martes, 6 de abril de 2010

"A tiro de gracia"


Los andenes y los postes que iluminan el Parque de los Poetas, al lado de la Iglesia La Ermita, icono de la Capital del Valle, fue el escenario escogido el 6 de Marzo del 2010 para exhibir las fotos de las víctimas de ejecuciones extrajudiciales (o falsos positivos por parte de las Fuerzas Militares en Colombia) desapariciones y asesinatos que se han registrado en los últimos años en la ciudad de Cali y el sur occidente del país.

Como se si tratara de una exposición, familiares del Movimiento de víctimas de crímenes de Estado de Cali, colgaron pendones, carteles, pancartas y fotos de sus seres queridos -unas en blanco y negro, otras en fotocopias y muy pocas a color- con el fin de visibilizar sus muertos y mostrarle al mundo una realidad que viven, en su mayoría, campesinos, indígenas, afrodescendientes y habitantes de sector deprimidos del Valle, Cali y el Cauca.

Portando camisetas estampadas con las fotos de sus hijos, esposos y padres y ante el apoyo de unos y la indiferencia de otros, las víctimas alzaron su voz y contaron sus historias, varias adornadas con llanto, resignación y esperanza.

Es el caso de Robeiro Andrés Roldán, un hombre que conteniendo las lágrimas, relata como fue asesinado su único hijo, de tan sólo 17 años, de un "tiro de gracia", en momentos en que forjaba su futuro estudiando ingeniería de sistemas en la Universidad Autónoma de Cali.

En Cali, según el Movimiento Nacional de Víctimas de Estado, son 34 las personas asesinadas en ejecuciones extrajudiciales, como se les conoce en el Derecho Internacional Humanitario y el Derecho Penal Colombiano como homicidios en persona protegida.

Los huesitos

"Que le devuelvan los huesitos para enterrarlo", es el desgarrador llamado que hace una humilde madre que desde hace cuatro años no sabe de la suerte de su hijo de 17 años, desaparecido en la vía que comunica a Cali con el Puerto de Buenaventura sobre Océano Pacífico.

Diana María López, una afrodescendiente que ya está perdiendo las esperanzas de encontrar con vida a su hijo mimado, Diego Luis Corrales López, asegura -en un mar de lagrimas- que fue desaparecido por los grupos de paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, en el sector de Los Tubos, cerca al Puerto de Buenaventura y que al parecer lo sepultaron en la montaña.

Sin contener el llanto esta madre, como muchas en el Departamento del Valle del Cauca y Colombia, ha buscado a su hijo por todas partes, hasta el punto de ir a Medellín, a más de 10 horas por carretera, porqué creyó que a su hijo lo habían visto como habitante de la calle en esa ciudad.

Como el drama de Diana María López, son muchas las historias de madres, padres, esposas e hijas, que siguen buscando a sus desaparecidos.

Juliancho

Portando en una de sus manos un cartel en donde reza: "a Julián lo asesinan en la calle, cerca a su casa, en la noche, luego de una reunión con Angelino Garzón (hoy formula vicepresidencial del candidato a la Presidencia de Colombia 2010-2014 Juan Manuel Santos) y otros", Laura de Hurtado, madre de Julián Andrés Hurtado Castillo, sigue esperando -luego de cuatro años- que la muerte de su hijo no quede en la impunidad.

Julián, estudiante de Atención Prehospitalaria y Resolución de Conflictos y Estudios Políticos de la Universidad del Valle, fue asesinado en la carrera 44 con calle 15, el cinco de Octubre del años 2006.

El caso de "Juliancho" o "El Gato", como le decían a Julián y el cual se graduaba como paramédico a los ocho días antes de su asesinato, mo. ha tenido desde esa fecha ningún avance, no hay pruebas de nada, ni sindicados y menos intenciones de esclarecer lo sucedido.

