sábado, 6 de agosto de 2011

“La última noche de Carlos”

Son las 8:51 de la noche de un sábado de luna llena. No hace frío ni calor. No hay una sola nube en el cielo. Las calles principales del barrio El Poblado, en el populoso sector del Distrito de Aguablanca, al Oriente de la Capital del Valle, son un hervidero.

Es fin de semana. Un día después de pago de quincena. La música hace de las suyas. Se escuchan todos los ritmos. El caos vehicular es incontrolable. Carros en contravía, exceso de velocidad y motos que rugen. Las voces de los transeúntes se entrelazan. Los jóvenes salen con su mejor pinta. El ambiente es de fiesta en El Poblado.

A varias cuadras de la vía principal y frente al supermercado “La berraquera del Poblado”, de una droguería que presta servicio 24 horas, un salón de billares, el restaurante “El buen sabor” y la quesera “Olímpica”, se encuentra ubicada, luego de un amplio anden adoquinado, la entrada a la sala de urgencias del Hospital conocido en el sector como “Carlos Muerto”. Se trata del centro asistencial “Carlos Holmes Trujillo” que desde el 28 de Mayo de 1990, cuando fue inaugurado por el Alcalde del que lleva su nombre, atiende a los cerca de 700 mil habitantes de la zona de influencia, que incluye el corregimiento de Navarro y las comunas 13, 14, 15 y 21 del Distrito de Aguablanca, en donde se presenta el mayor número de muertes violentas en Cali.

Las cifras así lo demuestran. Durante Enero-Junio del 2011 331 homicidios se presentaron en este sector de Cali en hechos aislados. Según cifras suministradas por la Policía Metropolitana, durante el primer semestre del presente año en el Distrito de Aguablanca 304 personas fueron asesinadas con arma de fuego, 24 con arma blanca, dos con armas contundentes (piedra) y una persona por arma cortante (pico de botella).

“Urgencias”
Bajo un aviso de fondo azul con letras grandes se lee: “Hospital Carlos Holmes Trujillo. Urgencias las 24 horas”, rodeado de ventas ambulantes y una larga fila de taxis, como si tratará de la entrada a un espectáculo musical, se encuentra una pequeña puerta que da acceso al servicio de urgencias y que hace parte de una estructura de láminas negras, que impide ver lo que pasa cuando ingresa una persona herida de muerte y a la vez genera un ambiente de penumbra.

Quien custodia la puerta de entrada de urgencias es un hombre afro descendiente, que ataviado de un tapabocas, guantes de látex en sus manos, un traje azul oscuro, un chaleco antibalas, un bastón y un radio de comunicación, hace parte de los tres vigilantes de una empresa de seguridad privada, que junto con tres policías, fuertemente armados y también con tapa bocas, desde las seis de la tarde hasta las seis de la mañana del otro día, se encargan de resguardar la sala de urgencias de este Hospital que cierra por un año sus puertas para ser remodelado.

“Lo que es viernes y sábado hay mucho voleo y más cuando es pago de quincena. Por ejemplo de nueve de la noche a cinco de la mañana entran unos diez heridos por bala y arma blanca. En su mayoría menores de edad. Los fines de semana siempre llegan heridos. A esto se suma que es continúo enfrentarse con sus parientes que nos amenazan de muerte si no los dejamos entrar con ellos. Aquí tratamos de manejarlo de la mejor manera, porque si nos vamos a igualar a las personas que llegan acaloradas, pues vamos a tener muchos disgustos”, asegura con solemnidad el vigilante que atiende sin armas la entrada a urgencias.

A espadas del vigilante, que no despega su mirada de la puerta, está un salón grande en donde un televisor de 21 pulgadas y un ventilador cerca de él, son los equipos que brindan “comodidad” y “entretenimiento” a los pacientes de la sala de urgencias del Hospital “Carlos Holmes Trujillo”, lugar donde han nacido cerca de 50 mil niños en sus 20 años de servicio.


Las sillas de aluminio ubicadas al lado y lado del salón están repletas.

Hombres, mujeres y niños se acomodan como pueden mientras esperan su turno. Muchos de ellos llevan horas esperando ser atendidos por los dos médicos y tres auxiliares de enfermería que están de turno el fin de semana.

En el medio de la sala, cerca al televisor que siempre permanece encendido, pero cuyas imágenes monótonas no generan ningún entretenimiento, se encuentra otra puerta de madera donde está ubicado el segundo guarda de seguridad privada, que controla la entrada al área de procedimiento de traumas, atendida por un médico y dos enfermeras. Además, de un consultorio donde una médica atiende a las personas con enfermedades naturales, calificadas como urgencias.

