas que nunca las ha llegado a ver durante el día. Así de sencillo. ¿Cómo la ve?
Llegamos. Ya son las 10:35 de la noche. La carrera tiene un costo de 8.900 pesos. El frío es más fuerte. El cielo esta blanco. Se avecina lluvia. Me despido del taxista y le digo gracias por la información. El taxista me desea una feliz noche y se aleja.
Le digo al conductor que me lleve a mi apartamento, ubicado al Norte y que utilice la Avenida Sexta, para evitar el desvió ubicado en la Carrera Primera con Calle 21, por parte de la Policía, que trata de evitar un nuevo atentado terrorista de las milicias de las Farc, contra la sede del Comando de la Policía Metropolitana de Cali, que años atrás un carro bomba destruyó.
Durante el trayecto, el radio teléfono no deja de sonar. La voz de una mujer lee rápidamente direcciones que en segundo son atendidas por otros conductores que con claves -que solo ellos conocen- aseguran la carrera, es decir, el servicio.
El conductor, un hombre de pelo indio, blanco, bigote y un rostro que dibuja las largas jornadas de trabajo, me mira por el espejo retrovisor, adornado por varios escapularios, y me pregunta: ¿Sale de trabajar? “Si. Un día relativamente tranquilo, pero con mucho trabajo”. Le contesto. ¿Y qué tal el trabajo hoy? Le pregunto. “Ha estado bueno. Con el pago de la prima la gente esta saliendo. Hay movimiento”. Me contesta.
La luz roja de un semáforo nos impide seguir el camino. Estamos en una de las esquinas de rumba en Cali. La Avenida Sexta. La música se escucha por lado y lado. Salsa, vallenato y merengue sale de pintorescos sitios en donde los meseros –vestidos de negro- salen a los andenes a motivar a las mujeres, hombres o parejas que transitan por este sector, a que ingresen a “rumbear”, como se dice en Cali y conocida en Colombia y el mundo como la “Capital de la Salsa”.
Mientras esperamos que el semáforo cambie a verde, se cruza frente a nosotros una joven -no mayor de 18 años- vistiendo una blusa blanca y Jean azul descaderado, que deja ver su ombligo, una pequeña cintura y un hilo blanco, de lo que parece ser su diminuta ropa interior.
Al cruzar, llega donde un vendedor ambulante, compra un cigarrillo, lo prende y se queda allí, observando a cada uno de los vehículos que espera el cambio de luz, como esperando a que alguien la llame.
Ya en camino, el conductor me dice que esas son “niñas” que salen a las calles de “rebusque” de clientes en especial con carro o extranjeros.
¿De extranjeros. Cómo así? Le pregunto. “En este medio en que trabajo uno ve, escucha y le pregunta muchas cosas. A uno le sale gente: Ve, vos no sabes de una parte en donde podamos conseguir niñas más que todo. Sardinitas. Un pasajero me ofreció 500 mil pesos si le conseguía una niña `Unidad Sellada´, es decir Señorita o Virgen. Yo no sé, pero tengo quién se la consigue. Le dije”.
Como si se tratará de algo muy normal, el taxista me cuenta que tiene unos clientes españoles e italianos que cada vez que viene a Cali lo ubican y él llama la persona que ubica las niñas, de 14, 15 y 16 años, y salen con ellos, se ganan su billete y él se gana su platica.
“Aquí en Cali hay sitios en donde trabajan niñas, sardinitas. Hay casas de negocios que son reservados. Usted queda sano. Entra sin problemas y listo”.
En otra luz roja de un semáforo, ubicado esta vez al frente de la Avenida Tercera con 44, ya en el Norte, el conductor del taxi me hablo de un caso de varias niñas de un colegio.
Ya en marcha me cuenta.
“Hace dos meses en el Ingenio, que es un sector de estrato alto al sur de Cali, cinco niñas con uniforme de colegio me colocaron la mano a eso de las 3 y 30 de la tarde, luego de bajar de un bus. Una vez en el taxi me pidieron que si podían cambiarse de ropa. A lo cual dije que no había problema. La niña que iba en el puesto al lado mío se bajo la falta, me mostró los “cucos” y con esa ropa taparon las ventanas. Una vez cambiadas le sonó el celular a una de ellas y concretaron un servicio con unos italianos, que según ellas, pagaban buena plata”.
Pero ahí no para la historia. Ya casi llegando a mi apartamento el conductor me dijo que luego de la llamada del italiano, a una de las “colegialas” la llamo un americano.
“La que recibió la llamada dijo. Este paga en dólares. Vamos mejor para allá. Las lleve y cuando llegue el tipo me pago 100 mil pesos por la carrera. Me pidieron que las recogiera en dos horas. A las dos horas volví, pero al americano bajo y me dijo: tú esperar ahí. Y me regalo 50 mil pesos. Luego las recogí como a las 9 de la noche”. Una venía con 1.300 dólares y la que menos traía tenía 800 dólares. Imagínese pues”.
Al preguntarle que si Cali se podría catalogar como una ciudad utilizada para turismo sexual infantil, el taxista me dijo: “le voy a decir una cosa. Cali de día es una ciudad, de noche una Metrópoli. Usted ve de noche cosas que nunca las ha llegado a ver durante el día. Así de sencillo. ¿Cómo la ve?
Llegamos. Ya son las 10:35 de la noche. La carrera tiene un costo de 8.900 pesos. El frío es más fuerte. El cielo esta blanco. Se avecina lluvia. Me despido del taxista y le digo gracias por la información. El taxista me desea una feliz noche y se aleja.
jueves, 10 de junio de 2010
"Piedra, bala, cuchillo y machete, es el pan de cada día entre pandillas en Cali" (III)
Padre de tres hijos, amante del Rap y experto peluquero, Edison Caicedo de 34 años, era un integrante de la Pandilla “Los de la U”, del Barrio El Vergel, al Oriente de Cali, que luego de soportar abusos por parte de sus amigos de cuadra y del colegio, a raíz de una discapacidad en una de sus piernas, se vio obligado a ingresar a ella para que lo respetaran.
