(*) Àlex Cubero
Pese a ser autor de una obra teatral sobre la masacre de Trujillo, donde fueron asesinadas 342 personas a manos de narcotraficantes y paramilitares entre 1986 y 1994, a Humberto Dorado aún se le entrecorta la respiración al hablar sobre un hecho que evidencia que "lo que Colombia ha vivido es un holocausto".
Hace ya tres años que este escritor y actor colombiano empezó a sumergirse a fondo en la historia de la barbarie en aquel municipio campesino del suroeste de Colombia, donde más de tres centenares de personas murieron a manos de narcotraficantes y paramilitares, en connivencia con la Fuerza Pública.
Transcurridas dos décadas, la expectación envuelve el estreno hoy en Bogotá de la obra teatral "El deber de Fenster", escrita por Dorado y Matías Maldonado, y dirigida por Nicolás Montero y Laura Villegas.
En una entrevista, Dorado explicó cómo la violencia ha sacudido de tal modo a su país que es necesario hablar ya de un genocidio, que no obstante la sociedad ha olvidado.
"En este país tenemos que reconocer que uno de los fenómenos más frecuentes y más atroces es la masacre. Tenemos que asumirlo y estudiarlo, y no sólo a través del dolor de las víctimas y la reparación, sino también a través de nosotros mismos", aseveró.
Ese es el proceso que recorre el protagonista principal de la obra, Edel Fenster (Jairo Camargo), un editor ficticio que recibe el encargo de armar un documental sobre aquel horrible episodio.
Metáfora de la sociedad colombiana, Fenster inicia una travesía emocional a través de testimonios reales, notas periodísticas y documentos históricos, vertebrados a partir de la declaración manuscrita de Daniel Arcila (Daniel Castaño), testimonio de aquel suceso que los fiscales invalidaron por supuesta enajenación mental y quien desapareció después, presuntamente asesinado.
Con una copia del manuscrito de Arcila en las manos, Dorado se preguntó: "¿Cómo es posible que una sociedad tolere, azuce, estimule y alimente la violencia? Me parece una enfermedad, siento que estamos hundidos en un fango de mentiras, en un mar de impunidad", lamentó.
A su juicio, la obra relata "la lucha de la palabra contra el infierno", y trata de demostrar cómo la sociedad sobrevive a partir de olvidar casos como el de Trujillo, donde se produjo una serie de desapariciones forzadas, torturas, homicidios selectivos, detenciones arbitrarias y masacres.
Una localidad que padeció la crueldad extrema en forma de asesinatos, violaciones y torturas para amedrentar a la población, cuyo silencio sólo se rompía con el sonido de las motosierras con las que descuartizaban en vida a campesinos sospechosos de colaborar con la guerrilla y cuyos cuerpos mutilados eran arrojados al río Cauca, llamado el "cementerio clandestino"
Aunque el Estado colombiano fue condenado en 1995 por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), lo que obligó al entonces presidente, Ernesto Samper, a pedir excusas públicas, la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) sigue denunciado la impunidad y la ausencia de un fallo condenatorio por esos crímenes.
"La obra -apuntó Dorado- es un tobogán de emociones desde el horror a la vergüenza, la ternura y el dolor" y que, sin entrar en el morbo, pretende "ser fiel a aquel horror".
A su entender, "una sociedad tiene que saber dónde están sus muertos. (...) Aquí tenemos un problema con los muertos, las fosas comunes y los desaparecidos, y el caso de Trujillo tiene todos los componentes que se repitieron durante veinte años y que seguirán repitiéndose si la sociedad no reacciona".
"No queremos herir o hacer daño, pero puede haber gente indignada y puede crear controversias", reconoció Dorado, que sin embargo recordó que es "absolutamente necesario que un pueblo se conozca a sí mismo, aunque esa verdad duela".
(*) Agencia EFE
Capital del Valle y ubicada al Sur de Colombia, Cali es una ciudad en donde se mezclan culturas y etnias que la hacen única en el mundo. Cuna de los mejores bailarines de salsa del mundo, las mujeres más hermosas de Colombia y el único lugar de la tierra en donde se come pandebono, chontaduro con sal y miel, cholado y champús, vive paralelamente una violencia desmedida que retrato en el Blog.
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