Al ingresar a la sala de traumas, veo ocho camillas muy cerca forradas en un plástico azul, camillas que buscan ser separadas por cortinas de lona del mismo color para fingir una intimidad que el espacio no permite. En una camilla se puede leer al frente “zona de reanimación”.

La sala de traumas es dominada por el olor a sangre, a solución salina e isodine, que se impregna en la nariz y en la garganta. Los quejidos que se escuchan en este lugar hacen que la piel se erice.

Frente a las camillas se halla una especie de mostrador en donde el médico y sus auxiliares atienden a los pacientes que llegan mal heridos. A sus espaldas, en un estante que cuenta con 24 gabinetes, se guardan agujas, algodones, hojas de bisturí, jeringas, dextrosa y equipos de sutura. A lado se halla una cartelera repleta de hojas en desorden, entre las cuales alcanzo a leer sobre cómo debe ser el manejo de insulina cristalina en pacientes diabéticos.

En esta sala, 25 minutos antes de mi llegada, ya habían ingresado tres jóvenes heridos con arma blanca y cuatro por arma de fuego, uno de los cuales fue remitido en estado de shock al Hospital Universitario del Valle, con dos heridas de arma de fuego en el cuello y el área precordial, debido a que el hospital no cuenta con los recursos humanos y médicos para atender este tipo de pacientes.

Permanecen en la sala de trauma un joven con una herida de bala en la pierna izquierda y otro menor, quien teniendo el brazo izquierdo enyesado por un disparo, recibió otro nuevo impacto en el mismo brazo cuando ingresaron un grupo de jóvenes pandilleros a la cancha del Barrio Alfonso Bonilla Aragón. “Tengo 15 años. Me pegaron un balazo. Se metieron en la cancha y ya”, me atinó a decir el joven herido en la camilla, a la espera de ser atendido.

“No pregunte…hágale”
Ya son las 9:10 de la noche del sábado. A esta hora ingresa a la sala de trauma caminando por sí solo, un joven de 19 años desangrándose por una herida con arma blanca en la muñeca derecha.

“Atiéndame, atiéndame. Hágale, hágale. No pregunte.”, gritaba desesperado el joven afro descendiente al médico que le preguntó que le había pasado, mientras el chico sangraba como si fuera una manguera abierta.

“Lo vamos a vendar para detener la hemorragia. Le vamos apretar durito. Uno entiende que esta herido, pero si usted se comporta y colabora va hacer más fácil la atención”, le dijo el médico de turno, Álvaro Enrique Mendoza, un cartagenero que lleva dos meses en el Hospital.

Mientras era curado el joven, iba revelando el ataque ocurrido en el barrio El Poblado, donde había sido “cascado” según él, por robarlo. En el momento que era atendido por una de las enfermeras auxiliares –muy joven por cierto- llegó un amigo a buscarlo, al cual le habló en tono desafiante y con rabia: “Vea. Venga le digo. A Bayron le voy a matar la mamá y al primo. Todos me dejaron morir. El me casco. Yo iba con mi mujer y él me ataco”. El amigo, al escuchar dicha advertencia, solo atino a decirle: “fresco”.

“Todos los días soy amenazado de muerte”
De contextura delgada, no muy alto, trigueño, con gafas y vistiendo un batola blanca, Álvaro Enrique Mendoza, el médico de turno de 32 años y encargado de urgencias en el Hospital “Carlos Holmes Trujillo”, asegura que es una experiencia buena, chévere y rica.

“Uno en esta área del Hospital debe tener mucha calma, mucha paciencia e ignorar más que todo. No se puede dejar llevar por esos estados agresivos y más en el sector en que estamos, es muy difícil. Todos los días soy amenazado de muerte. La gente llega muy asustada. Uno los atiende, le resuelve la situación, lo remite y finalmente la gente se va tranquila”, recalcó el galeno.

Para este joven médico, siempre que llega un herido de gravedad, a pesar de que la lucha con la muerte no da espera, se debe atender con calma y prudencia porque si se toma una decisión a la ligera se puede hacer un mal diagnóstico.