“El Chuco” o “Chucorap”, como se le conocía en la pandilla, relata que cuando tenía 14 años, no lo dejaban jugar fútbol, porque a todo momento le quitaban el balón y la pelota.
“A mi se me daño la mente y me llene de odio aún más, cuando mataron a un amigo coreógrafo varios encapuchados del mismo barrio, cuando empecé a cantar Rap con él. Yo los decía que algún día iba a crecer y que cuando me operara la pierna los iba a picar”.
Aunque no me confirmó si cumplió con la amenaza, si me reveló que a punta de machete –uno que su padre tenía guardado detrás de la puerta para defenderse de los ladrones- se hizo respetar de sus amigos de barrio.
Precisamente, en El Vergel, sector en donde se crió, se enfrentaban casi todos los días con otras pandillas como los de “El Hueco”, “Lecheros” y “Carrangueros”, entre otras, por defender su territorio de robos de zapatillas.
“A diario había piedra, bala, cuchillo y machete. Era el pan de cada día”.
Durante estos enfrentamientos, cuenta Edison, que mucha gente murió por balas perdidas.
“La pandilla nunca mato a gente de otras pandillas, pero si llego a caer inocentes por disparos que nosotros hacíamos”.
Edison, reconocido por hacer cortes americanos, con dibujos y barbas especiales, en su peluquería del Distrito de Aguablanca, me reveló que durante su permanencia en “Los de la U”, utilizaba una pistola Petroberetta de 18 tiros, la cual era de un trabajador de la antigua empresa de Aseo de Cali, Emsirva, que la dejaba guardada cuando se iba a laborar.
Luego de más 10 años en la pandilla, en donde consumió mucha droga -con la cual escribió canciones- dos hechos le hicieron recapacitar y dejar a un lado esa vida que llevaba desde los 14 años.
“Yo me mantenía desde las seis de la mañana hasta las once de la noche fumando en una cuadra que tiene forma de U –de donde salió el nombre de la pandilla- y un día llegó mi hijito pequeño a buscarme y desnudo. Fue terrible ese momento. Pero otro día, cuando llegue a la casa, mi hija me pregunto: papi usted porque vuele tan feo y tiene los ojos rojos”. Esos dos momentos hicieron que cambiara radicalmente mi vida”.
Ahora, Edison Caicedo –uno de los dos únicos sobrevivientes de la pandilla, de 40 que la componían- esta entregado a Dios y trabajando como coordinador de un Centro de escucha en la Comuna 21, dentro del Programa Cali sin Pandillas que adelanta la Universidad Santiago de Cali y la Alcaldía de Cali.
“El Chuco” o “Chucorap”, como se le conocía en la pandilla, relata que cuando tenía 14 años, no lo dejaban jugar fútbol, porque a todo momento le quitaban el balón y la pelota.
“A mi se me daño la mente y me llene de odio aún más, cuando mataron a un amigo coreógrafo varios encapuchados del mismo barrio, cuando empecé a cantar Rap con él. Yo los decía que algún día iba a crecer y que cuando me operara la pierna los iba a picar”.
Aunque no me confirmó si cumplió con la amenaza, si me reveló que a punta de machete –uno que su padre tenía guardado detrás de la puerta para defenderse de los ladrones- se hizo respetar de sus amigos de barrio.
Precisamente, en El Vergel, sector en donde se crió, se enfrentaban casi todos los días con otras pandillas como los de “El Hueco”, “Lecheros” y “Carrangueros”, entre otras, por defender su territorio de robos de zapatillas.
“A diario había piedra, bala, cuchillo y machete. Era el pan de cada día”.
Durante estos enfrentamientos, cuenta Edison, que mucha gente murió por balas perdidas.
“La pandilla nunca mato a gente de otras pandillas, pero si llego a caer inocentes por disparos que nosotros hacíamos”.
Edison, reconocido por hacer cortes americanos, con dibujos y barbas especiales, en su peluquería del Distrito de Aguablanca, me reveló que durante su permanencia en “Los de la U”, utilizaba una pistola Petroberetta de 18 tiros, la cual era de un trabajador de la antigua empresa de Aseo de Cali, Emsirva, que la dejaba guardada cuando se iba a laborar.
Luego de más 10 años en la pandilla, en donde consumió mucha droga -con la cual escribió canciones- dos hechos le hicieron recapacitar y dejar a un lado esa vida que llevaba desde los 14 años.
“Yo me mantenía desde las seis de la mañana hasta las once de la noche fumando en una cuadra que tiene forma de U –de donde salió el nombre de la pandilla- y un día llegó mi hijito pequeño a buscarme y desnudo. Fue terrible ese momento. Pero otro día, cuando llegue a la casa, mi hija me pregunto: papi usted porque vuele tan feo y tiene los ojos rojos”. Esos dos momentos hicieron que cambiara radicalmente mi vida”.
Ahora, Edison Caicedo –uno de los dos únicos sobrevivientes de la pandilla, de 40 que la componían- esta entregado a Dios y trabajando como coordinador de un Centro de escucha en la Comuna 21, dentro del Programa Cali sin Pandillas que adelanta la Universidad Santiago de Cali y la Alcaldía de Cali.
miércoles, 9 de junio de 2010
“Me da vergüenza como caleño, reconocer que Cali esta poblada de pandillas” (III)
Bachiller del Colegio Santa Isabel de Hungría y con 31 años, Juan Carlos Baloy Ramos, alias “Baloy”, se muestra avergonzado como caleño, tener que reconocer que la Capital del Valle esta poblado de pandillas.
“Por dónde usted quiera hay pandillas. No solo existen en los estratos bajos, sino en los altos”.
Este afrodescendiente, que luce un “corte cola de caballo” convive con la violencia desde los 10 años y fue más evidente cuando a los 14 años vió como mataron a su hermano.
“Por ahí se fue desarrollando una degradante violencia. El mismo medio y contexto lo va envolviendo. Todo esta relacionado con el espacio en donde uno se encuentra”.
Juan Carlos Baloy, que estuvo en varias pandillas del Oriente de Cali, especialmente de Alfonso López, dice que pese a tener una visión contraria a la violencia, si robó, hirió y mató gente.
