Bachiller del Colegio Santa Isabel de Hungría y con 31 años, Juan Carlos Baloy Ramos, alias “Baloy”, se muestra avergonzado como caleño, tener que reconocer que la Capital del Valle esta poblado de pandillas.
“Por dónde usted quiera hay pandillas. No solo existen en los estratos bajos, sino en los altos”.
Este afrodescendiente, que luce un “corte cola de caballo” convive con la violencia desde los 10 años y fue más evidente cuando a los 14 años vió como mataron a su hermano.
“Por ahí se fue desarrollando una degradante violencia. El mismo medio y contexto lo va envolviendo. Todo esta relacionado con el espacio en donde uno se encuentra”.
Juan Carlos Baloy, que estuvo en varias pandillas del Oriente de Cali, especialmente de Alfonso López, dice que pese a tener una visión contraria a la violencia, si robó, hirió y mató gente.
“Lo hice con la ´excusitis´ de venganzas. Simples bobadas lo lleva a uno a cometer estos delitos. Yo no sé que repercusión vaya a tener esto que estoy diciendo, pero lo hice”.
Juan Carlos, que ahora esta entregado las 24 horas a una Fundación, para crear su propio negocio con otros ex pandilleros, dice que durante su permanencia en las pandillas, trato de no ser un “violentor” y ser “adverso” a la violencia, como él lo asegura.
“Yo empuñe armas blancas y de fuego. Consumí perico (cocaína) y probé Marihuana. Pero, ahora nada de eso existe en mi vida. Siento un cambio de opinión, de palabra y de acción”.
Capital del Valle y ubicada al Sur de Colombia, Cali es una ciudad en donde se mezclan culturas y etnias que la hacen única en el mundo. Cuna de los mejores bailarines de salsa del mundo, las mujeres más hermosas de Colombia y el único lugar de la tierra en donde se come pandebono, chontaduro con sal y miel, cholado y champús, vive paralelamente una violencia desmedida que retrato en el Blog.
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