Este médico oriundo de una de las zonas más turísticas de Colombia, Cartagena, y que no deja de reírse cada vez que lo abordo, sostiene que no vale la pena amargarse la vida. “Usted tiene que disfrutarla al máximo. Vivir todos los días como si fuera el último. Es muy triste ver como todos los días hay múltiples heridos. Una intolerancia muy verraca. Una guerra de un centavo…impresionante. La gente no se concientiza de que en realidad la cuestión de buscar la plata no es robando y quitarle al otro, es estudiar. Si usted estudia y se prepara, puede desarrollar múltiples cosas para buscar su sustento, pero en este sector es muy difícil”, manifestó Ernesto.

Sin dudar, me explica que dichas oportunidades de progreso se alejan dado a que el nivel educativo en este sector del Oriente de Cali es muy bajo y aún persiste el analfabetismo, llevando a que los jóvenes busquen otras opciones de vida “Eso genera mucha violencia porque las personas no buscan el trabajo, buscan la aparente plata fácil. Que de fácil no tiene nada porque igual usted se expone a que te peguen un tiro, como paso estos días con un pelado (joven) que lo cogieron robando y lo apuñalearon. Entonces eso de fácil no tiene nada”.

“Es horrible”
Dos son las mujeres afro descendientes que vistiendo de blanco, con tapa bocas y guantes de látex y con un gorro que cubre parte de la cabeza, desde las nueve de la noche hasta las seis de la mañana, son las encargadas de mantener “entre comillas” la sala de urgencias presentable.

“Es duro. Lo que es viernes y sábado es horrible. Hoy está caliente esto. He visto sangre al piso. Me ha tocado trapear mucho. Después de las doce se comenzará a mover esto más. Muchos heridos, muchos jóvenes. Yo aquí soy nueva. Comencé ayer. Es bueno (se ríe), hay mucha función y se le pasa el tiempo ligerito”, asegura la joven mujer.
Por su parte su compañera, de mayor edad y quién lleva tres años trabajando en el Hospital, revela, mientras escurre un limpión manchado de sangre, que toda su vida ha limpiado camillas manchadas de rojo.

“Muchos heridos llegan a media noche. Ahora no es nada (son las 9:51 pm) más tardecito, después de las once de la noche esto se pone pero tenaz y llegan muy violentos. Llegan a agredir a los médicos muy groseramente. Todos son juventud. Esta perdida, perdida, perdida. Es que no se ve una persona adulta, todos son muchachos. Da tristeza. De 14, 16 años. No llega uno de 20 años. Todos heridos con arma blanca y tiros. He visto morir jóvenes. Vienen con dos, tres tiros y ya. Entra ya y muerto”, reveló sin tapujos y con la mirada perdida, la aseadora.

Para esta mujer, que en menos de una hora ya ha limpiado cuatro camillas con sangre, sostiene que la violencia entre los jóvenes la atribuye a la libertad que les han dado los padres.

“Pendiente del Nueve-Cero-Uno”
Ya son las 10:41 p.m. de la noche. No han ingresado más heridos. Hay una calma aparente.

A las afueras de la sala de urgencias, junto a los vendedores de tinto, frutas, agua fría, minutos a celular y en medio de las patrullas de la Policía, que vienen y van, me encontré con un hombre de más de 50 años, sentado al lado de la puerta de ingreso a urgencias, que está pendiente de los Nueve-Cero-Uno – clave utilizada por la Policía para referirse a un muerto- atento a ofrecer ataúdes y un sitio digno para el sepelio de las personas que fallezcan en urgencias.

“Yo trabajo para la Casa de Funeraria Victoria que queda a la vuelta del Hospital. Los fines de semana es donde se tiene más trabajo. Lo que es viernes, sábado, domingo y lunes. Aquí no hay consistencia, porque cuando menos piensa se desgrana esto aquí. Hay mucha competencia. Hay diferentes precios de ataúdes. De millón 200 en adelante. La diferencia es el cofre y el cementerio”. La mayoría son para jóvenes, asegura. “Pura juventud es la que más se muere”, sostiene.

“Quieren que los médicos sean dioses”
11:26 de la noche del sábado. Ingresa un hombre afro descendiente con un tiro en la pierna derecha.

En medio de la gente que se encuentra en la sala de urgencias esperando ser atendido, se encuentra Luis Alfredo Viafara Velasco, Representante de la Junta Administradora Local, JAL, de la Comuna 13, quién se encarga de que a la comunidad se le reciba con mucho cariño y que todo marche bien en el Hospital.