“Lo hice con la ´excusitis´ de venganzas. Simples bobadas lo lleva a uno a cometer estos delitos. Yo no sé que repercusión vaya a tener esto que estoy diciendo, pero lo hice”.
Juan Carlos, que ahora esta entregado las 24 horas a una Fundación, para crear su propio negocio con otros ex pandilleros, dice que durante su permanencia en las pandillas, trato de no ser un “violentor” y ser “adverso” a la violencia, como él lo asegura.
“Yo empuñe armas blancas y de fuego. Consumí perico (cocaína) y probé Marihuana. Pero, ahora nada de eso existe en mi vida. Siento un cambio de opinión, de palabra y de acción”.
“Por dónde usted quiera hay pandillas. No solo existen en los estratos bajos, sino en los altos”.
Este afrodescendiente, que luce un “corte cola de caballo” convive con la violencia desde los 10 años y fue más evidente cuando a los 14 años vió como mataron a su hermano.
“Por ahí se fue desarrollando una degradante violencia. El mismo medio y contexto lo va envolviendo. Todo esta relacionado con el espacio en donde uno se encuentra”.
Juan Carlos Baloy, que estuvo en varias pandillas del Oriente de Cali, especialmente de Alfonso López, dice que pese a tener una visión contraria a la violencia, si robó, hirió y mató gente.
“Lo hice con la ´excusitis´ de venganzas. Simples bobadas lo lleva a uno a cometer estos delitos. Yo no sé que repercusión vaya a tener esto que estoy diciendo, pero lo hice”.
Juan Carlos, que ahora esta entregado las 24 horas a una Fundación, para crear su propio negocio con otros ex pandilleros, dice que durante su permanencia en las pandillas, trato de no ser un “violentor” y ser “adverso” a la violencia, como él lo asegura.
“Yo empuñe armas blancas y de fuego. Consumí perico (cocaína) y probé Marihuana. Pero, ahora nada de eso existe en mi vida. Siento un cambio de opinión, de palabra y de acción”.
martes, 8 de junio de 2010
En Cali, pandillas consiguen armas hechizas desde $90 mil y revolver original a $550 mil (II)
Después de ocho años de estar robando en los buses, de hacerle daño a los "pelaos" del Colegio en donde estudiaba, de enfrentarse a pandillas y matar a un "patrón" de una oficina de cobro, así como a varios hombres en el sector de Pizamos Uno, al Oriente de la Capital del Valle, Antony Daza Valoy, un joven de tan solo 21 años -que refleja en su rostro mucha más edad- dejó las armas a un lado, para buscar honradamente dinero y hacer realidad su sueño de comprar una casa y un carro.
La historia de este joven, que tiene un hijo de tres años, se remonta cuando tenía 14 años, en donde con otros "niños" de 15, 16 y 17 años, integraban una pandilla al Oriente de la ciudad que robaban el dinero a los conductores de los buses de servicio público.
Pese a que en uno de esos atracos, fue detenido y estuvo ocho meses detenido en el Centro de Rehabilitación Valle del Lili, en donde son remitidos los menores infractores de Cali, siguió en sus andanzas hasta llegar a matar.
Para "Yin", como se le conocía en la pandilla, conseguir un arma en Cali es muy fácil, después de que haya dinero.
Según el ex pandillero, armas "hechizas” se consiguen a 90 mil pesos, un “Changón” a 70 u 80 mil pesos y un “Revolver” original desde 550 mil a 800 mil pesos.
Fue así como consiguió una pacha –un arma hechiza de dos cañones- y empezó a matar luego de ser contratado por una oficina de cobro para realizar “ajustes de cuentas”, por 800 mil pesos.
Antony Daza, que se gastaba la plata de la “vuelta” en ropa y rumba en Juanchito -sitio en donde la rumba es hasta el amanecer- estuvo a punto de ser asesinado por el mismo “Patrón” que los contrataba.
“Tres pelaos de la pandilla y yo, nos adelantamos y lo matamos”.
La historia de este joven, que tiene un hijo de tres años, se remonta cuando tenía 14 años, en donde con otros "niños" de 15, 16 y 17 años, integraban una pandilla al Oriente de la ciudad que robaban el dinero a los conductores de los buses de servicio público.
Pese a que en uno de esos atracos, fue detenido y estuvo ocho meses detenido en el Centro de Rehabilitación Valle del Lili, en donde son remitidos los menores infractores de Cali, siguió en sus andanzas hasta llegar a matar.
Para "Yin", como se le conocía en la pandilla, conseguir un arma en Cali es muy fácil, después de que haya dinero.
Según el ex pandillero, armas "hechizas” se consiguen a 90 mil pesos, un “Changón” a 70 u 80 mil pesos y un “Revolver” original desde 550 mil a 800 mil pesos.
Fue así como consiguió una pacha –un arma hechiza de dos cañones- y empezó a matar luego de ser contratado por una oficina de cobro para realizar “ajustes de cuentas”, por 800 mil pesos.
Antony Daza, que se gastaba la plata de la “vuelta” en ropa y rumba en Juanchito -sitio en donde la rumba es hasta el amanecer- estuvo a punto de ser asesinado por el mismo “Patrón” que los contrataba.
“Tres pelaos de la pandilla y yo, nos adelantamos y lo matamos”.
domingo, 6 de junio de 2010
“Medio millón y un millón de pesos cobran las pandillas en Cali por matar" (I)
“Desde los 14 años yo robaba, hurtaba y mataba. Vivía de mi fierro, un 38, que lo conseguí a punto de hurto. Me costo 650 mil pesos. Yo mate, pero no herí a nadie. En la pandilla a diario robábamos motos, ciclas, buses y a veces salían flechos a matar gente y todo eso lo hacíamos”.
Es el relato de un joven, que con letras tatuadas en varios de sus dedos de la mano izquierda, una mirada penetrante, una cara larga, una barba a medio empezar y un piercing en su oreja izquierda, estuvo nueve años como integrante de la pandilla “Los Saavedra” que delinquían en el sector de la Comuna 7, en el Jarillón de Alfonso López, al Oriente de Cali.
