Este es el caso de Carmen Rosa Aramburo García, una afrodescendiente de 68 años, que vio con sus propios ojos como tres hombres del Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, mataron -hace diez años- siete hombres, entre ellos a su hijo, luego de un culto evangélico en su casa del Barrio Las Palmas, en Buenaventura.
Esta mujer, que describe dramáticamente paso a paso como acribillaron en el piso y de espaldas a los siete hombres, asegura que puede contar la trágica historia, porque no le pusieron bala.
“Sucede que a mi, el 6 de Septiembre del 2000 mataron a siete de mis familiares en mi casa de Las Palmas, donde terminábamos un culto evangélico y cuando llegaron unos señores y le dijeron a mi familia que al piso, pero ellos se pararon pensaron que era una requisa y hay cogieron y con ametralladora mataron la gente. A mi no me pusieron bala”.
Doña Carmen, una anciana que a lo largo de estos diez años no deja de contar la historia con lágrimas en sus ojos, fue maltrata físicamente por los paramilitares al tratar de evitar que fueran asesinados.
“Últimamente cuando me mataron a los seis de la familia, el que quedó parado fue mi hijo y cuando dije mijo no, me tiraron por la ventana y caí en el muro de la casa. Cuando yo me levante como pude, subí a la casa ya mi hijo estaba tirado ahí. Lo vi sacar sangre de la boca y ahí vi que la bala le entregó por el cuello”.
Carmen Rosa Aramburo García, reitera que todo se lo deja a Dios.
Aún, diez años después, Carmen no sabe porque las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, asesinó a sus familiares.
“Ese momento fue muy difícil porqué yo preguntaba qué que habían hecho los muchachos y ellos me trataban como a los animales. Yo caía al piso y mi cabeza iba a la pared. Pero esa historia que yo viví en el 2000, yo quisiera que nadie más lo viviera mijo porque es muy duro ver morir. Muchas mujeres recibieron su paciente muerto o en tal parte esta tú hijo muerto anda recógelo y yo los vi morir a esos siete hombres con estos ojos y con esta lengua lo confieso”.
Carmen lamenta que no pudo salvarle la vida a ninguno de los siete hombres asesinados.
“Eran tres ametralladoras dentro de mi casa que tenían tres hombres. No conocía a nadie, porque en un susto uno no conoce a nadie y recordar esa historia es muy dolorosa. No pude salvarle la vida a nadie. Todos quedaron ahí. El primero que mataron fue Luis Albino García, el segundo se llamaba Tulio Enrique Valencia Valencia, el tercero Luis Alfonso Aramburo, el cuarto Decio García, el quinto Agustín García, el sexto Benjamín López y el séptimo Eleuterio Angulo, este que yo cargo aquí en la camiseta. Mi hijo estaba estudiando, ya para recibir mi grado y ahí quedo todo, en la nada”.
Diez años después de la masacre, no ha pasado nada, como lo asegura Doña Carmen.
“No ha pasado nada porque aquí estamos. Mire como estamos. Mira que esos tiene hombres dejaron 24 hijos huérfanos y mujeres en embarazo, y el Estado no ha dado nada. Madre pasando mucho trabajo por criar a sus hijos. Eso es una cosa triste y dolorosa. Todo el tiempo nos reunimos como familia y contamos la historia. Muchos no quieren contar su historia. El medico me dijo que después de esto yo había quedado sufriendo del corazón. Pero no se ha hecho nada. Simplemente la denuncia a la Fiscalía. Ellos vinieron hacer el levantamiento y ahí quedo todo. Allí ha quedado todo”
En la casa de Las Palmas, situada en una loma a la cual se llega por unas escaleras y en cuya puerta esta la foto de su hijo asesinado junto seis hombres más y sus ventanas están tapadas con tejas de zinc, Carmen Rosa Aramburo canta con voz entre cortada, el himno que cantaban ese 6 de Septiembre del año 2000, cuando llegaron los paramilitares y cometieron la masacre.
“De esta tierra somos. Aquí están nuestros muertos. Aquí viven y vivirá en la memoria de nuestras generaciones. Entonamos en nuestros cantos y en nuestras poesías la vida, el amor, la esperanza, pero también la denuncia y construimos la historia”.
Con este mensaje, finalizó la Caravana por la Vida y la Memoria a lo largo de la vía Alejandro Cabal Pombo-Dagua-Buenaventura, en donde fueron colocadas 14 cruces, en donde los familiares recordaron que hace diez años, las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, masacraron y desaparecieron más de 50 personas. Crímenes que aún siguen en la impunidad.