“Bastantes son los problemas que se presentan cuando llegan los heridos. Sobre todo son personas muy agresivas con los médicos, enfermeras y policías. Más que todo jóvenes de pandillas cuando tiene sus conflictos y llegan heridos acá, muchas veces con tres, cuatro tiros y así quieren que los médicos sean dioses, pero ellos hacen todo lo que pueden por salvarle la vida a la persona”, revela Alfredo.

Para este líder comunitario, que habla con cada uno de los pacientes que esperan su turno, la cantidad de jóvenes heridos que llegan al Centro Asistencial, se debe a la irresponsabilidad de los padres y que el Estado no les brinda oportunidades de empleo y educación, no solo a los de la Comuna, sino a todos los jóvenes del Distrito de Aguablanca.

“Las pandillas a veces se enfrentan por cosas insignificantes. Ya no pueden pasar los jóvenes ni para allá ni para acá. Ya no pueden pasar, por ejemplo de El Poblado a Robles, ni de Robles a Comuneros, ni de Comuneros a los Lagos, y la verdad es que no sabemos por qué esta juventud tiene esa mentalidad como tan pobre. No debería ser así. Aquí tenemos un promedio de cuatro jóvenes muertos diarios”.

“La Morgue vacía”
11:42 p.m. de la noche. Ingresa proveniente del sector de Puertas del Sol, un joven afro descendiente de 15 años con una herida de arma de fuego en el abdomen.

Mientras atienden al adolescente, junto con un Policía y gracias a las gestiones del líder comunitario, logré que me mostraran la Morgue. Para llegar a ella se tiene que recorrer un pasillo, en forma de S, para desembocar en un amplio patio por donde ingresan las ambulancias y donde se encuentra la Morgue del Hospital “Carlos Holmes Trujillo”. Esta es custodiada por el tercer guarda de seguridad privada.

Allí, en medio de un piso azul y un tarro de basura rojo, se encuentran tres planchones de aluminio vacíos. Pese a los heridos que han llegado en estado grave a la sala de urgencias del Hospital, hasta el momento no ha fallecido ninguno.

“Hijueputa, Salven a mi hermanito”
Una de la mañana del domingo. Llega un taxi con una mujer afro descendiente en estado de embarazo, quien es trasladada en camilla por uno de los policías. Otra llega en otro taxi y es ubicada en una camilla para ser atendida.

La calma que reina a esta hora de la madrugada hace que se sienta una atmosfera de tranquilidad poco común en los pasillos del hospital.

Ya a la 1 y 18 minutos de la mañana, se oye a lo lejos el sonido de la sirena de una patrulla de la Policía. A medida que se acerca el vehículo el sonido es más fuerte. El vigilante se alista para abrir la puerta una vez llegue a la reja. El momento esperado llega. Todo mundo está a la expectativa cómo si lo que fuera a suceder estuviera escrito y advertido.

De la parte trasera de la patrulla de la Policía, salen raudamente y de manera desesperada tres jóvenes llevando el cuerpo de un joven sin camisa y su cuerpo ensangrentado.

El vigilante sin pensarlo dos veces, abre la reja y los deja seguir. Gritando palabras soeces ingresan con el cuerpo del joven mal herido a la sala, bajo la mirada atónita de los pacientes que llevan horas esperando ser atendidos.

Una vez adentro llevan al joven herido a la sala de trauma y lo ubican en una de las camillas de sábanas azules que han dejado de serlo, uno de ellos pide frente al médico de turno y los policías que lo seguían, que le salven la vida a su hermanito.
Los policías como grandes esfuerzos retiran de la sala al mucho para que el médico hagan su trabajo junto con sus auxiliares, pero no logran acallar al chico que no se cansa de gritar: “Hijueputa, hijueputa. Salven a mi hermanito. Hijueputa. Hijueputa”.

Una vez afuera el hermano iracundo por lo que le sucedió a su hermano menor, golpea fuertemente la puerta de un dispensario, dejando un hueco, así como la marca en la pared de su mano ensangrentada.

“El joven de 15 años fue gravemente herido en Marroquín Dos. Llegó en regulares condiciones. Las heridas son considerables. Tiene seis. Una en cara, tórax en el lado derecho, otra en abdomen, una en brazo izquierdo, otra en brazo derecho y otra en el muslo derecho”, dijo el médico. Una vez pudo darle los primeros auxilios, de inmediato solicitó su traslado al Hospital Universitario del Valle, el mayor Centro Asistencial del Sur Occidente de Colombia.

“El trajín hospitalario”
Siendo las 2:02 minutos de la mañana del domingo, ingresa una paciente a la sala de urgencias con dolor abdominal.