Este joven, que hoy tiene 24 años y en la actualidad se dedica a criar pollos y marranos en un proyecto de la Universidad Santiago de Cali y la Alcaldía Municipal, y a estar junto a sus dos hijas de 4 y 9 años, es uno de los cuatro ex pandilleros que entreviste para conocer cómo se vive en estos grupos, a quienes se le atribuyen buena parte del espiral de violencia que se vive a diario en las calles de Cali.
Con una gorra que cubre su escaso cabello, vistiendo una camiseta azul con estampados blancos y un pantalón gris, este joven relata que la pandilla que integraba “Los Saavedra”, delinquía en la parte baja de Alfonso López, pero los homicidios los hacían en los barrios en donde nos mandaban. A uno le pagaban dependiendo del cliente. Un millón o medio millón de pesos”.
Según este ex pandillero -que al inicio de la entrevista tuvo temor de contar su historia- había más de uno que consumía droga, en especial “pepitas” o perico (cocaína) para relajarse y hacer la gestión.
“Yo me tomaba mi ruedita de ves en cuando. Una pepa de Roche (Ribotril). Es buena en el momento que uno va hacer eso. Con una sola, uno se siente tranquilo. Es decir, se le alborota el otro lado que uno tiene. Pero con dos o tres pepitas ya no había control, porque uno se entrega, ya no puede correr y nada”.
El ex pandillero, que hace un año se retiró del grupo "Los Saavedra", sostiene que es demasiado fácil conseguir armas en Cali y que hay muchas pandillas en la ciudad.
“Por ejemplo por mi casa, en cuatro cuadras, hay cuatro pandillas y cada una dirige una cuadra. Imagínese no más ahí.”
Este joven, que estudió hasta noveno grado en el colegio Vicente Borrero Costa, asegura que de los cerca de 30 compañeros que hacían parte de la pandilla “Los Saavedra”, vio morir unos 15.
“Yo me retiré porque eso ya no era vida. Ya en lo último teníamos enemigos. Ya no podíamos mirar al lado izquierdo, ni derecho y menos al frente. Todos eran enemigos. Eso no era vida. Ya no podíamos salir con nuestros hijos a la calle”.
“Ahora estamos criando pollos y marranos. Es mucha la diferencia, porque ya la comunidad que nos rechazaba, nos apoya. Antes nos veían y se entraban corriendo y ahora nos llaman y dialogan con nosotros”.
Este joven, que se refugia criando pollos y marranos, como la única salida a esos nueve años de violencia, hace parte del programa “Cali sin pandillas”, que viene realizando la Alcaldía de Cali, con el objetivo de impactar a 800 jóvenes entre los 14 y 26 años integrantes de pandillas o en situación vulnerable al problema de la violencia.
Para tal fin se ubicaron 50 grupos de jóvenes pandilleros, quienes fueron encuestados y con los datos obtenidos se ofrecieron distintas modalidades de capacitación para crear empresa. De los 50 grupos, 35 se encuentran actualmente trabajando y el resto manifestaron que no les interesaba hacer parte del proyecto. Es decir, quieren seguir inmersos en las pandillas.
Cali, sitiada por 85 pandillas
Mientras varios sectores de Cali disfrutan del Cuarto Festival Internacional de Ballet, de la exposición Bodies y de Camila, la muñeca gigante de 1.75 metros de estatura, en otros lugares de la Capital del Valle la “guerra” entre pandillas es el centro de atención.
A los enfrentamientos con piedras y armas blancas entre estudiantes de colegios y pandillas que se registró la noche del jueves 3 de Junio en el Barrio Mariano Ramos y que ya dejan tres muertos, se sumó la muerte este puente festivo (del 4 al 7 de Junio), cuatro jóvenes a manos de pandillas. Un adolescente de 15 años y tres de 22,24 y 25 años, así como de un estudiante de 18 años.
Según el reporte entregado por la Policía Metropolitana de Cali, fueron asesinados por retaliaciones entre pandillas, Lisandro Escobar Ante, de 22 años, en Villa del Lago, un menor de 15 años y otro de 24, identificado como Octavio Espinoza Torrejan, en el Barrio El Retiro y en Comuneros fue muerto el desmovilizado Alexander Hurtado Landazuri, de 25 años, todos con armas de fuego.
Así mismo, se reportó la muerte de dos disparos en el Barrio San Vicente, de Jordy Morales Niño, un estudiante de 18 años, cuando pretendía hurtar.
Ante esta situación, me puse a la tarea de averiguar con el Observatorio Social de la Alcaldía de Cali, cuál es la situación de las pandillas en Cali y me encontré, primero que en Cali existen 85 agrupaciones pandilleras identificadas, integradas por 905 jóvenes entre los 9 y 25 años y segundo que solo en el primer trimestre del 2010 (Enero-Marzo), se le atribuyen 47 casos de homicidios a estos jóvenes, en donde el común denominador fue el arma de fuego (44 fueron cometidos bajo esta modalidad y tres con arma cortopunzante).
Pero aún más preocupante fue hallar que de los 47 homicidios, 23 fueron cometidos contra jóvenes entre los 18 y 26 años; 14 contra adolescentes entre los 14 y 17 años y dos entre los 7 y 13 años. Conclusión: los jóvenes se están matando entre sí.
Los diez primeros barrios de Cali, según el número de homicidios atribuidos a pandillas entre el Primero de Enero y el 31 de Marzo del 2010, lo lidera Mojica, ubicado en la Comuna 15, seguido de Potrero Grande, El Poblado II, El Retiro, El Vergel, Pizamos I, José Manuel Marroquín I Etapa, Unión de Vivienda Popular, Rodrigo Lara Bonilla y Siloé.