Pero mientras Laura de Hurtado, sigue pidiendo que el asesinato de su hijo no quede en la impunidad, Yamileth Hernández Cobo, pide justicia por la muerte de su hermano Nelson Vergara Cobo, un vigilante que fue asesinado por el Ejército en Ibagué, luego de que fuera sacado bajo engaños, con cinco hombres más, desde el sector de Alto Nápoles, al Occidente de Cali, y mostrado posteriormente por el Ejército como integrante de la banda al servicio del narcotráfico del Norte del Valle "Los Rastrojos".

Tanto Laura de Hurtado como Yamileth Hernández Cobo, integrantes del Movimiento de Víctimas de crímenes de Estado, siguen pidiendo Verdad, Justicia y Reparación.

Les gusta ver morir la gente

A las nueve de la noche del primero de septiembre del año 2002, Rubén Darío Riascos Riascos, un joven de 22 años y discapacitado, salió de su casa -como todos los días- del Barrio Las Palmas, en el Puerto de Buenaventura a visitar a su tía, pero nunca llegó a su destino ya que la muerte se le adelantó.

Su madre, María Amparo Riascos Riascos, una afrodescendiente que luciendo una camiseta con la foto de su hijo que viste una camiseta amarilla de la Selección Brasilera de Fútbol, asegura que fue asesinado por los paramilitares, a quienes reiteradamente les pregunta porqué mataron a su hijo, si él no era "vicioso".

Esta madre, que tuvo que desplazarse con todos sus hijos de Las Palmas, por miedo a que les pasara lo mismo que a su Rubén Darío, sostiene que a los paramilitares "les da gusto ver morir la gente".

Suleyma Enríquez, es otra mujer a quién, según ella, el Ejército le mato a su hermano en Ibagué, luego de que fuera sacado con engaños desde Alto Nápoles y posteriormente presentando como integrante de todo tipo de organización delincuencial, como los R-15, banda dedicada al atraco y homicidios.

Suleyma sostiene que el mundo debe saber la realidad de lo que pasa en Colombia y que luchará hasta lo último para que se haga justicia.

Mientras el Centro de Investigación y Educación Popular, Cinep, argumenta que son 465los casos y 940 las víctimas entre el 2001 al 2009 sobre los falsos positivos, la Unidad Nacional de Derechos Humanos de la Fiscalía reporta 1.198 casos de "falsos positivos" y 2.117 víctimas, y que hay 590 ordenes de captura.

Por la espalda

En momento en que el Gobierno de los Estados Unidos alertó, en el Reporte de Derechos Humanos, que los asesinatos extrajudiciales o "falsos positivos" encabeza la lista de las violaciones en Colombia, Marleny Corrales, es otro de los testimonios sobre su hermano John Eider Corrales, de 28 años, que fue asesinado por soldados del Batallón de Alta Montaña Número Tres: "Rodrigo Lloreda Caicedo", luego de que lo pusieran a correr y le pegaran dos disparos por la espalda.

Marleny, sostiene que con la promesa de un trabajo, su hermano fue sacado de su casa -como muchos otros- en el Barrio Comuneros Uno, al Oriente de Cali y llevado al Corregimiento de Villa Carmelo, en Candelaria, Departamento del Valle del Cauca, en donde fue asesinado el 6 de Noviembre del año 2007 junto con dos hombres más y presentados como integrantes de la guerrilla de las Farc.

Estos dos asesinatos, luego de más de dos años, no se tiene a ningún sindicado y menos capturados.

En el Reporte de Derechos Humanos del Gobierno de los Estados Unidos, presentado en Marzo en Washington, muestra 20 violaciones en total en Colombia y se indica además que los nuevos grupos armados y los grupos de paramilitares se rehúsan a desmovilizarse, el tráfico de personas y discriminación de la sociedad contra las mujeres y poblaciones indígenas.

Las fosas

Las ejecuciones extrajudiciales o mal llamados "falsos positivos", realizados para mostrar cómo se gana una guerra contra la insurgencia y cómo se obtienen victorias a través de recompensas y de la mercantilización de la vida en el Departamento del Valle del Cauca podría ser de grandes proporciones.