2:26 minutos. Se estacionan dos patrullas de la Policía a las fueras de urgencias. Una de ellas llega con un afro descendiente herido en el rostro al caerse de una motocicleta.

3:00 de la mañana. Una joven pareja se enfrentan al guarda de seguridad y a la Policía, porque después de tres horas no atienden a su pequeño hijo.

Ya a esta hora de la madrugada, la Droguería que decía “Servicio 24 Horas”, está cerrada. Los vendedores ambulantes se han reducido. Un taxista al otro lado de la vía le avisa a una de las patrullas que está a las afueras de urgencias que hay una pelea a cuchillo a pocas cuadras.

Entre las 3:21 y 3:29 de la madrugada del domingo, ingresan dos heridos por accidente de motocicleta.

3:49 minutos de la mañana. Entra un joven de 19 años procedente del sector de Manuela Beltrán herido en la mano derecha con arma blanca luego de pelear por la “cucha” (mamá) porque según el adolescente se metieron con ella. El médico califica la herida como menor.

Ya son las 4:47 minutos de la mañana. Ingresa un mesero de 39 años herido con arma blanca en seis partes de su cuerpo.

Los familiares que lo ingresaron a la sala de urgencias no quieren abandonar el área. El paciente se queja y alega con el médico. Pese a su estado, no se deja tomar exámenes.

“Este último caso es de un paciente con múltiples heridas con arma blanca, aparentemente de ninguna gravedad, pero debe ser remitido a su EPS porque tiene un régimen contributivo”, reveló el médico del área de urgencias.

Paralelo a este paciente ingreso un habitante de la calle herido con arma blanca, luego de ser sorprendido robando contadores (instrumento para determinar el consumo de agua y luz), luego una mujer de 21 años con sobredosis de cocaína. Su esposo le dice a la Policía que estaban consumiendo “perico” en la casa, junto con otra mujer y de un momento a otro convulsiono.

Ya se acercan las 6 de la mañana del domingo. El balance a esta hora es de doce (12) personas heridas entre las 6 de la tarde del sábado y las 5:36 minutos del domingo atendidas en el área de trauma en la sala de urgencias del Hospital “Carlos Holmes Trujillo”. Por fortuna no hubo personas fallecidas.

Seis en punto de la mañana. Cumplí nueve horas al interior del área de urgencias del Hospital “Carlos Holmes Trujillo”. Los tres vigilantes, como los tres policías, junto al personal médico y las dos aseadoras, terminan el agitado turno. Para todo ellos, fue una jornada normal, a pesar de los heridos y la sangre que se derramó. El pan de cada día en este sector de la Capital del Valle.

Este, igualmente fue el último turno de la sala de urgencias, pues pasará un año para que se reanuden las labores. Ahora, el drama se vivirá en otro Hospital, que lleva el nombre del que fue el Arzobispo de Cali, asesinado cuando salía de una homilía: “Isaías Duarte Cancino”, ubicado también en el Distrito de Aguablanca.

lunes, 4 de julio de 2011

Las fronteras "imaginarias" que cobran vidas en Cali

Varios son los límites entre sectores, barrios o comunas en Cali, donde históricamente se vienen presentando enfrentamiento entre pandillas y homicidios, con participación de jóvenes y uso de espacios de ambos sectores.

Así se desprende de un informe elaborado por la Secretaría de Gobierno Municipal de Cali, en donde se hace un resumen de problemáticas de seguridad y conviviencia en ocho comunas de la Capital del Valle del Cauca.

Esas fronteras "imaginarias" que cobran vidas en Cali son:

- Límites entre barrios Pizamos I, II y III en la Comuna 6

- El Poblado I, Carrera 28D en la Comuna 13

- Límite entre Manuela Beltrán y José Manuel Marroquín - Manuela Beltrán y Promociones Populares B en la Comuna 4

- Límite entre El Vergel y Antonio Nariño en las comunas 13 y 16.

- Límite entre Potrero Grande y Desepaz en la Comuna 21

- Promociones Populares B y Ciudaddela del Rio en las comunas 14 y 21

- Límite entre el Vallado y El Rodeo en la Comuna 15

- Comuneros I sobre la carrera 29 en la Comuna 15

- Límite entre El Vallado y El Retiro en la Comuna 15

- Límite entre El Vallado y Antonio Nariño en las comunas 15 y 16

- Límite entre Alfonso Bonilla Aragón y Mojica en las comunas 14 y 15.

