sábado, 6 de julio de 2013

LA CRÓNICA: A LOS 13 AÑOS YA ESTABA EN LAS FARC. FUE OBLIGADA A ABORTAR Y SU MADRE LA HACE MUERTA

Sudando, con su cara brillante, luciendo ropa deportiva y cargando un pesado niño que sollozaba. Así conocí en una calurosa tarde de viernes, a Yessica Lorena Cebáis Artunduaga, una joven madre de 19 años de nacionalidad colombiana y a su hijo, Ángel Estiven, de solo siete meses de nacido.

Sentada frente a mí, en un pequeño salón donde dos asientos son la única decoración y una ventanal con cortinas verticales de un verde gastado, Yessica, como puede, trata de consolar a su hijo que no deja de quejarse, pues desde hace varios días está enfermo. Tanto ella como él bebe no paran de sudar y moverse.

Empezamos a hablar. Sus primeras palabras, que juegan y se confunden con el balbuceo que hace con la boca el bebé, dejan escuchar frases de una infancia marcada, no por los juegos de muñecas, aventuras o amiguitos, sino por el maltrato.

A medida que la conversación avanza, Yessica, además de tener recuerdos de un triste pasado, desde hace dos años está sola con un hijo sin padre, sin trabajo, con un futuro incierto y carga con la melancolía de saber que su  madre piensa que está muerta hace más de cinco años.

AK-47, fusiles de asalto soviético y pistolas, fueron las armas y no los juguetes, que acompañaron desde los 13 a los 17 años a Yessica, una niña que tuvo una infancia dolorosa debido a la violencia intrafamiliar, un ambiente que la llevó a tomar una trágica decisión: ingresar a la guerrilla.

“Mis seis hermanitos y yo, la menor de todos, vivíamos en una finca en una vereda al sur oriente de Colombia. Tuve muchos problemas con mi padrastro.  Me echo de la casa y por eso me fui para allá. Por mi casa había mucha gente de la guerrilla, entonces pedí ingreso. Me dijeron que lo pensara. Yo no lo pensé, sino que me fui de una vez”.

Así Yessica como un medio de protección, ingresó a las Farc, Grupo Armado Organizado al Margen de la Ley en Colombia, que actualmente dialoga con el gobierno colombiano en la Habana, Cuba, para llegar a un Acuerdo de Paz, luego de más de 50 años de un conflicto interno que deja más de 5, 5 millones de víctimas.

Yessica, relata como si fuera una historia más, que una vez ingreso a la guerrilla la metieron a unos mini cursos, para luego ponerla a prestar guardia.

“Salía a exploraciones, es decir, a revisar el monte que no hubiera ejército. Me enseñaron como era la manera de vivir en la guerrilla. O sea, la disciplina y a manejar armas, las cuales disparaba cuando nos ponían hacer Polígono".

Durante el tiempo que  Yessica estuvo en el monte: manejó armas, prestó guardia y salió a explorar el monte, pero recuerda con voz entrecortada y con lágrimas que hacen más triste el cuadro, el peor momento que ha vivido en su corta vida y del cual aún no se repone.

“Luego de cuatro años en las Farc quede embarazada. No me violaron. Lo hice por voluntad propia.  Quede embarazada, y yo no dije nada, pero ellos se vinieron a dar cuenta cuando tenía seis meses.  Me dijeron que tenía que abortar. Que sino aceptaba me fusilaban. No podía volarme porque mantenía muy enferma, entonces de un momento a otro me cogieron de sorpresa y me lo sacaron”.

El silencio reinó en el pequeño salón. El bebé que hasta hace poco lloraba se une al pacto de silencio y deja moverse para mirar con asombro como si fuera un juguete que lo hipnotiza, como salen lágrimas de los verdes y llamativos ojos de Yessica. Por un momento dio la sensación que la conversación se hubiera terminado.

Pasan unos minutos. Yessica, mirando al suelo, como tratando de ocultar su desgracia, vuelve hablar sobre este episodio de su vida con palabras mucho más escalofriantes: “Yo quede prácticamente loca. Desde ahí he tenido problemas sicológicos y he intentado matarme varias veces”.

A Yessica la hacen muerta

Como si no fuera poco lo vivido por Yessica durante los cuatro años que permaneció reclutada por las Farc, desde hace dos años cuando se desvinculo de la guerrilla, luego de ser capturada en un reten del ejército, busca desesperadamente a su madre, quien la hace muerta.

“Durante los cuatro años en el monte nunca vi a mi familia. Había unos compañeros de la guerrilla que fueron a mi casa y le dijeron a mi mamá, Rubiela Cebáis Artunduaga, que me habían matado. Nunca más la volví a ver. He intentado encontrar a mis seres queridos. Hasta por Internet los he buscado. Ahora no distingo a ninguno de mis hermanos. A ratos me siento muy deprimida. Vivo sola con mi hijo”.

Agachando la cabeza y abrazando a su pequeño hijo, como tratando de evitar que alguien se lo arrebate, Yessica llora desconsolada buscando en cada palabra que saca de sus gruesos labios, gritar ¡ESTOY VIVA!

“Mi mamá dónde quiera que se encuentre quiero que ella se de cuenta que estoy viva. Que es abuela. La he buscado pero no la encuentro. La quiero ver. Me siento muy sola. Quiero saber cómo está y volver a su lado”.

Yessica, que sigue siendo observada por su pequeño hijo como tratando de entender del por qué llora, reitera que quiere encontrar a su mamá e irse a vivir con ella y recuperar todo el tiempo perdido que nunca alcanzó a disfrutar a su lado.

En un llanto que parece no tener fin, la joven mujer agrega: “quiero salir adelante porque ahora tengo una responsabilidad. Debo luchar. Quiero estudiar. Hacer mi carrera. Mi sueño siempre ha sido estudiar enfermería”.

Esta niña ex-guerrillera, que recorrió varios hogares del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, antes de quedar en embarazo por segunda vez, dice estar arrepentida de haber ingresado a la guerrilla, le da rabia con la vida porque fue obligada por las circunstancias, circunstancias que aprovecharon la guerrilla para reclutarla.

Ahora Yessica, que maduro antes de tiempo, que estuvo a punto morir fusilada sino abortaba, que su madre la hace muerta, que no distingue a sus seis hermanitos y que ha tratado de matarse, en este momento no puede trabajar porque “el patrón” para quien trabaja, se enojó porque su niño está enfermo y se la pasa llorando.


 “Yo necesito dedicarle tiempo a mi hijo. Es lo único que tengo en este momento”.

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