Hablar con esta joven mujer, que cambio las muñecas por las drogas y las armas y que convivió con la muerte, es adentrarse a ese mundo en donde muchos entran y pocos salen con vida.
Llegar a ella no fue fácil. La joven afro descendiente, pese a que en la actualidad adelanta un proceso de rehabilitación, luego de pagar menos de dos años por la muerte del adolescente, aún teme por su vida.
Luciendo un largo cabello trenzado -como si recién hubiera llegado de un viaje de quinceañera de la Isla de San Andrés- vistiendo una camiseta azul con rayas negras en donde descansa una cadena de plata, un jean azul oscuro, tenis negros con blanco y medias grises, la joven ex sicaria se me acerca esbozando una tímida sonrisa, como tratando de crear confianza.
“La primera persona que mate fue un muchacho de 17 años. Lo mate porque era enemigo. Era uno de esos que cuando me veía me correteaba a darme bala. Entonces yo lo pille y lo mate. Dos años y medio me condenaron por el asesinato, pero pague menos por buen comportamiento”.
Esa fue la respuesta que me dio al preguntarle cómo fue su primera experiencia como sicaria.
“Lo mate de un disparo en el corazón. Luego me entregue. Lo hice porque vi a mi familia que lloraba porque lo que había hecho. Mi mamá se puso mal. Yo me entregue porque quería cambiar y lo hice”.
Pero ¿cómo llego a ser una sicaria?
“Tenía 15 años. Yo estudiaba en un colegio de Puerto Mallarino. Estaba haciendo séptimo grado. Mis compañeros de clase empezaron a amenazarme porque un primo había matado un señor de por allá. Empecé a recibí bala. Me empezaron a corretear. Eso me obligo a suspender los estudios. Debido a eso me llene de rencor porque al ver que ellos me querían matar, yo también quería hacer lo mismo”.
En este momento de la entrevista, observe que las palabras que salían de su boca, eran como una especie de desahogo por la difícil vida que tuvo que vivir a tan temprana edad.
“Inicialmente comencé a consumir marihuana, ribotril y posteriormente cocaína. Lo hacía porque me sentía sola. Mi papá ya no estaba. Luego comencé a robar y compre armas y desde ahí comencé a hacerle daño a la gente.
¿Es fácil conseguir armas en Cali?
“No es fácil conseguirlas. Uno tiene que saber quién las vende. Eso no se lo venden a cualquier porque piensan que uno le va a echar la Ley. Uno tiene que ir recomendado. Una pacha (arma artesanal) la podía conseguir a 120 mil pesos o en ocasiones a 180 mil pesos. Yo tuve dos armas: una pacha y un chango”.
Durante los dos años que estuvo en esa vida, es decir de los 15 a los 17 años ¿Cómo hacías los hurtos?
Bueno, pero cómo a tan corta edad aprendió a manejar un arma? Pregunta que respondió sin titubear.
“Yo aprendí viendo a mi primo como daba bala. Entre pandillas nos citábamos y nos dábamos. Alcance a herir a dos. Solo cometí un homicidio por lo que estuve en el Centro de Rehabilitación Valle del Lili”.
Al abordar el tema de las drogas y la relación con la muerte, la joven dio otro dramático testimonio como los anteriores.
“Cuando uno está metido en la droga, para uno es chévere matar a otra persona. En esos momentos cuando yo metía mucha droga mi pensar era seguir matando gente. Vi matar y caer muchas personas. Más que todo lo veía por mi primo que le gustaba matar gente por dinero. Luego lo mataron”.
En este momento de la entrevista, la joven hace una pausa. Se tapa su cara con sus dos manos, como expresando pena por lo que me está diciendo.
Luego de esta respuesta, la entrevista toma otro rumbo.
“Esa vida que llevaba lo pone a pensar a uno. Ahora estoy cambiando gracias a mi familia que me apoya. Trabajo. Estudio mercadeo y ventas y voy a empezar a ser octavo grado. Si no estuviera haciendo esto estaría metiendo vicio y matando gente”.
Esta joven, que desde pequeña juega fútbol, asegura que ahora quiere tener una empresa de implementos deportivos.
“Mi papá me llevaba a entrenar fútbol. Pero luego murió y lo deje un tiempo. Posteriormente jugué en un equipo de fútbol cristiano como delantera en donde hizo muchos goles y viaje a la Costa Caribe. De ahí estuve en el Escuela de Fútbol Sarmiento Lora, pero hasta allá llegaron mis enemigos y me corretearon. Lo que me obligo salirme”.
Así termina la entrevista con esta joven, que ya con 19 años, sigue soñando con ser jugadora profesional de fútbol.
Crédito fotos: Amparo Vega Guzman.
Muy interesante testimonio, impactante, pero le sugerimos revise muchos aspectos referentes a la redacción y a la ortografía. Saludos.
ResponderEliminarHola Carolina, Daniella, Vanessa, Angela, Annie y Antonio, gracias por los comentarios. Ya estoy en la revisión.
Eliminar