Según la relación de las pandillas que se encuentran implicadas como agresores, occisos y amenazas durante los tres primeros meses del 2010 en Cali, figuran “El Platanal”, ubicada en el Barrio Calima; “La 40” en León 13, San Benito y Villanueva; “Jefferson” en el Sindical; “Charco Azul” en Cinta Sardi; “Los Godines” en El Diamante; “Los Maniceros” en El Vergel; “La Calle del Vicio” en el sector de Rodrigo Lara; “Los buenaventureños” en Marroquín; “Los Pirzi” en Ciudad Córdoba; “Los Jaimiquinos” en El Retiro; “Los Bonice”, “La Ponceña” y “Los Ocho” en el barrio Los Comuneros I Etapa; “Los Almendros” en Mojica; “Los Lambert”, “El Hueco” y “Los Ocho” en Mariano Ramos; “Los Taini” en el sector de la Unión de Vivienda Popular; “Pandilla sector Las Minas” en Meléndez; “La ZR” en Cañaveralejo; “El Hueco de la Sultana” en Lleras Camargo; “La Mina” en Tierra Blanca; “El Humo” en Desepaz; “Los Bocato” en Pizamos I Etapa; “La 7” en Potrero Grande y “Los Saavedra” en Alfonso López I Etapa.
Pese a que el campo de acción de la pandilla no es claro, se ha logrado detectar que el mayor numero de pandillas esta concentrado en la comuna 20 donde se identifican 23 agrupaciones.
En las comunas 13, 14, 15 denominadas en su conjunto “Distrito de Aguablanca” se identifican 28 pandillas; siendo la comuna 13 el lugar de mayor concentración con un numero de 14 agrupaciones, siguiéndola la comuna 15 donde se reconocen 9 agrupaciones y 7 en la comuna 14.
De la misma manera, en la comuna 4 se ubican 9 pandillas al igual que en la comuna 7.
En menor número están las pandillas ubicadas en comuna 16 donde se encuentran 7 pandillas, al igual que en la comuna 1 y 3, identificando 4 pandillas en cada comuna.
Los barrios donde mayor numero de pandillas se encuentran registradas están es Siloé con un total de 7 pandillas, la sigue el barrio Mojica con 6. Igualmente se registran un número considerable de pandillas en Mariano Ramos donde se ubican 3 pandillas y el sector del centro, especialmente en el barrio Sucre donde se registra la ubicación de 3 pandillas.
Las 85 agrupaciones pandilleras existente en Cali, tienen como forma de operar los homicidios, atracos a transeúntes, los hurtos a motoristas y residencias, el expendio de alucinógenos y la comercialización de armas, entre otros. Las peleas por el territorio son constantes, y se considera que algunos de estos grupos se han convertido en bandas delincuenciales organizadas.
Cronología homicidios de pandillas
Entre los años 2003 y 2007 en Cali ocurrieron 492 homicidios atribuidos a pandillas, que corresponde al 6% del total de homicidios en la ciudad (8923 casos).
La distribución por años del hecho muestra que en el 2004 se registro el mayor numero de homicidios por pandillas, 32% del total de hechos; no obstante en los años siguientes los homicidios se reducieron a mas de la mitad, registrándose en el 2005 el 14% y en el 2006 el 15% del total de hechos.
Sin embargo en el año 2007 se aumenta nuevamente este tipo de homicidios con 123 hechos. El promedio de homicidios atribuidos a pandillas por año es de 98 casos.
En cuanto al mes del hecho, el mayor número de homicidios por pandillas entre el 2003y 2007 se cometieron en los meses Julio con 56 hechos que corresponden al 11%, seguido de Enero con el 10,3% y Diciembre con el 9,9%. Marzo es el mes donde se presentan menos homicidios por pandillas. El mes de Julio del año 2004 es el que mas registro homicidios por pandillas entre estos años, presentándose 22 hechos. Los Meses Abril y Junio del año 2003 fueron los únicos donde no se registraron homicidios en estos años. El promedio mensual de homicidios por pandillas es de 8.
El 29% de los homicidios sucedieron los domingos siendo este el día donde se registraron el mayor número de casos, duplicando el número de hechos presentados el día sábado, como el segundo día con mayor intensidad de homicidios con un 14% del total de hechos. El 53% de los casos sucedieron los fines de semana (viernes, sábado y domingo). Los días domingos del mes de Noviembre son los que registraron mas hechos, con 19 homicidios. Los primeros de Enero fueron los días en que mas se cometieron homicidios por jóvenes pandilleros, registrándose 10 casos entre el 2003 y 2007.
El 27% de los hechos sucedieron entre las 6p.m. y las 9p.m., siendo estas las horas donde se registran más homicidios por pandillas. El 20% de los casos se dieron entre las 10 y las 12 p.m. Solo el 4% se dieron entre las 6 y las 9am, siendo las horas donde se registraron menos homicidios.
Guerra entre pandillas desangran a Medellín (*)
Atrapada en una sangrienta guerra entre pandillas que se disputan el negocio de la droga y el territorio, Medellín vuelve a ser una de las ciudades más violentas de Colombia con más de 500 homicidios sólo en tres meses.
Antaño feudo del cártel del narcotraficante Pablo Escobar y la ciudad más violenta de Latinoamérica, esta urbe vivió un proceso de transformación hasta ser ejemplo de modernidad, un espejismo que ahora revela una realidad distinta: la gran disputa entre bandas victimarias de una vecindad atemorizada.
"Home pirobo, te voy a matar delante de tu mamá", grita un hombre agazapado desde su casa, al que le responden: "te vas a morir en ayunas"; y el primero vuelve a gritar "dispara vos que yo también te disparo". A continuación comienza el tiroteo, no importa que sea de día o de noche.
Escenas como esta se repiten en la Comuna 13, en las colinas que rodean Medellín y donde quienes gobiernan son los "combos".
"Un combo es como una familia, como una hermandad. En el combo se vive, se come y se muere; ya después cuando el güiro (guerra pandillera) hay que cuidar la vida de cada uno y la del socio, aquí nos cuidamos entre todos", explica a Efe alias "Caliche".
Este joven integra uno de los distintos grupos armados, formados por unos 30 o 40 jóvenes, que, además de controlar zonas para traficar con droga, extorsionan a comerciantes y transportadores.