El cúmulo de problemas que están tocando ahora a los jóvenes en estas comunidades son la falta de empleo, la deserción escolar, el consumo de sustancias psicoactivas, el mal uso de espacios públicos y tiempo libre, sumado a la inserción en pandillas y bandas criminales, han hecho que se haga especial énfasis en este sector de la población.

Para los jóvenes que habitan los sectores más vulnerables de Cali, las armas se han convertido un elemento que les permite detentas "status" dentro de su grupo de amigos. En los "parches" estar armado es sinónimo de "poder" el cual posibilita el acceso de los jóvenes a una serie de privilegios y de reconocimiento por parte de sus pares.

Las armas de fuego son responsables de un alto porcentaje de los homicidios en Cali y las balas perdidas han cobrado la vida de decenas de niños y jóvenes todos los años en las comunas de la ciudad.

Ocho son las comunas de Cali (2, 6, 13, 14, 15, 18, 20 y 21) donde fueron identificados problemas de seguridad y convivencia como son:

- Homicidios
- Violencia entre jóvenes
- Violencia intrafamiliar
- Hurtos
- Invasiones
- Uso inadecuado de espacios públicos
- Riesgo de desastres
- Lesiones y muertes por tránsito
- Desconfianza y desarticulación de las instituciones públicas.

En lo transcurrido del presente año, la Policía Metropolitana de Cali ha incautado 1.050 armas de fabricación artesanal, 1.062 armas originales y se han capturado 1.192personas por el delito de fabricación, tráfico y porte de armas de fuego.

martes, 31 de mayo de 2011

En lo corrido del 2011 en Cali (Enero-Mayo) van 77 menores de 18 años asesinados

De los 772 homicidios que se han registrado en Cali entre Enero y Mayo del presente año, el 10.4 por ciento, es decir 77 asesinatos, corresponden a menores de 18 años.

El Director del Instituto de Medicina Legal en la Capital del Valle, Jairo Silva, reveló que entre el Primero de Enero y el 31 de Mayo del 2011, en Cali (la tercera ciudad más importante de Colombia, después de Bogotá y Medellín), el 96 por ciento de los menores asesinados son hombres y el resto mujeres entre los 15 y 17 años.

Se estableció igualmente que la principal causa de los homicidios contra los menores de 18 años, son proyectil de arma de fuego y el resto arma corto punzante.

Según cifras de la Dirección General de la Policía, entre el Primero de Enero y el 29de Mayo de este año, 407 menores de edad han sido asesinados en Colombia.

Adicionalmente 2.236 niños fueron víctimas de lesiones personales, 2.057 fueron atropellados por vehículos, 931 menores de 14 años fueron víctimas de violencia sexual y 706 de violencia intrafamiliar, para un total de 8.029 menores agredidos en cinco meses.

De otra parte, 10.333 menores de edad han sido capturados en el mismo tiempo porque posiblemente están involucrados en delitos.

El mayor índice lo representa el tráfico y porte de drogas ilícitas, con 3.953 casos, seguido por hurto con 3.451 casos y en menores proporciones lesiones personales y daño en bien ajeno.

Por homicidio han sido detenidos 186, que prácticamente son los únicos que continúan detenidos, ya que las demás conductas les representan una fácil excarcelación.

Las ciudades donde los menores son protagonistas con mayor frecuencia de la violencia son Bogotá, Cali, Medellín, Bucaramanga, Pereira y Armenia.

martes, 24 de mayo de 2011

En los cinco meses del 2011, ya van más 750 homicidios en Cali

A menos de dos meses para que la Capital del Valle, sea anfitriona de una de las sedes del Mundial de Fútbol Sub 20, en donde se congregaran delegaciones de varios países, así como turistas y periodistas de todo el mundo, la violencia en la ciudad no cesa y va en aumento de manera alarmante.

Cali, la tercera ciudad más importante de Colombia, después de Bogotá y Medellín, sigue siendo una ciudad “sitiada por la violencia”. Así lo demuestran las cifras.

El pasado fin de semana, entre el Viernes 20 y el Domingo 22 de Mayo, ingresaron al Hospital Universitario del Valle, el mayor centro asistencial del sur occidente del país, un total de 20 personas heridas por arma de fuego (17 provenientes de Cali y el resto de varios municipios del Valle del Cauca).

El Director Médico del Hospital, Laureano Quintero, alarmado por estas cifras, reveló que en promedio por día ingresan entre seis y siete personas heridas por arma de fuego.

