sábado, 30 de agosto de 2014

UNA ABUELA DE 50 AÑOS LLEVA 7 AÑOS BUSCANDO A SU NIETA DESAPARECIDA

Soñaba con ser médica. Le gustaba mucho comer arroz con pollo y arroz con leche. Era vanidosa y muy “pinchadita” a la hora de vestir. Era una niña muy inteligente y se destacaba como buena estudiante.

Irma María Figueroa
Así describen a Laura Dayana Bernal, una niña que con tan solo siete años desapareció el 12 de febrero de 2008 a la 1:20 de la tarde, en la ladera occidental de la Capital del Valle. 

Desde ese día y hasta la fecha, su abuela Irma María Figueroa Zambrano, de 50 años, la sigue buscando en Cali y en el exterior.

Doña Irma, quien desde hace 12 años se dedica a reciclar cartón y botellas por las calles de la ciudad, asegura que desde el día que desapareció su “hija” (al referirse a su nieta), no he descansado buscándola.

“Sigo luchando. Tengo más nietas, pero ella es mi vida porque era la que vivía conmigo. Era la más linda de la casa. Yo he pedido ayuda a nivel nacional e internacional. La Interpol también me está ayudando para que me ayuden a encontrarla”.

Laura Dayana Bernal
Según relata doña Irma, su nieta salió de la vivienda de su madrastra, Rosa Ordoñez Muñoz, la cual la dejó en la “Bombonera” (sitio en donde queda ubicado la estación del Cuerpo de Bomberos al frente del barrio Siloé), para que la niña se fuera a la casa ubicada en el Cortijo, en la parte alta de este sector, en la ladera occidental de Cali. De ahí se desconoce qué pasó con Laura Dayana.

“Si la niña la hubiera dejado en la Bombonera, como ella dice, se había ido donde los primos que trabajan por ahí. Ella hubiera arrimado, pero no, la niña nunca llego”, asegura doña Irma.

Laura Dayana, que cursaba tercero de primaria cuando desapareció, según dona Irma, no es buscada por sus padres, porque según ellos: “si ya se perdió, perdida se queda”.

Laura Dayana Bernal
“Durante todos estos años no ha pasada nada. Las autoridades tampoco han hecho nada”. Yo no sé si la tienen en Colombia u otro país. Ellos tuvieron tiempo de sacarla porque ella desapareció a la 1:20 de la tarde y yo me di cuenta faltando diez para las 7 de la noche. Tuvieron mucho tiempo. De pronto, la tengan estudiando en otro colegio y con otro nombre”.

Doña Irma, que asegura que la niña está viva, porque la sueña. Pero su abuela es consciente que ya en este tiempo Laura Dayana está por los 14 años y ha cambiado su aspecto físico.

Laura Dayana Bernal
“Yo pido que de pronto por ahí me ayuden a sacarla de donde este, que le avisen a las autoridades o me llamen. Para dónde sea yo arranco. Por ella yo doy la vida. Esto es horrible. Uno se mantiene pensando si está comiendo. Será qué desayuno. Está durmiendo. Todo el tiempo uno es así. Yo estoy durmiendo con el celular en la mano porque ella se sabe mi número. Es que ni siquiera una llamada. Ni una llamadita a decir abuelita estoy bien. Mi hija era mi ilusión. Incluso yo iba a vender mi casa, pero no lo hago porque la niña de pronto regresa”, sostiene doña Irma.

Al recordar a su nieta, doña Irma la describe como una niña muy alegre y muy linda, con la cual salían a pasear y a piscina. La califica como la mejor estudiante y muy vanidosa igual que ella.  Doña Irma no entiende qué le paso a su niña, la angustia no la deja estar tranquila y a cada momento se pregunta dónde estará su Laura.

Irma María Figuero
“El sueño de mi niña era ser médica para que yo me saliera de mi trabajo y descansara. Que ella iba a ver por mí. Yo quede sólita en esta casa, solo acompaña mi tristeza la fotico que hice enmarcar cuando ella cumplió los siete años el 12 de marzo de 2008, porque las otras fotos mis hijos me las quitaron porque me la pasaba llorando viéndolas. Incluso aún le tengo guardados en el armario los regalos de sus cumpleaños y de diciembre. Le tengo empacadas las muñecas de la Barby. Le tengo dos”.

domingo, 24 de agosto de 2014

BALAS PERDIDAS, VIDAS PERDIDAS, SUEÑOS PERDIDOS

Juan David Hurtado Valencia un adolescente de 14 años que soñaba trabajar para arreglar la casa donde vivía con su madre y sus dos hermanos, una “bala perdida” bañada en cianuro, no le permitió cumplir su sueño.