La nueva guerra comenzó tras la operación "Orión", en octubre de 2002, cuando un gran operativo militar y policial ingresó en la Comuna 13 y acabó con las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
"En la comuna siempre ha estado presente (la violencia), primero eran los ''caretrapo'' (guerrilleros que se cubrían la cara), las milicias populares, la operación Orión para sacar a los ''guerrillos'', y luego una paz ficticia porque eran los paracos (paramilitares) los que estaban por aquí", explica "Pipe", el apodo con el que es conocido en su barrio.
"Nosotros -prosigue- nos cansamos de los abusos de esa gente y nos tocó pararnos y defender nuestra zona para que hubiera convivencia y paz (...), para que no nos ataque gente desconocida".
Y es que tras la operación Orión, los paramilitares se hicieron con el control y el lugar se convirtió en un territorio del miedo, en escenario de multitud de abusos.
Así nacieron los "combos" en una carrera que hoy resulta casi incontrolable, y la prueba está en el gran incendió que la semana pasada arrasó las casuchas de madera, cartón y plástico de 200 familias, al parecer, originado por una de esas bandas.
"Nosotros éramos jóvenes y no tirabamos vicio ni nada, hasta que se entraron los paracos (...), nos daban bate, más que todo por eso es que estamos aquí en la
guerra", confiesa "Boa".
Al inicio cada "combo" tenía su "plaza de vicio" (punto de venta de drogas), pero poco a poco comenzaron las disputas, algunos se pasaron al enemigo o delataron a compañeros, y así llegaron a la alta confrontación actual.
"La guerra aquí se vive desde que se nace. Yo multiplico, divido, sumo, resto y mato", asegura "El Bola" sin inmutarse y quien a los 12 años recibió 19 puñaladas porque le acusaron de "sornero", como se llaman a los niños que cruzan las fronteras invisibles y llevan información sobre escondites de los enemigos. Desde entonces "El Bola" se vinculó al mundo de las armas.
En la Comuna 13 "la cabeza de cada uno tiene precio", agrega "El Gato", y "los precios los ponen los enemigos, un muerto se puede cobrar por un melón (millón de pesos) o dos, pero si es alguien duro de otro combo puede valer 5 palos (también millón)".
"El Gato", al iniciar cada jornada, verifica cómo está la zona: "que nadie se nos haya entrao, si uno se levanta y ve a una de las culebras toca salir dándole plomo".
Pero todos coinciden en que esta guerra nunca se acabará porque, como dice "Pipe", "donde hay pobreza y dolor, y se ha regado tanta sangre, eso es algo imposible"; mientras que para "El Calvo", otro pandillero, sólo termina "cuando le llega a uno la muerte o la cárcel".
Este conflicto invisible para la mayoría de la sociedad colombiana causó en el primer trimestre de este año 503 muertes, un 54,8 por ciento más que en el mismo periodo de 2009, según la Personería de Medellín.
Y sólo los homicidios de menores aumentaron un 138 por ciento, en buena medida porque los bandas reclutan cada vez a un mayor número de niños y adolescentes.
(*)Tomado de la agencia EFE
Es el relato de un joven, que con letras tatuadas en varios de sus dedos de la mano izquierda, una mirada penetrante, una cara larga, una barba a medio empezar y un piercing en su oreja izquierda, estuvo nueve años como integrante de la pandilla “Los Saavedra” que delinquían en el sector de la Comuna 7, en el Jarillón de Alfonso López, al Oriente de Cali.
Este joven, que hoy tiene 24 años y en la actualidad se dedica a criar pollos y marranos en un proyecto de la Universidad Santiago de Cali y la Alcaldía Municipal, y a estar junto a sus dos hijas de 4 y 9 años, es uno de los cuatro ex pandilleros que entreviste para conocer cómo se vive en estos grupos, a quienes se le atribuyen buena parte del espiral de violencia que se vive a diario en las calles de Cali.
Con una gorra que cubre su escaso cabello, vistiendo una camiseta azul con estampados blancos y un pantalón gris, este joven relata que la pandilla que integraba “Los Saavedra”, delinquía en la parte baja de Alfonso López, pero los homicidios los hacían en los barrios en donde nos mandaban. A uno le pagaban dependiendo del cliente. Un millón o medio millón de pesos”.
Según este ex pandillero -que al inicio de la entrevista tuvo temor de contar su historia- había más de uno que consumía droga, en especial “pepitas” o perico (cocaína) para relajarse y hacer la gestión.
“Yo me tomaba mi ruedita de ves en cuando. Una pepa de Roche (Ribotril). Es buena en el momento que uno va hacer eso. Con una sola, uno se siente tranquilo. Es decir, se le alborota el otro lado que uno tiene. Pero con dos o tres pepitas ya no había control, porque uno se entrega, ya no puede correr y nada”.
El ex pandillero, que hace un año se retiró del grupo "Los Saavedra", sostiene que es demasiado fácil conseguir armas en Cali y que hay muchas pandillas en la ciudad.
“Por ejemplo por mi casa, en cuatro cuadras, hay cuatro pandillas y cada una dirige una cuadra. Imagínese no más ahí.”
Este joven, que estudió hasta noveno grado en el colegio Vicente Borrero Costa, asegura que de los cerca de 30 compañeros que hacían parte de la pandilla “Los Saavedra”, vio morir unos 15.
“Yo me retiré porque eso ya no era vida. Ya en lo último teníamos enemigos. Ya no podíamos mirar al lado izquierdo, ni derecho y menos al frente. Todos eran enemigos. Eso no era vida. Ya no podíamos salir con nuestros hijos a la calle”.
“Ahora estamos criando pollos y marranos. Es mucha la diferencia, porque ya la comunidad que nos rechazaba, nos apoya. Antes nos veían y se entraban corriendo y ahora nos llaman y dialogan con nosotros”.
Este joven, que se refugia criando pollos y marranos, como la única salida a esos nueve años de violencia, hace parte del programa “Cali sin pandillas”, que viene realizando la Alcaldía de Cali, con el objetivo de impactar a 800 jóvenes entre los 14 y 26 años integrantes de pandillas o en situación vulnerable al problema de la violencia.