Pese a los esfuerzos de las autoridades y del propio Gobierno Municipal de Cali, por generar seguridad en las calles de la ciudad, la violencia sigue generando la muerte de personas inocentes, como ocurrió este fin de semana con una reconocida chef caleña, destacada a nivel internacional, que murió por una bala perdida en momentos en que fleteros atacaban a un hombre que recién había retirado de un cajero dinero, al sur de la ciudad.

Y es que las cifras de homicidios en Cali son verdaderamente escalofriantes.

Según cifras del Observatorio Social de la Alcaldía Municipal de Cali, mientras entre Enero y Mayo 22 del año 2008, hace tres años, se presentaron 499 homicidios en la ciudad, en el mismo periodo del presente año (entre el primero de Enero y el domingo 22 de Mayo del 2011) en la Capital del Valle ya son 720 personas asesinadas.

Comparando estas cifras con los años siguientes, se evidencia que la cifra de homicidios en el presente año, son demasiadas altas. En el 2009 en igual periodo(Enero-Mayo 22) los homicidios registrados fueron 659.

En el 2010, es decir hace un año (Enero-Mayo 22) los asesinatos totalizaron 702.

Según el Observatorio Social de la Alcaldía Municipal de Cali, en Enero del 2011 en la ciudad se cometieron 167 homicidios, en Febrero 156, en Marzo 134, en Abril 152 y hasta el 22 de Mayo van 111 asesinatos.

A diferencia de lo que sostiene el Director Médico del Hospital Universitario del Valle, que en Cali se presentan un promedio diario de seis a siete homicidios, el Observatorio Social de la Alcaldía Municipal de Cali, asegura que en el 2011 el promedio diario es de cinco asesinatos.

En este análisis hasta el 22 de Mayo del 2011, se estableció que los barrios más afectados en Cali son Mojica en la Comuna 15 con 23 casos. Le sigue Siloé en la Comuna 20, con 20 casos. Posteriormente esta Manuela Beltrán en la Comuna 14 con 20 casos, seguido de El Retiro en la Comuna 15, con 16 casos y finalmente el Barrio Sucre, en la Comuna 9, con 15 casos.

A estas cifras hay que sumarle que durante el mismo período del presente año, es decir Enero-Mayo 22, se han presentado en Cali 95 homicidios en accidente de tránsito y 31 suicidios.

Cabe anotar que las cifras procesadas por el Observatorio Social de la Alcaldía Municipal de Cali, fueron realizadas con base a la información suministrada por la Policía Metropolitana de Cali, la Sijin de la Policía, la Fiscalía General de la Nación, el Instituto de Medicina Legal y la Secretaría de Gobierno de Cali.

domingo, 24 de abril de 2011

Asesinado joven de 18 años porque le perturbo el sueño a un hombre

Sucedió a las nueve y 50 minutos de la noche. Hacía frío. La lluvia no cesaba. Un torrencial aguacero caía sobre el Oriente de la Capital del Valle.

En una esquina del Barrio Siete de Agosto, en la Carrera Novena con Calle 72, que da con la Avenida Ciudad de Cali, varios jóvenes, entre ellos, Andrés Felipe Galindo Rueda, de 18 años, se encontraban guareciéndose de la lluvia en un antejardín, que da a una ferretería, luego de llevar a sus casas varias amigas en el Barrio Alfonso López.

De regreso, la lluvia los obligo a buscar ese sitio para no mojarse.

A esa hora de la noche, el propietario del almacén, se encontraba ya durmiendo.

Los jóvenes, mientras pasaba la lluvia, empezaron a hablar en voz alta, lo cual perturbo el sueño del propietario de la ferretería.

Él, en tono desafiante, les dijo a los muchachos que se retiraran del lugar porque no lo dejan dormir. Este hecho no les gusto a los jóvenes, ante lo cual siguieron en el antejardín esperando que escampara.

Al ver que no se retiraron, el dueño de la ferretería de nuevo salió al antejardín, pero esta vez con un revolver en la mano y disparo en dos ocasiones.

Una de esos disparos le produjo una herida en el tórax a Andrés Felipe Galindo Rueda. De inmediato sus amigos lo trasladaron al Hospital Joaquín Paz Borrero, en donde a los quince minutos de haber ingresado, falleció.