En el populoso sector del Distrito de Aguablanca, en el barrio Mojica Dos, al oriente de Cali, vivía Juan David, que encontró la muerte cuando esperaba a su mamá que llegara del trabajo.

Libia Patricia Valencia
“Él estaba esperándome. Yo llegaba de trabajar a las nueve de la noche. El estaba sentando en la cancha del barrio y tenía puestos audífonos escuchando música. Cerca de dónde él estaban unas personas discutiendo y de un momento a otro se armo la balacera y no se dio cuenta que un tiro venía para donde él. El disparo le rozo la cabeza hiriéndolo. Mi hijo llego al hospital vivo, pero luego murió. Allí se descubrió que bala que mató a mi hijo tenía cianuro”, así, Libia Patricia Valencia, narra la trágica muerte de su pequeño hijo Juan David.

Libia, que aún guarda los recortes de prensa con la noticia de que su hijo murió a causa de una bala con cianuro, recuerda que debido a la muerte de su hijo la situación a cambiado mucho en donde vive con sus otros dos hijos en el Distrito de Aguablanca, al cual llego procedente de la Nueva Floresta debido a la falta de recursos para poder seguir pagando el arriendo. Ahora paga más barato.

Libia Patricia Valencia
“El sector en donde vivía con mi hijo era una Frontera Invisible o Línea Imaginaria. Él no sabía que no podía estar ahí, pero era un muchacho muy confiado. Cuando yo llegue allí era imposible vivir. Cambio prácticamente desde que mi hijo murió. Ya se puede vivir. Antes no se podía. Esta muriendo mucho muchacho joven. Se oye más la cantidad de niños que de adultos morir. Mueren a diario. Existen otros barrios en donde la gente no puede pasar. Se matan entre ellos. Es horrible como los corretean y se corretean entre ellos con armas, pero como todo barrio entre tanta cantidad de muchachos malos, han cantidad de muchachos muy buenos, como mi Juan David”, sostiene Libia.

Juan David Hurtado Valencia, que cursaba octavo grado en un colegio del Distrito de Aguablanca, trabajaba en un supermercado llevando mercados, para ayudar a su madre.

“El día de su muerte, había llegado muy contento de trabajar porque le había ido muy bien. Soñaba con arreglar la casa en donde vivíamos. Antes de morirse decía que quería arreglarla. Que iba a trabajar para ayudarme. Pero no fue así. Nunca pensé que se fuera a morir”, sostiene Libia.

Para su madre, David era bien estudiado y juicioso, le gustaba el deporte, era hincha  como el papá del Deportivo Cali y veía mucho fútbol en la televisión. Era mujeriego, pero muy disimulado. Era jodido con su ropa, por eso la mantenía al día. Exigente con la comida. Le gustaba mucho el arroz con pollo, el sancocho y el jugo de tomate de árbol.

Libia Patricia Valencia
Ahora Libia no hace sino recordar los momentos felices junto a su hijo como la celebración del último cumpleaños: “El papá de Juan David siempre le llevaba a la casa una torta el día de su cumpleaños. A ellos los acostumbró a eso. Nos la comíamos con gaseosa. El se comía el pedazo más grande”.

Pese a que Libia asegura que ese disparo no era para su hijo Juan David, sino que era para otra persona, no quiso averiguar quien mato a su hijo con una bala que tenía cianuro, sino, como ella dice: “me hice la neutra”

Como este caso, son muchos los que a diario se conocen de jóvenes que mueren por balas perdidas o por cruzar Fronteras Invisibles o Líneas Imaginarias, especialmente, en las calles de los barrios del Oriente de Cali. 

Entre enero y el 16 agosto de 2014, se han registrado 910 muertes violentas en la ciudad.

Según el Comité Interinstitucional de hechos violentos de Cali, de ese total 792 han sido con arma de fuego.

De los 910 homicidios, 117 víctimas son menores de edad.

ENTRE ENERO Y AGOSTO EN CALI HAN MUERTO VIOLENTAMENTE 117 MENORES


Entre enero y el 16 agosto de 2014, se han registrado 910 muertes violentas en Cali, Capital del Valle.

Según el Comité Interinstitucional de hechos violentos de la ciudad, de ese total 792 han sido con arma de fuego.

De los 910 homicidios, 117 víctimas son menores de edad.

El último caso se registró el pasado viernes 22 de agosto de 2014 cuando un grupo de niños jugaban en una de las calles del Barrio Marroquín I, al Oriente de la Cali, y un grupo de jóvenes ingreso disparando indiscriminadamente y un joven de 13 años quien se encontraba en el sitio, fue alcanzado por una de las balas.

El joven, que recibió un disparo en la cabeza, fue trasladado al Hospital Universitario del Valle donde falleció.