Para tal fin se ubicaron 50 grupos de jóvenes pandilleros, quienes fueron encuestados y con los datos obtenidos se ofrecieron distintas modalidades de capacitación para crear empresa. De los 50 grupos, 35 se encuentran actualmente trabajando y el resto manifestaron que no les interesaba hacer parte del proyecto. Es decir, quieren seguir inmersos en las pandillas.
Cali, sitiada por 85 pandillas
Mientras varios sectores de Cali disfrutan del Cuarto Festival Internacional de Ballet, de la exposición Bodies y de Camila, la muñeca gigante de 1.75 metros de estatura, en otros lugares de la Capital del Valle la “guerra” entre pandillas es el centro de atención.
A los enfrentamientos con piedras y armas blancas entre estudiantes de colegios y pandillas que se registró la noche del jueves 3 de Junio en el Barrio Mariano Ramos y que ya dejan tres muertos, se sumó la muerte este puente festivo (del 4 al 7 de Junio), cuatro jóvenes a manos de pandillas. Un adolescente de 15 años y tres de 22,24 y 25 años, así como de un estudiante de 18 años.
Según el reporte entregado por la Policía Metropolitana de Cali, fueron asesinados por retaliaciones entre pandillas, Lisandro Escobar Ante, de 22 años, en Villa del Lago, un menor de 15 años y otro de 24, identificado como Octavio Espinoza Torrejan, en el Barrio El Retiro y en Comuneros fue muerto el desmovilizado Alexander Hurtado Landazuri, de 25 años, todos con armas de fuego.
Así mismo, se reportó la muerte de dos disparos en el Barrio San Vicente, de Jordy Morales Niño, un estudiante de 18 años, cuando pretendía hurtar.
Ante esta situación, me puse a la tarea de averiguar con el Observatorio Social de la Alcaldía de Cali, cuál es la situación de las pandillas en Cali y me encontré, primero que en Cali existen 85 agrupaciones pandilleras identificadas, integradas por 905 jóvenes entre los 9 y 25 años y segundo que solo en el primer trimestre del 2010 (Enero-Marzo), se le atribuyen 47 casos de homicidios a estos jóvenes, en donde el común denominador fue el arma de fuego (44 fueron cometidos bajo esta modalidad y tres con arma cortopunzante).
Pero aún más preocupante fue hallar que de los 47 homicidios, 23 fueron cometidos contra jóvenes entre los 18 y 26 años; 14 contra adolescentes entre los 14 y 17 años y dos entre los 7 y 13 años. Conclusión: los jóvenes se están matando entre sí.
Los diez primeros barrios de Cali, según el número de homicidios atribuidos a pandillas entre el Primero de Enero y el 31 de Marzo del 2010, lo lidera Mojica, ubicado en la Comuna 15, seguido de Potrero Grande, El Poblado II, El Retiro, El Vergel, Pizamos I, José Manuel Marroquín I Etapa, Unión de Vivienda Popular, Rodrigo Lara Bonilla y Siloé.
Según la relación de las pandillas que se encuentran implicadas como agresores, occisos y amenazas durante los tres primeros meses del 2010 en Cali, figuran “El Platanal”, ubicada en el Barrio Calima; “La 40” en León 13, San Benito y Villanueva; “Jefferson” en el Sindical; “Charco Azul” en Cinta Sardi; “Los Godines” en El Diamante; “Los Maniceros” en El Vergel; “La Calle del Vicio” en el sector de Rodrigo Lara; “Los buenaventureños” en Marroquín; “Los Pirzi” en Ciudad Córdoba; “Los Jaimiquinos” en El Retiro; “Los Bonice”, “La Ponceña” y “Los Ocho” en el barrio Los Comuneros I Etapa; “Los Almendros” en Mojica; “Los Lambert”, “El Hueco” y “Los Ocho” en Mariano Ramos; “Los Taini” en el sector de la Unión de Vivienda Popular; “Pandilla sector Las Minas” en Meléndez; “La ZR” en Cañaveralejo; “El Hueco de la Sultana” en Lleras Camargo; “La Mina” en Tierra Blanca; “El Humo” en Desepaz; “Los Bocato” en Pizamos I Etapa; “La 7” en Potrero Grande y “Los Saavedra” en Alfonso López I Etapa.
Pese a que el campo de acción de la pandilla no es claro, se ha logrado detectar que el mayor numero de pandillas esta concentrado en la comuna 20 donde se identifican 23 agrupaciones.
En las comunas 13, 14, 15 denominadas en su conjunto “Distrito de Aguablanca” se identifican 28 pandillas; siendo la comuna 13 el lugar de mayor concentración con un numero de 14 agrupaciones, siguiéndola la comuna 15 donde se reconocen 9 agrupaciones y 7 en la comuna 14.
De la misma manera, en la comuna 4 se ubican 9 pandillas al igual que en la comuna 7.
En menor número están las pandillas ubicadas en comuna 16 donde se encuentran 7 pandillas, al igual que en la comuna 1 y 3, identificando 4 pandillas en cada comuna.
Los barrios donde mayor numero de pandillas se encuentran registradas están es Siloé con un total de 7 pandillas, la sigue el barrio Mojica con 6. Igualmente se registran un número considerable de pandillas en Mariano Ramos donde se ubican 3 pandillas y el sector del centro, especialmente en el barrio Sucre donde se registra la ubicación de 3 pandillas.
Las 85 agrupaciones pandilleras existente en Cali, tienen como forma de operar los homicidios, atracos a transeúntes, los hurtos a motoristas y residencias, el expendio de alucinógenos y la comercialización de armas, entre otros. Las peleas por el territorio son constantes, y se considera que algunos de estos grupos se han convertido en bandas delincuenciales organizadas.
Cronología homicidios de pandillas
Entre los años 2003 y 2007 en Cali ocurrieron 492 homicidios atribuidos a pandillas, que corresponde al 6% del total de homicidios en la ciudad (8923 casos).
La distribución por años del hecho muestra que en el 2004 se registro el mayor numero de homicidios por pandillas, 32% del total de hechos; no obstante en los años siguientes los homicidios se reducieron a mas de la mitad, registrándose en el 2005 el 14% y en el 2006 el 15% del total de hechos.