Sus amigos, al ver lo que había sucedido, de inmediato dieron aviso a la Policía, quienes capturaron al propietario de la ferretería, pero que horas después lo dejaron en libertad, porque según las autoridades, no había evidencia de que el había sido el causante de la muerte de Andrés Felipe Galindo Rueda.

El padrastro de Felipe, que hacía un año había terminado sus estudios secundarios, aseguró que los policías de la Estación de Alfonso López, manifestaron que para ser detenido un asesino, el testigo ocular tiene que ser la autoridad.

De inmediato, el padre del Andrés Felipe, se traslado a la sede de la Fiscalía General de la Nación en Cali y allí, el Juez no le recibió la demanda, porque no habían testigos del hecho.

Ante esto, el padrastro de Felipe Galindo, que tenía proyectado viajar a España en busca de un futuro, manifestó que el caso lo llevará hasta las últimas consecuencias para que se haga justicia.

“Aquí en Cali es el pan de cada día que matan las personas y la Policía nunca ve. Uno se queda sin palabras al ver la intolerancia y la maldad que se esta viviendo en Cali”, recalcó.

El padrastro de Andrés Felipe Galindo Rueda, asegura que era un muchacho sano, por lo cual el barrio Siete de Agosto esta indignado.

Cabe anotar, que la Policía Metropolitana de Cali ha capturado entre el primero de Enero al 23 de Abril del presente año, a 132 personas por el delito de homicidio y 215 por lesiones personales.

lunes, 10 de enero de 2011

En los primeros diez días de 2011, 43 personas fueron asesinadas y 60 heridas en la Capital del Valle

Trascurridos los primeros díez días del año 2011, un total de 43 personas fueron asesinadas en Cali, la tercera ciudad más importante de Colombia, en hechos aislados y en su mayoría cometidos con armas de fuego.

Según la Policía Metropolitana de Cali, entre el Sábado primero y el lunes 10 de Enero, en la Capital del Valle tres menores de 13, 14 y 17 años fueron asesinados, así como cuatro mujeres y 36 hombres.

Durante igual período, 60 personas resultaron heridas en hechos aislados, de los cuales siete fueron menores de edad, cinco mujeres y 48 hombres.

Entre los menores heridos, dos fueron por balas perdidas, un niño al manipular un arma de fuego en su hogar y el resto en riñas entre pandillas.

Con base a estos datos, un promedio de cinco homicidios por día se cometieron en la ciudad durante el primero y el diez de Enero del año nuevo, según los resultados operacionales diarios de la Policía Metropolitana de Cali.

Durante estos primeros diez días del 2011, un total de 76 disparos acabaron con la vida de las 43 personas. En muchas ocasiones las personas asesinadas recibieron más de cuatro disparos en diferentes partes del cuerpo.

Igualmente la Policía durante este mismo período, logró la incautación de 614 armas blancas y 66 armas de fuego.

Por días
El Primero de Enero del 2011 en Cali, tres personas fueron asesinadas, una de las cuales le propinaron cuatro disparos y cuatro personas resultaron heridas, entre ellas una mujer de 66 años quien recibió cinco tiros.

El Domingo dos de enero del nuevo año, en la Capital del Valle, diez personas fueron asesinadas, entre ellas una mujer de 43 años y un menor de 13 años por retaliaciones entre pandillas. Ese mismo día 22 personas resultaron heridas (16 por armas de fuego), entre las que figuran cuatro menores de 16 y 17 años.

Para el Lunes 3 de Enero en Cali se asesinaron cinco personas, una de las cuales fue un menor de 17 años. Los heridos sumaron nueve personas.

El Martes 4 de Enero la cifra bajo a tres muertos. En un solo caso se presentaron dos muertos y tres heridos en una residencia del Barrio Saavedra Galindo. Los heridos ese mismo día fueron siete personas (entre ellas una joven de 19 años).

El Miércoles 5 de Enero del 2011, los muertos solo fueron dos, uno de los cuales fue un niño de 14 años quién murió de un disparo en la espalda. Los heridos ese día sumaron tres, en donde otro menor de 16 años figura en la lista.

Para el Jueves 6 de Enero los asesinatos en Cali llegó a tres personas e igual número de heridos.

El Viernes 7 de Enero, cuatro fueron los asesinatos y un menor de 17 años resultó herido.

El Sábado 8 de Enero, la cifra de homicidios aumentó a cinco y los heridos también cinco personas.

En el noveno día del año nuevo los asesinatos fueron en total dos y los heridos tres.

El Décimo día de 2011 los homicidios fueron cinco y los heridos dos.