Walter Agredo, del Comité de Solidaridad de presos políticos en el Valle, advirtió que en el Departamento hay cerca de 200 fosas comunes en el Centro y Norte de la región que se mantienen en reserva para evitar las exhumaciones y develar qué pasó con ellos.

Lo mataron de 42 disparos

70 millones de pesos para resarcir la muerte de su hermano, Wilson Alexander Duarte, de 27 años, asesinado de 33 disparos de fúsil y presentado como miliciano de la guerrilla de las Farc, junto con su cuñado, a quién lo mataron de 42 disparos y otro hombre, en el Norte del Cauca, le esta ofreciendo el Ejército a la familia del taxista asesinado para que no adelante ningún proceso judicial.

Su hermana, Leydi Johana Duarte, quién se niega aceptar la tentadora propuesta económica, asegura que Wilson Duarte, padre de cuatro hijos, fue sacado con engaños desde Los Chorros, en la ladera de Cali, para hacer un viaje al Cauca, pero encontró la muerte a manos del Ejército el 17 de Septiembre del año 2007.

Para Leydi, más que el dinero, lo que quieres es que la justicia establezca la verdad y que los nombres de su hermano y cuñado queden limpios.

Luego de más de dos años de este "falso positivo" aún las dos familias del taxista Wilson Alexander Duarte y Pablo Emilio Duran, siguen esperando la primer audiencia para determinar quiénes fueron los militares que los mataron.

AK 47

El 30 de marzo del 2010, cumplió tres años de haber sido asesinado por el Ejército Luis Alfonso Guiza, un mecánico que buscando un mejor futuro para su familia, partió del Distrito de Aguablanca, al Oriente de Cali, para irse a vivir a zona rural del Municipio del Patía, en el Cauca.

Allí, fue asesinado por tropas del Batallón Número 29 José Hilario López, de tres disparos de fúsil y presentado como guerrillero de las Farc muerto en combate, junto con una anciana a quién trasportaba a su residencia en el Corregimiento de Santa Cruz.

Su esposa, Damaris Ñañez, residente ahora con hija, en el sector de Meléndez, al sur de Cali, asegura que Luis le fue colocado una AK-47 y un revolver, que según el Ejército utilizó para enfrentarlos.

Damaris, que fue amenazada por teléfono que podría correr la misma suerte de su esposo, asegura que le da "ira" ver un soldado y qué es injusto que para obtener un ascenso un militar o más plata, asesinen a personas inocentes.

NN

Leydi Johana Ñañez, era una joven de tan solo 24 años, que salio del sector de Polvorines, en las laderas de Cali, rumbo a Pasto en el Departamento de Nariño, al sur occidente de Colombia, el 15 de Febrero del año 2009, con el fin de conseguir un mejor vivir para sus tres pequeños hijos que había dejado con su madre.

Estando allí, Leydi consiguió un trabajo en una finca en el Bajo Patía cocinando para varios trabajadores. La joven mujer, el 24 Mayo, cuatro días antes de ser asesinada, le dijo a su familia en Cali que se quedaría un buen tiempo para conseguir dinero para sus hijos.

Pero la suerte fue otra. El 28 de Mayo de ese mismo año, Leydi Johana Ñañez fue asesinada -supuestamente- en combate con el Ejército por ser integrante de las Farc desde hacía ocho meses y a quién le colocaron un fúsil y un morral de la guerrilla.

Su prima, Marisol Bolaños, quién se abandero del caso para que no quede en la impunidad, asegura que a un año de su muerte (mayo del 2010) el cuerpo de Leydi fue enterrado en una fosa común en Pasto como NN (es decir, sin identificar).

De acuerdo con un Reporte de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación, 218 integrantes del Ejército han sido condenados tras haber sido hallados responsables del asesinato de personas que son presentadas como supuestos delincuentes muertos en combates.