Sin embargo en el año 2007 se aumenta nuevamente este tipo de homicidios con 123 hechos. El promedio de homicidios atribuidos a pandillas por año es de 98 casos.
En cuanto al mes del hecho, el mayor número de homicidios por pandillas entre el 2003y 2007 se cometieron en los meses Julio con 56 hechos que corresponden al 11%, seguido de Enero con el 10,3% y Diciembre con el 9,9%. Marzo es el mes donde se presentan menos homicidios por pandillas. El mes de Julio del año 2004 es el que mas registro homicidios por pandillas entre estos años, presentándose 22 hechos. Los Meses Abril y Junio del año 2003 fueron los únicos donde no se registraron homicidios en estos años. El promedio mensual de homicidios por pandillas es de 8.
El 29% de los homicidios sucedieron los domingos siendo este el día donde se registraron el mayor número de casos, duplicando el número de hechos presentados el día sábado, como el segundo día con mayor intensidad de homicidios con un 14% del total de hechos. El 53% de los casos sucedieron los fines de semana (viernes, sábado y domingo). Los días domingos del mes de Noviembre son los que registraron mas hechos, con 19 homicidios. Los primeros de Enero fueron los días en que mas se cometieron homicidios por jóvenes pandilleros, registrándose 10 casos entre el 2003 y 2007.
El 27% de los hechos sucedieron entre las 6p.m. y las 9p.m., siendo estas las horas donde se registran más homicidios por pandillas. El 20% de los casos se dieron entre las 10 y las 12 p.m. Solo el 4% se dieron entre las 6 y las 9am, siendo las horas donde se registraron menos homicidios.
Guerra entre pandillas desangran a Medellín (*)
Atrapada en una sangrienta guerra entre pandillas que se disputan el negocio de la droga y el territorio, Medellín vuelve a ser una de las ciudades más violentas de Colombia con más de 500 homicidios sólo en tres meses.
Antaño feudo del cártel del narcotraficante Pablo Escobar y la ciudad más violenta de Latinoamérica, esta urbe vivió un proceso de transformación hasta ser ejemplo de modernidad, un espejismo que ahora revela una realidad distinta: la gran disputa entre bandas victimarias de una vecindad atemorizada.
"Home pirobo, te voy a matar delante de tu mamá", grita un hombre agazapado desde su casa, al que le responden: "te vas a morir en ayunas"; y el primero vuelve a gritar "dispara vos que yo también te disparo". A continuación comienza el tiroteo, no importa que sea de día o de noche.
Escenas como esta se repiten en la Comuna 13, en las colinas que rodean Medellín y donde quienes gobiernan son los "combos".
"Un combo es como una familia, como una hermandad. En el combo se vive, se come y se muere; ya después cuando el güiro (guerra pandillera) hay que cuidar la vida de cada uno y la del socio, aquí nos cuidamos entre todos", explica a Efe alias "Caliche".
Este joven integra uno de los distintos grupos armados, formados por unos 30 o 40 jóvenes, que, además de controlar zonas para traficar con droga, extorsionan a comerciantes y transportadores.
La nueva guerra comenzó tras la operación "Orión", en octubre de 2002, cuando un gran operativo militar y policial ingresó en la Comuna 13 y acabó con las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
"En la comuna siempre ha estado presente (la violencia), primero eran los ''caretrapo'' (guerrilleros que se cubrían la cara), las milicias populares, la operación Orión para sacar a los ''guerrillos'', y luego una paz ficticia porque eran los paracos (paramilitares) los que estaban por aquí", explica "Pipe", el apodo con el que es conocido en su barrio.
"Nosotros -prosigue- nos cansamos de los abusos de esa gente y nos tocó pararnos y defender nuestra zona para que hubiera convivencia y paz (...), para que no nos ataque gente desconocida".
Y es que tras la operación Orión, los paramilitares se hicieron con el control y el lugar se convirtió en un territorio del miedo, en escenario de multitud de abusos.
Así nacieron los "combos" en una carrera que hoy resulta casi incontrolable, y la prueba está en el gran incendió que la semana pasada arrasó las casuchas de madera, cartón y plástico de 200 familias, al parecer, originado por una de esas bandas.
"Nosotros éramos jóvenes y no tirabamos vicio ni nada, hasta que se entraron los paracos (...), nos daban bate, más que todo por eso es que estamos aquí en la
guerra", confiesa "Boa".
Al inicio cada "combo" tenía su "plaza de vicio" (punto de venta de drogas), pero poco a poco comenzaron las disputas, algunos se pasaron al enemigo o delataron a compañeros, y así llegaron a la alta confrontación actual.
"La guerra aquí se vive desde que se nace. Yo multiplico, divido, sumo, resto y mato", asegura "El Bola" sin inmutarse y quien a los 12 años recibió 19 puñaladas porque le acusaron de "sornero", como se llaman a los niños que cruzan las fronteras invisibles y llevan información sobre escondites de los enemigos. Desde entonces "El Bola" se vinculó al mundo de las armas.
En la Comuna 13 "la cabeza de cada uno tiene precio", agrega "El Gato", y "los precios los ponen los enemigos, un muerto se puede cobrar por un melón (millón de pesos) o dos, pero si es alguien duro de otro combo puede valer 5 palos (también millón)".
"El Gato", al iniciar cada jornada, verifica cómo está la zona: "que nadie se nos haya entrao, si uno se levanta y ve a una de las culebras toca salir dándole plomo".
Pero todos coinciden en que esta guerra nunca se acabará porque, como dice "Pipe", "donde hay pobreza y dolor, y se ha regado tanta sangre, eso es algo imposible"; mientras que para "El Calvo", otro pandillero, sólo termina "cuando le llega a uno la muerte o la cárcel".
Este conflicto invisible para la mayoría de la sociedad colombiana causó en el primer trimestre de este año 503 muertes, un 54,8 por ciento más que en el mismo periodo de 2009, según la Personería de Medellín.
Y sólo los homicidios de menores aumentaron un 138 por ciento, en buena medida porque los bandas reclutan cada vez a un mayor número de niños y adolescentes.
(*)Tomado de la agencia EFE
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