Arrastrado

En Medio de un llanto incontrolabe que le hace quitar las gafas que le protegen sus ojos, Ana Dolores Viveros, es otra de las madres del Municipio de Palmira, Valle, que luego de dos años de la muerte de su hijo, se sigue preguntando porqué el Ejército de Colombia lo asesinó y lo presentó como integrante de las Farc.

Genner Gómez Viveros, de 31 años, que sufría deficiencia renal y que dejó un niño de 10 años, fue "tirado" -como dice su madre- junto con dos jóvenes más el 7 de marzo del año 2008 en la morgue de esta localidad por el Ejército con varios disparos en la espalda, luego de que lo arrastraran y le pusieran una arma para presentarlo como miliciano de la guerrilla de las Farc.

Ana Dolores, que insiste que la muerte de su hijo -el segundo de los mayores- fue un "falso positivo", pide de nuevo que se esclarezca el hecho y que no quede en la impunidad.

Con los brazos cruzados

Sentada en un comedor grande y vacío, con los brazos cruzados, vistiendo una blusa rosada y un sudadera gris y con la mira fija en la puerta, cómo esperando la llegada de un ser querido, se encuentra Mercedes Llanos, una madre que refleja en su rostro una tristeza de nunca acabar.

En su casa, a medio terminar y levantada a punta de fritanga en el barrio Olímpico en Palmira, Valle, Mercedes dirige su mirada al centro de la sala en donde sobresale un pendón con la foto de uno de sus dos hijos a quién el Ejército mató, porque supuestamente eran milicianos de la guerrilla de las Farc.

Héctor Fabio Rojas Llanos, padre de tres pequeños hijos y Edwin Alexis Rojas, que dejó un niño de siete año, eran dos jóvenes hermanos que se ganaban la vida como motorratones -es decir llevando gente en moto por dos mil pesos a su destino- y que la vida les jugo una mala pasada, luego de que un vecino junto con otro hombre, los sacaron la noche del 7 de marzo del 2008 de la casa, para nunca más regresar por la puerta que hoy Mercedes Llanos, no deja de mirar esperando un milagro que nunca sucederá.

Como Mercedes Llanos, son muchas las madres en Cali y el Valle del Cauca, que se siguen preguntando…¿porqué a ellas?...¿porqué a sus hijos?....

Por una moto

Rony Ramírez Samboni, de 23 años, salió de su casa en el Barrio Terrón Colorado, al Oeste de Cali, en Enero del año 2008 a recolectar café a Marsella, Departamento del Risaralda (a más de 4 horas de distancia por carretera desde Cali) con el objetivo de ganar dinero para comprarse una moto, que era su sueño desde que era pequeño.

Estando allí fue que ese sueño se diluyó debido a que el dinero que ganaba no era suficiente, por lo cual busco otro trabajo en Cartago, Norte del Valle y límites con el Risaralda, en donde lo que halló fue la muerte a manos del Ejército, que supuestamente lo asesino en combate por ser parte de la guerrilla de las Farc.

Pese a que la madre del joven, insiste que su hijo no era guerrillero, el Ejército aún sigue afirmando que Rony Ramírez Samboní era de las Farc.

Once soldados mataron un campesino

El 11 de marzo del año 2006, a 40 minutos de Cali, en el Corregimiento de Golondrinas, once soldados del Batallón de Alta Montaña Numero Tres, asesinaron –supuestamente- en un enfrentamiento al campesino José Orlando Giraldo Becerra y presentado posteriormente como miliciano de las Farc.

Su hija Martha Giraldo –que permanentemente esta vigilada por detectives del Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, durante estos cuatro años no ha descansado buscando limpiar el nombre de su padre, un hombre dedicado al campo y que los militares implicados sean castigados y no sena dejados en libertad por vencimiento de términos, como alegan sus abogados defensores.

Para Martha, el asesinato de su padre fue una “aberración” ya que fue muerto indefenso.

Según la ONU, los asesinatos sistemáticos de campesinos cometidos por el Ejército colombiano para hacerlos pasar por guerrilleros muertos en combate son cerca de 1.800.

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